Papá Goriot

Papá Goriot Resumen y Análisis "La muerte del padre"

Resumen

Al día siguiente, Rastignac se prepara para mudarse de la pensión cuando Delphine llega a ver para su padre. Sin que ellos lo sepan, Rastignac escucha su conversación a escondidas. Delphine está preocupada porque su esposo invirtió todo el dinero de su dote y no tiene nada para devolverle si ella y su padre continúan con la demanda judicial. El hombre le promete que, si ella espera algunos años, podrá devolverle más dinero, e incluso le dará independencia económica y será un mejor marido. Su petición la conmueve y no está segura de cómo debe proceder. Aunque Goriot se enfurece e insiste en que él la está engañando, Delphine le explica que su esposo está implicado en negocios turbios y que no podrán recuperar su dinero sin arriesgar su propio nombre y reputación.

La conversación se interrumpe cuando llega Anastasie, que se encuentra terriblemente angustiada. La joven explica que su amante Maxime, un ludópata empedernido, se endeudó a causa del juego y llegó al punto de querer suicidarse. Debido a ello, Anastasie empeñó un valioso juego de joyas, proveniente de la madre de su marido, para salvar a su amante. Como el señor de Restaud se enteró de ello, ahora quiere el acceso firmado a todo su dinero y propiedades a cambio de no divorciarse de ella y privarla de sus hijos. Además, Anastasie afirma que no ha llegado a saldar todas las deudas de su amante y le pide a Goriot, que se encuentra en la completa miseria luego de haber alquilado el departamento para Delphine, que la ayude con ello. Cuando Goriot afirma, devastado por la culpa, que no puede ayudarla, las dos hermanas comienzan a discutir. En ese momento, Rastignac irrumpe en la habitación y se ofrece a asumir la deuda restante él mismo, pero Anastasie se mortifica de que él conozca sus secretos y sale furiosa de la habitación.

Las desdichas y peleas de las hermanas enferman gravemente a Goriot. Por ese motivo, luego de acompañar a Delphine a casa, Rastignac vuelve a la pensión para encargarse del anciano. Allí se encuentra con Bianchon, quien afirma que Goriot “parece estar a punto de sufrir una seria apoplejía” (394) y que puede que muera pronto. Rastignac culpa internamente a las hijas del anciano, quienes “le habían golpeado el corazón sin descanso” (394).

Esa noche, Rastignac cena con Delphine y disfrutan compartiendo el tiempo en su nuevo departamento. Aunque él está preocupado por Goriot, ella le dice que su “papá es fuerte” (395). A su vez, Delphine le menciona un dato importante respecto al baile al que los invitó Beauséant: ese mismo día, el marqués de Ajuda-Pinto se casará con la señorita de Rochefide, y toda la alta sociedad parisina, salvo la señora de Beauséant, está al tanto de ello. Al parecer, todos quieren disfrutar del macabro placer de verla obligada a aparecer en público con el corazón roto.

Cuando Rastignac regresa a la pensión, la señora Vauquer lo acusa de no haberse mudado aún y exige que cubra un mes adicional de él y de Goriot. Pese a su dificultad económica, Goriot está demasiado enfermo como para moverse, por lo que Rastignac accede a la demanda de la señora Vauquer.

Mientras Rastignac estaba ausente, Goriot recibió otra visita de Anastasie, quien le pidió más dinero para cubrir el costo de su vestido de fiesta. Como Bianchon le afirma a Rastignac que Goriot tiene las horas contadas, el joven corre a darle la noticia a Delphine. Sin embargo, su amante insiste en asistir al baile esa noche. Aunque Rastignac intuye que ella es “capaz de pasar por encima del cadáver su padre para ir al baile”, él no tiene “fuerzas para desempeñar el papel del razonable, ni el valor para disgustarla, ni el valor para dejarla” (403). Finalmente, Delphine promete visitar a Goriot cuando finalice la fiesta.

En el baile, Beauséant soporta su dolor con entereza y le confía a Rastignac que se irá de París al día siguiente para vivir tranquilamente en el campo. El joven acompaña a su prima durante toda la velada y la despide afectuosamente en el final del baile. Luego de haber sido testigo de la vileza de la élite parisina, Rastignac siente que “su educación se completaba” (408).

Rastignac regresa tarde a la pensión, donde continúa asistiendo a Goriot. Como ya no sabe cómo pagar sus cuentas y las medicinas del anciano, le pide a Bianchon que empeñe el reloj de oro que le regaló Delphine. Además, intenta consolar a Goriot, quien agoniza con la esperanza de que sus hijas lo visiten. Con la huída de su prima y la inminente muerte del anciano, Rastignac lamenta que “las almas más bellas no puedan permanecer mucho en este mundo” (411).

Con el objeto de cumplir los últimos deseos de Goriot, Rastignac visita la casa Restaud y le explica al conde que su suegro se está muriendo, pero el hombre se muestra desinteresado por completo. Por su parte, Anastasie no está dispuesta a desobedecer a su marido, por lo que decide quedarse también en la casa. Cuando Rastignac hace la prueba con Delphine, la joven le dice que se siente enferma por la fiesta de la noche anterior. Para colmo, luego le recrimina que no lleve el reloj que le regaló. Enfurecido, Rastignac le reclama que tuvo que empeñarlo para pagar la mortaja de su padre. La joven comprende la gravedad del asunto, lo despide y le dice que irá inmediatamente para la pensión.

Cuando Rastignac regresa, Bianchon le dice que utilizó el dinero restante para hacer que Goriot se sienta más cómodo. Momentos después, el anciano cae inconsciente mientras lamenta la indiferencia y la falta de amor de sus hijas. En ese instante se presenta Anastasie, quien permanece al lado de su padre hasta que este muere, minutos después.

Finalmente, Rastignac y Bianchon organizan un pobre funeral para el hombre. Aunque Rastignac intenta que las familias Restaud y Nucingen contribuyan con algo de dinero, nadie responde a su pedido. Además, Rastignac se presenta en la casa de las dos familias para que alguien vaya al funeral, pero no le abren las puertas en ninguna de las mansiones.

Cuando terminan de enterrar el cadáver, Rastignac se queda solo en el cementerio y derrama sobre la tumba del anciano “su última lágrima de muchacho” (430). Luego contempla París desde lejos y resuelve comprometerse con su objetivo de encontrar un lugar en la sociedad parisina. A continuación, se dirige con seguridad a cenar en su departamento junto a Delphine.


Análisis

En “La muerte del padre”, la esperanza de un futuro prometedor para Goriot, Rastignac y Delphine se extingue rápidamente cuando queda claro que Delphine nunca llegará a comprometerse emocionalmente con su amante ni con su padre. Desde el momento en que la joven advierte las consecuencias económicas y sociales que deberá pagar por separarse de su marido, empieza a dudar de su plan de vida junto a Rastignac, que tan cuidadosamente había planeado junto a su padre.

La inconsistencia respecto de los deseos de Delphine se nos presenta simbólicamente en la venta del reloj que la joven le había regalado a Rastignac como muestra de afecto y compromiso. Este objeto de gran valor económico y sentimental termina empeñado por Rastignac cuando este ya no tiene dinero para ayudar a Goriot a batallar contra su enfermedad. Sin embargo, de haber recibido ayuda de alguna de las hijas o yernos del anciano, el joven habría podido conservar su preciado accesorio. Símbolo de la naturaleza superficial, materialista y poco duradera del amor que puede ofrecer Delphine, la venta del reloj anticipa el carácter superficial y efímero de la relación entre ambos jóvenes.

Las joyas de Anastasie, en este punto, cumplen una función similar. La joven recibe en su matrimonio un valioso juego de joyas perteneciente a la madre de su marido. Sin embargo, cuando Maxime acude en su ayuda debido a que se ha endeudado por su adicción al juego, Anastasie decide empeñarlas para saldar sus cuentas. Esto enfurece a su marido, quien, habiendo descubierto la falta de Anastasie, la amenaza con divorciarse. Esta acción la dejaría sin dinero, sepultada socialmente y sin poder ver a sus hijos. Vinculadas a los tópicos del dinero, las apariencias y la infidelidad, las joyas simbolizan tanto la reputación perdida de la joven como la pérdida de su respetabilidad dentro del matrimonio. Pese a que su esposo tolera el amorío de Anastasie, cuando ella empeña los diamantes evidencia públicamente su infidelidad y viola el contrato tácito en el que se sostiene su matrimonio.

En contraste con Anastasie y Delphine, Rastignac demuestra -pese a sus acciones e intereses cuestionables- una lealtad e integridad genuinas al encargarse con dedicación de Goriot en su lecho de muerte. Sin lazo de sangre que lo una al anciano, se comporta como un hijo devoto, en contraste con las propias hijas de Goriot. El anciano, por su parte, se aferra ingenuamente y hasta último momento a la creencia de que sus hijas van a acudir a él. Sin embargo, las pruebas de su desamor acaban golpeándolo en la cara y no tiene más opción que hacerse cargo de la cruda realidad: “Ellas se vengaron con creces de mi cariño, me torturaron como verdugos. ¡Bueno!, ¡son tan tontos los padres! Las amaba tanto que volvería a ellas como un jugador al juego” (415).

Este pasaje nos ofrece dos comparaciones: por un lado, las hijas de Goriot aparecen caracterizadas como verdugos, es decir, personas encargadas de ejecutar a los condenados a muerte. Si consideramos que el castigo que ellas le producen solo se justifica por el desmesurado amor que Goriot tiene por ellas, esta comparación contiene un terrible dramatismo. Por otro lado, sin embargo, el desamor de sus hijas no le alcanza al anciano para recapacitar acerca de su rol paterno. Él afirma que su amor es similar al que siente ‘un jugador por el juego’; asume la forma de una adicción, de un cariño que raya lo patológico.

El baile de la vizcondesa de Beauséant ejemplifica en forma contundente el desgaste de los vínculos afectivos de la alta sociedad parisina. Los supuestos amigos y conocidos de Beauséant disfrutan del placer hipócrita de verla sufrir y avergonzarse públicamente. Se vuelve evidente que los individuos no solo buscan beneficiarse a sí mismos en forma egoísta, sino que también disfrutan de la desgracia ajena.

Esta experiencia nos ofrece una última etapa en la educación de Rastignac: “Eugène volvió caminando a la Casa Vauquer, el tiempo estaba húmedo y frío. Su educación se completaba” (408). El joven se ve obligado a aceptar que asistir al baile es más importante para Delphine que ver a su padre moribundo, al tiempo que se enfrenta a la imagen de su prima de Beauséant derrotada por la sociedad. En este punto, todos los mentores de Rastignac acaban derrotados: Vautrin ha sido arrestado, la vizcondesa se exilia con el corazón roto y Goriot agoniza en la más absoluta soledad.

Con el final de la novela, termina de quedar explícita la posición crítica que tiene Balzac respecto a la pérdida de los valores morales y la disolución de los lazos afectivos como consecuencia del nuevo orden económico y social que impera en la París posrevolucionaria. Este final angustiante y cínico provoca que la imagen final de Rastignac sea aún más potente en términos narrativos. El sombrío espectáculo del solitario funeral, los tonos grises y pálidos del cementerio, la pobreza de los elementos mortuorios; todas las imágenes que componen esta última escena refuerzan una idea del mundo como un lugar frío, injusto e implacable, un mundo en en el que la amabilidad y la generosidad no garantizan nada.

Sin embargo, en lugar de renunciar a sus ambiciones, nuestro protagonista termina por comprometerse a encontrar un lugar para sí mismo en la ciudad. El narrador dice que Rastignac “miró la tumba y sepultó en ella su última lágrima de muchacho” (430). Con ello, sepulta también cualquier resabio de ingenuidad respecto al funcionamiento del mundo al que quiere incorporarse. Completado su aprendizaje, camina hacia lo alto del cementerio, observa “París tortuosamente acostada a lo largo de las dos orillas del Sena” (431) y asume con resolución su intención de pertenecer a la aristocracia: “Y como el primer acto del desafío que le dirigía a Sociedad, Rastignac fue a cenar a lo de la señorita Nucingen” (431).