Operación Masacre

Estructura interna

Los personajes

  • Carranza (muerto): no está casado pero convive con su mujer, 6 hijos, ferroviario, peronista, fugitivo.
  • Garibotti (muerto): alto, musculoso, cara cuadrada y enérgica, de ojos un poco hostiles, casado, 38 años, 6 hijos, ferroviario.
  • Don Horacio (sobreviviente):, moreno, de bigotes y anteojos, alrededor de 50 años, electricista.
  • Giunta (sobreviviente): menos de 30 años, alto, atildado, rubio, de mirada clara, expansivo, gráfico en los gestos y el lenguaje, humorístico, irónico, vendedor en una zapatería.
  • Díaz (sobreviviente):suboficial, sargento sastre retirado de la Marina, casado, 2 o 3 hijos, corpulento, provinciano, muy moreno, de edad indefinible, conversador.
  • Lizaso (muerto): 21 años, alto, delgado, pálido, de carácter retraído y tímido, tenía un padre que era peronista una vez, jugador fuerte, deja una nota sospechosa en la casa de su novia sobre la noche del fusilamiento.
  • Alarmas y presentimientos: Marcelo : amigo de la familia Lizaso y de otros protagonistas.
  • Gavino (sobreviviente): alrededor de 40 años, de estatura mediana, atlético, suboficial de gendarmería en una época, más tarde vendedor de terrenos, temperamento vivo, su esposa es encarcelada como rehén.
  • Explicaciones en una embajada: Torres - el inquilino del departamento del fondo, lleva dos o tres vidas distintas, para el vecindario es un muchacho tranquilo y popular, para la policía es un individuo peligroso y escurridizo, asilado en una embajada latinoamericana.
  • Mario (muerto): 33 años, estatura mediana, rubio, calvicie incipiente, bigotes, serio y trabajador, oficinista, estudia inglés, casado, 1 hijo, alegre, amable, tímido, no fuma ni bebe.
  • “El fusilado que vive”: Livraga (sobreviviente) - flaco, estatura mediana, rasgos regulares, ojos pardo-verdosos, cabello castaño, bigote, 23 años, temperamento reflexivo y hasta calculador, buen observador.
  • ”Me voy a trabajar…”: Rodriguez (muerto) - 35 años, cargador de bolsas en el puerto, casado, 3 hijos, exdelegado en su sindicato, peronista.
  • Las incógnitas: Aparte de los mencionados anteriormente estaba Marcelo, algunos amigos e incluso policías que estaban investigando la situación. Torres dice que hay dos hombres más, pero nadie sabe quiénes son, incluso si existieran.

Temas

Historia oral vs. historia escrita

La historia oral consiste en el acto del hablar en el que Walsh recoge los testimonios. Esto incluyen, por ejemplo, la conversación con los sobrevivientes, testigos, y las repreguntas; los que sirven como evidencias a través de la forma de hablar, emocionar, y actuar y una demostración de su honestidad y sinceridad. Graciela Alicia Foglia enseña en su artículo que el narrador “observa el mundo desde el lugar de las víctimas, confunde su voz con la de las personas que entrevistó, se apropia de palabras y modos, es así que se acerca a ese mundo, intenta conocerlo y entender lo acaecido” (Foglia 56).[5]​ Hay una tensión entre la historia oral y la historia escrita ya que se encuentra en la escritura de Walsh no sólo la representación de los testimonios, sino también la percepción y la interpretación del autor, o sea, una crítica social; por ejemplo, la injusticia y la ignorancia de la sociedad como la radio no se ha hecho ninguna referencia a la ley marcial o los acontecimientos. Además, se ve el papel de Walsh en el libro como un narrador al principio cambia a un investigador y eventualmente se convierte en un denunciante cuando ha llegado a la verdad de los hechos. Se considera, entonces, un escrito marcado por la tensión entre lo que se cree y lo que no se cree.[5]​

La injusticia estatal

A lo largo de la historia, Walsh demuestra que la justicia de este país detuvo y mató a los hombres por error. El detalle sobre su investigación es además una petición por justicia y reparación para las víctimas, dada su inocencia en el contexto de la Operación Masacre. Expone el fusilamiento como un asesinato y el hecho de que el crimen queda impune expresan que “Dentro del sistema, no hay justicia”. Aunque el libro muestra que decir la verdad no puede cambiar nada en este país durante este tiempo, Walsh deja claro acerca de su intención: una necesidad para la búsqueda de la verdad y una paz democrática. Declara en el final del libro que no persigue un objetivo político, sino un “objetivo social: el aniquilamiento a corto o largo plazo de los asesinos impunes, de los torturadores, de los “técnicos” de la picana que permanecen a pesar de los cambios de gobierno, del hampa armada y uniformada” (Walsh 103).

La violencia

La sensación de violencia cubre toda la historia, sobre todo la segunda parte del libro donde el narrador cuenta acerca de los hechos. Usando las descripciones cortas y acciones rápidas, la técnica narrativa que define el estilo se asemejan a los acontecimientos subversivos. Es decir, Walsh es capaz de producir un sentido de suspense y tensión sobre la violencia a través de su escritura. Esto también refleja sobre la cuestión acerca de la inocencia de las víctimas; lo que destaca la mayor tensión entre lo que se sabe y lo que no se sabe. La violencia, sin embargo, no sólo se basa en los hechos, como esto ha llevado a descubrir posibles problemas sociales detrás de él. Graciela Alicia Foglia sugiere que la declaración de objetivos de Walsh, el aniquilamiento de los asesinatos impunes, generaría más violencia.[5]​ El compromiso de Walsh de dar testimonios y de decir la verdad tal vez sea una declaración de guerra para luchar por un ideal de sociedad.


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