Operación Masacre

Sinopsis

A las 23:30 del 9 de junio de 1956, la policía de la Provincia de Buenos Aires allana una casa en la localidad de Florida y detiene a doce civiles que suponen implicados en la rebelión liderada por el general Juan José Valle contra la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu. Unas seis horas después, antes de amanecer, los detenidos fueron llevados por la policía a un basural de José León Suárez, en el conurbano de Buenos Aires, donde les dispararon con la intención de matarlos. Cinco detenidos fueron asesinados y siete sobrevivieron, algunos de ellos con graves lesiones. Las cinco personas asesinadas fueron Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damían Rodríguez. Los siete sobrevivientes fueron Reinaldo Benavidez, Rogelio Díaz, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Miguel Ángel Giunta, Juan Carlos Livraga y Julio Troxler.

Para contar las vidas y los últimos pasos de los protagonistas, el autor narra lo sucedido la noche de los asesinatos y muestra el expediente judicial que se genera. Elegirá una forma llana de escritura, manteniendo un cuidadoso equilibrio entre lo novelado y lo testimonial.

La tensión sube y el ritmo de la novela aumenta mientras avanza. Walsh utiliza recursos sencillos para consolidar la veracidad de lo narrado, como la descripción de las emociones y pensamientos que pudieron haber tenido esos hombres. De ese modo, el relato de la masacre suma a los fríos hechos, los últimos diálogos y pensamientos de las víctimas antes de morir en aquel basural. El libro incluye también el estremecedor relato verídico de Horacio Di Chiano, uno de los sobrevivientes, cuando luego del tiroteo, ha quedado ileso boca abajo entre la basura y comprende que están rematando a los caídos y que ahora le toca a él:

No los ve pero sabe que le apuntan a la nuca. Esperan un movimiento. Tal vez ni eso. Tal vez le tiren lo mismo. Tal vez les extrañe justamente que no se mueva. Tal vez descubran lo que es evidente, que no está herido, que de ninguna parte le brota sangre. Una náusea espantosa le surge del estómago. Alcanza a estrangularla en los labios. Quisiera gritar. Una parte de su cuerpo -las muñecas apoyadas como palancas en el suelo, las rodillas, las puntas de los pies- quisiera escapar enloquecida. Otra -la cabeza, la nuca- le repite: no moverse, no respirar.

El tiro de gracia nunca llegó y Don Horacio, como le decían en el barrio, sintió que había nacido de nuevo. A Livraga le perforaron la cara con el tiro de gracia, pese a lo cual logró sobrevivir malherido, para volver a ser detenido en el hospital al que había sido llevado por dos policías ajenos a la matanza, con la intención de que muriera en la comisaría de San Martín (Buenos Aires) por falta de atención médica. Luego lo pasaron a la cárcel de Olmos, donde estuvo se encontró con Giunta, que antes había sido sometido a tortura psicológica. Allí también fue llevado Díaz. Gavino, Benavídez y Julio Troxler (asesinado por la Triple A el 20 de septiembre de 1974) huyeron del país y se exiliaron en Bolivia.


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