Poética

Poética Resumen y Análisis Capítulos 17-20

Resumen

En el capítulo 17, Aristóteles explica cómo debe el poeta construir la trama o el argumento. En primer lugar, indica que el argumento exige una dicción adecuada, y para lograrla el poeta debe visualizar la acción para evitar vacíos e inconsistencias. En lugar de ver la acción en su cabeza, Aristóteles dice que el poeta debe desarrollar la acción ante sus ojos y ensayar las figuras y los gestos que realizarían sus personajes.

Aristóteles también sugiere que un poeta debe construir un esquema general y luego completar episodios y detalles. Por lo tanto, un poeta puede elaborar la esencia de una obra de teatro y luego centrarse en los episodios que apoyarán esta esencia y que crearán la unidad del argumento.

En el capítulo 18, el autor se aboca al análisis de dos partes constitutivas de la tragedia: el nudo (o complicación) y el desenlace. El nudo se extiende desde el inicio de la acción hasta el punto de inflexión o clímax, donde la mala fortuna se convierte en buena o la buena fortuna en mala. El desenlace se extiende desde el clímax hasta el final, y presenta el cambio de fortuna del personaje, desde la felicidad hasta la desdicha, o viceversa.

Aristóteles luego presenta cuatro tipos de tragedias según la naturaleza de sus argumentos:

a) La tragedia compleja: depende completamente del cambio de fortuna y el reconocimiento en el clímax.

b) La tragedia patética: su tema principal es la pasión.

c) La tragedia ética: su tema principal es un motivo ético o moral.

d) La tragedia simple: esta tragedia no presenta los elementos propios del espectáculo (es decir, la escenografía).

Aristóteles concluye la discusión de este capítulo sugiriendo que una tragedia no debe asumir una estructura épica, que involucra numerosos argumentos o tramas. Para lograr la catarsis trágica se requiere, en cambio, una sola unidad de acción.

El siguiente capítulo está dedicado a la dicción, es decir, a la expresión del pensamiento a través del discurso. Con el término discurso, Aristóteles se refiere a todo aquello que se expresa por medio del lenguaje, y está constituido por la prueba y la refutación, la provocación de sentimientos y la posibilidad de magnificar o minimizar los hechos. Como en la tragedia los agentes declaman su texto, la dicción también se encarga de la pronunciación y la entonación. Al estudio de la pronunciación se lo llama elocución y debe ser conocido por el poeta para otorgar el tono adecuado a su texto.

Finalmente, el capítulo 20 está dedicado al lenguaje y a sus partes constitutivas: la letra, la sílaba, la conjunción, el artículo, el nombre, el verbo, la flexión o caso, la frase y la sentencia o locución. La letra es un sonido indivisible pero que puede formar parte de un grupo de sonidos. Los tipos de letra son la vocal (aquella que resulta audible sin necesidad de añadirle otra), la semivocal (que resulta audible si se le añade otra, como la “s” o la “r”) y la muda (que solo produce sonido si está acompañada de letras con sonido propio). La sílaba es un sonido que carece de significación y está compuesta por una letra muda y por una sonora. La métrica es la disciplina encargada de estudiar las sílabas. La conjunción es un sonido que no posee significado pero que es capaz de combinar dos o más sonidos con significado en uno. El artículo es un sonido sin significación que marca el inicio, el fin o la división de un discurso. Se coloca en los extremos o en el medio de la oración. El nombre es una unidad de significado. El verbo es una unidad de significado que presenta una idea de tiempo, ya sea presente, pasado o futuro. La inflexión o caso puede afectar tanto al nombre como al verbo, y puede dar información sobre número (plural o singular) o sobre los modos de expresión de un personaje. La sentencia o discurso, por último, es una forma compuesta, constituida de numerosas partes que poseen significación y que se combinan para formar una idea más grande.

Análisis

Aristóteles comienza esta sección con una nota importante sobre la visualización de la acción que debe realizar el poeta para componer una tragedia. Mientras que incluso muchos autores e instructores contemporáneos se centran en el valor de representarse la acción mentalmente, Aristóteles señala que tales métodos conducen inevitablemente a lagunas en la lógica e inconsistencias, ya que la acción está siendo conjurada en la mente, pero no tiene necesariamente un correlato en el mundo físico. Más bien, la mejor manera de determinar si la acción de un drama dado puede mantener el interés y la credibilidad de la audiencia es imaginándola como si se desarrollara en un escenario, frente al propio escritor. Así, el escritor se convierte en un observador objetivo de la acción y puede señalar inmediatamente lo que no está en relación con una causa probable o necesaria.

Sin embargo, el poeta también debe ser cuidadoso al pensar la puesta en escena y la gesticulación que harán quienes representen a los personajes, puesto que si las escenas se gesticulan demasiado histriónicamente se puede producir un efecto de ridículo o grotesco que hará peligrar toda la obra. Sobre este problema Aristóteles volverá en otros capítulos.

A continuación, Aristóteles indica que la tragedia está compuesta tan solo por dos partes: la complicación y el desenlace. La complicación, a la que también se le llama nudo, comienza con un detonante que pone en movimiento una cadena de eventos. En algún momento la cadena alcanza un clímax, donde la suerte del héroe debe cambiar irreversiblemente de buena a mala (una tragedia) o de mala a buena (una comedia). El desenlace está compuesto simplemente por todo lo que se extiende desde esta transformación que comienza en el clímax hasta el final de la obra.

Por ejemplo, en Edipo Rey, una tragedia que ya se ha mencionado en la sección anterior, la complicación presenta a Edipo descubriendo sus propios crímenes, y desde allí, el desenlace muestra al espectador su automutilación y su redención. A menudo, entonces, el clímax tiene lugar en el momento del cambio de fortuna (o peripecia) clave o en el reconocimiento propio de la tragedia. Si no estuvieran estos dos momentos, el autor debería apoyarse en alguna otra forma de invención para crear un clímax, y esto es lo que suele suceder en los dramas de tema ético o pasional, como afirma Aristóteles en su resumen de los tipos de tragedia. A estas dos tragedias, en las que no se incluyen ni cambio de fortuna ni reconocimiento, las llama tragedia patética y tragedia de carácter.

Existe otra trama que Aristóteles destaca en este pasaje, a la que llama “estructura épica” (p. 92). La característica distintiva de esta estructura es que se compone de múltiples argumentos. El mejor ejemplo que se puede mencionar de esta estructura es la Ilíada, el más famoso de los poemas homéricos, cuya extensión es muchísimo mayor a la de una tragedia, y los episodios que se encadenan al argumento podrían ser material para una buena cantidad de tragedias.

El capítulo siguiente, el 19, está dedicado a la dicción y al discurso. Para Aristóteles, el concepto de discurso abarca “todas aquellas cosas que se expresan por medio del lenguaje” (p. 94), mientras que la dicción se refiere al estudio de las formas de pronunciación y entonación. Como lo explica Sergio Albano, “La dicción, o también elocución, se refiere a los modos y figuras adecuadas de la pronunciación y entonación de las palabras. Asimismo, el estilo o modo de la entonación será diferente en cada caso y conforme al tema o asunto que trata, como así el medio del que se vale. En este caso, Aristóteles se refiere a la dicción o elocución poética destinada a la expresión del carácter moral” (p. 95).

La dicción está acompañada, en la representación dramática, de la gesticulación. Como hacen notar algunos críticos y el mismo Aristóteles advierte, en la tragedia griega solía incurrirse en una sobrecarga gestual que llegaba al ridículo. Estos gestos estaban codificados y se articulaban en función de un modelo preestablecido y riguroso que los poetas conocían y utilizaban para plasmar en la escena el carácter de sus personajes, aunque a veces se utilizaban de forma desmedida y terminaban viéndose grotescos a ojos del público.

También es importante señalar que la concepción de Aristóteles subordina el discurso a la acción, al considerar a este como una acción realizada por los personajes. Para Aristóteles, la acción es siempre primordial; aun sin discurso, uno podría crear un drama perfectamente sostenible, incluso magistral. El discurso, entonces, debe verse como una acción en sí misma y no como un complemento de la acción.

El último capítulo de la segunda sección de la Poética está dedicado a las partes constitutivas del lenguaje y a sus funciones, y resulta un tanto problemático para los críticos de Aristóteles, puesto que parece esbozar una teoría gramatical sin llegar a desarrollarla, y desentona con el tipo de análisis que Aristóteles viene realizando hasta el momento. Las categorías que esboza tampoco se corresponden con las categorías sintácticas y morfológicas tal como se las utiliza hoy en día (especialmente en lo que respecta a la definición de conjunción, artículo y nombre), y tienen interés tan solo muy específicamente para filólogos y estudiosos del griego clásico. Al respecto, baste decir que Aristóteles dedica una explicación somera a los componentes que componen el lenguaje que el poeta usa porque son el instrumento con el que componen sus obras.