Matar un Ruiseñor

Matar un Ruiseñor Resumen y Análisis de los capítulos 19-24

Capítulo 19

Tom Robinson es llamado al estrado. Intenta poner su mano izquierda sobre la Biblia, pero es en vano porque su brazo izquierdo no es funcional. El brazo simplemente se cae de la Biblia una y otra vez. Finalmente, el juez le dice que con el esfuerzo alcanza y que puede proseguir. Atticus interroga a Tom, primero le pregunta si alguna vez fue condenado por algún crimen. Tom explica que una vez lo condenaron por pelear porque no pudo pagar la multa que lo hubiera dejado en libertad. Como aparte, el narrador explica que Atticus está probando cuán honesto sea Tom y que éste no tenga nada que ocultarle al jurado. A continuación, Tom da su versión de los hechos.

En la versión de Tom, él pasaba por la casa de los Ewell todos los días de camino al trabajo en la granja del señor Link Deas, donde recoge algodón, entre otras tareas de campo. Tom confirma que un día de la primavera pasada, Mayella le pidió que partiera un viejo armario ropero con un hacha, pero eso fue mucho antes del día de noviembre en cuestión. Después de que Tom le hizo el favor, Mayella solía pedirle que la ayudara con pequeñas tareas de la casa cuando lo veía pasar. Le ofreció una moneda la primera vez, pero él se negó a aceptarlos porque sabía que la familia casi no tenía dinero para nada. Dijo que la ayudó porque ella parecía no tener a nadie más de quien pedirle ayuda, y que jamás entró a la casa de los Ewell sin que fuera invitado. Scout piensa en lo sola que está Mayella: es tan pobre que las personas blancas no quieren relacionarse con ella, y las personas afroamericanas la evitan porque es blanca y como tal peligrosa en sí.

Atticus le pregunta sobre los eventos del 21 de noviembre de ese año. Tom dice que pasó por la casa de los Ewell, como de costumbre, y todo parecía estar tranquilo. Mayella le pidió que entrara y que arreglara una puerta rota, pero cuando entró a la casa, la puerta no parecía estar rota. Entonces, Mayella le cerró la puerta a sus espaldas y le dijo que había enviado a sus hermanos al pueblo a buscar helado, y que había ahorrado por mucho tiempo para poder darle cinco centavos a cada uno. Tom está por irse, pero ella le pide que baje una caja de otro armario ropero. Cuando Tom estaba por alcanzar la caja, Mayella le abrazó por sus piernas. Él estaba tan asustado que volcó una silla. A continuación, lo abrazó por la cintura y le besó en la mejilla, y, como Tom explica, le dijo que “nunca había besado a un hombre adulto y que lo mismo daba que besase a un negro. Dijo que lo que hiciese su padre no importaba”. Mayella le pidió que le devolviera el beso, y Tom le pidió que lo deje ir. Sin embargo, estaba apoyada sobre la puerta, y él no quería maltratarla para que se moviese. Sabe que al ser afroamericano, si le pone las manos encima podría costarle la vida. Es entonces que llega el señor Ewell, entra, le dice a su hija que es una “puta” y que matará a Tom. Tom huye asustado.

A continuación, le toca al señor Gilmer interrogarle a Tom, y lo hace de forma más bien agresiva, solo llamándole “muchacho” (boy). El señor Gilmer intenta comprender las motivaciones de Tom para ayudar a Mayella e insinúa que Tom debe tener motivos ocultos por hacerlo. Tom finalmente dice que solo intentó ayudarla porque le dio pena, lo que desata un escándalo significativo en el público porque les resulta inaceptable que un hombre afroamericano sienta pena por una mujer blanca, o que la exprese en público. El señor Gilmer le pregunta a Tom si piensa que Mayella mentía cuando le pidió que partiera el armario ropero, allá en noviembre. Tom evita una trampa potencial al decir que cree que Mayella debe estar “confundida” sobre esto y todo lo demás. El señor Gilmer le pregunta a Tom por qué corrió si no había hecho nada malo, y Tom dice que tenía miedo de ser llevado a juicio, no por lo que hizo, sino por lo que no hizo.

A esta altura, Dill empieza a llorar, y Scout lo saca del tribunal. Él dice que no puede soportar ver al señor Gilmer ser tan irrespetuoso con Tom. Scout dice que todos los abogados son así y que el señor Gilmer ni siquiera se estaba esforzando como otras veces. Dill señala que Atticus no es así. Una voz cordial detrás de ellos concuerda con ellos en que también le da asco; cuando voltean a ver quién es, se encuentran con el señor Dolphus Raymond.

Capítulo 20

El señor Dolphus Raymond es conocido como el borracho del pueblo porque siempre carga su bebida en una bolsa de papel madera y tiende a tambalear cuando camina. Es el mismo señor Raymond de antes, que está casado con una mujer afroamericana y tiene hijos mestizos. Cuando salían del tribunal, Dill y Scout se cruzan con él, y éste le ofrece un sorbo de su bebida a Dill. Scout es precavida, pero el señor Raymond le promete a Dill que lo hará sentir mejor. Dill toma un sorbo y descubre que el señor Raymond esconde una botella de Coca-Cola en su famosa bolsa de papel madera. Scout le pregunta por qué hace eso, y el señor Raymond le explica que siente que necesita darle al pueblo alguna razón de su extraña conducta (es decir, el ser amigable con la gente afroamericana). El señor Raymond cree que a las personas les resulta más fácil manejar lo extraño si tienen una razón que lo explique. Por eso es que simula ser un borracho. Dice que piensa que niños como Dill, que se angustian con el juicio, no perdieron el instinto que les indica que está mal que las personas blancas “hundan a los de color en el infierno” sin respetar su humanidad elemental.

Scout y Dill regresan al tribunal, donde Atticus está comenzando su discurso al jurado. Atticus explica que el caso es muy sencillo porque no hay pruebas médicas y los testimonios contra la inocencia de Tom son dudosos. Atticus continúa explicando que Mayella ha “quebrantado una norma de nuestra sociedad, rígida y consolidada por el tiempo” al intentar seducir a un hombre afroamericano. Él es consciente de que ella es pobre e ignorante, pero dice: “No puedo compadecerla: es blanca”. Explica que Mayella siguió sus deseos, aunque sabía del prejuicio social contra sus actos. Habiendo quebrantado una de las normas más rígidas de la sociedad, ella eligió “apartar de sí la prueba de su falta”, Tom Robinson, al testificar contra él. Atticus acusa a Mayella de intentar librarse de la prueba de su crimen.

Atticus sugiere que el señor Ewell golpeó a su propia hija, como lo demuestran los moretones en el lado derecho del rostro de Mayella. El señor Ewell es zurdo, mientras que es imposible que Tom pueda usar su mano izquierda para golpear. Atticus señala que el caso se reduce a la palabra de un hombre afroamericano contra el mundo de la gente blanca, y que el caso de los Ewell depende de las suposiciones del jurado de que “todos los negros mienten”.

Poco usual en él, Atticus se afloja la corbata y se quita el saco, algo que Scout y Jem no pueden creer estar viendo porque jamás anda así de casual. En sus alegatos finales, Atticus le habla directamente al jurado y le recuerda encarecidamente que algunos afroamericanos mienten y otros no, y esto también se aplica a la gente blanca; le dice al jurado que en un tribunal de derecho “todos los hombres son creados iguales”. Un tribunal no es, sin embargo, mejor que los miembros que lo componen, y les pide que cumplan con su deber. Con el discurso llegando a su fin, Scout y Jem ven que Calpurnia avanza hacia donde está Atticus.

Capítulo 21

Calpurnia le alcanza una nota a Atticus por parte de la tía Alexandra, quien está preocupada por que los niños estuvieron todo el día fuera de casa. El tribunal es testigo de este intercambio, y luego se la señala a Atticus la presencia de los niños en la corte. Él envía a los niños de vuelta a casa, pero les permite escuchar el veredicto del jurado después de que hayan cenado. Los niños vuelven, y la tía Alexandra está muy apenada de escuchar que los tres, especialmente Scout, estuvieron en el tribunal. Todos cenan y luego regresan al tribunal. El jurado todavía está deliberando, y el tribunal sigue repleto. Normalmente, las personas suelen salir a comer o a dar una vuelta a la manzana, pero debido a lo importante del caso, todos se quedaron en el tribunal y esperan con ansias la decisión. Todos están en silencio y quietos, y Scout tiene la piel de gallina. Finalmente, el jurado vuelve. Scout nota que ningún miembro del jurado mira a Tom y lo toma como una mala señal. Mientras tanto, ella y Jem no pueden creer que alguien sería capaz de condenar a Tom ya que es más que evidente que es inocente. El juez Taylor llama al jurado, y cada hombre declara culpable a Tom. Atticus le dice algo al oído a Tom y sale del tribunal. Todos los afroamericanos que estaban en el balcón se ponen de pie como forma de honrar a Atticus cuando éste pasa por delante de ellos.

Capítulo 22

Jem está llorando y enojado, creyó que el caso estaba claramente a favor de Tom. Atticus está agotado, y cuando Jem le pregunta cómo pudo hacer eso el jurado, él responde: “No lo sé, pero lo han hecho. Lo habían hecho en ocasiones anteriores, lo han hecho esta noche y lo harán de nuevo, y cuando lo hacen parece que solo lloran los niños”. Sin embargo, la mañana siguiente, le explica que hay grandes chances de apelar la decisión en la corte suprema. Calpurnia informa que la comunidad afroamericana le dejó a Atticus todo tipo de regalos en agradecimiento: pollos, pan y otros productos que han ocupado toda la casa. Al ver semejante generosidad, a Atticus se le llenan los ojos de lágrimas. Dice que está muy agradecido, pero le dice a Calpurnia que ellos no deberían dar ese tipo de regalos cuando la situación económica está tan difícil para todos.

Dill viene a desayunar y les comenta a todos que la señorita Rachel piensa que “si un hombre como Atticus Finch quiere dar cabezazos contra la pared, suya es la cabeza”. Los niños salen, y la señorita Maudie los salva de los rumores de la señorita Stephanie al invitarlos a comer una porción de pastel. La señorita Maudie dice que Atticus es alguien que hace el trabajo que otras personas no quieren hacer. Jem está desanimado y decepcionado con los habitantes de Maycomb, de quienes solía pensar que “eran los mejores del mundo”. Él piensa que nadie, excepto Atticus, trabajó para salvar a Tom; pero la señorita Maudie le señala que muchas personas ayudaron, incluido el sheriff Tate, la comunidad afroamericana y, especialmente, el juez Taylor, que le ofreció el caso a Atticus en un principio. El señor Tate le asignó el caso a Atticus porque sabía que Atticus se iba a dedicar en serio al caso. La señorita Maudie dice que aunque Atticus sabía que no podía ganar, se las ingenió para que el jurado discutiera más tiempo de lo normal, algo que ninguna otra persona logró, y que eso es un logro en sí. Ella dice: “Estamos dando un paso adelante; no es más que un paso de niño, pero es un paso”.

Mientras se iban, Dill dice que quiere ser un payaso cuando crezca porque “con respecto a la gente, no hay otra cosa que pueda hacer que reírme; por lo tanto, ingresaré en el circo y me reiré hasta volverme loco”. Los niños ven al señor Avery, a la señorita Stephanie y a la señorita Rachel discutir animadamente en la calle. Aparentemente, el señor Ewell vio a Atticus en la oficina de correos, le escupió la cara y le dijo que “se las pagaría aunque ello le costara todo lo que le quedaba de vida”.[JC1] [JC1]Please confirm that this is the exact wording used in the provided translation, and provide the page number.

Capítulo 23

A Atticus no le preocupa la amenaza del señor Ewell, y les dice a sus preocupados niños que el señor Ewell —quien perdió toda credibilidad ante el público en el juicio— solo necesita sentir que haya tomado represalias contra alguien, y mejor que sea Atticus y no los niños Ewell.

Tom está preso en una prisión carcelaria (en la cual los prisioneros hacen trabajo duro a fuerzas), y su esposa e hijos no tienen permitido visitarlo. Atticus piensa que hay grandes chances de que no sea ejecutado si el gobernador le conmute la sentencia. Comenta que muchas personas son condenadas a muerte sobre la base de pruebas puramente circunstanciales. Jem piensa que los jurados no deberían formar parte de los juicios porque no toman decisiones lógicas. Atticus responde que los hombres no se comportan de forma racional en algunas situaciones y siempre creerán en la palabra de un blanco por sobre la de un afroamericano. Además, le dice a Jem que cualquier blanco que engaña a un afroamericano es una basura.

Jem y Atticus hablan sobre qué impide que las personas sean parte del jurado. Las mujeres no pueden ser parte del jurado en Alabama (a lo cual objeta Scout), y muchas personas no quieren involucrarse en casos legales porque su estilo de vida depende de alguna manera de mantener buena relación con ambas partes. Jem piensa que el jurado decidió muy rápido, pero Atticus le recuerda que tardaron varias horas, lo que es mucho más de lo normal. Usualmente, un caso como el de Tom se hubiera resuelto en cuestión de minutos. Atticus ve esto como una señal de los comienzos de un cambio para mejor. También, revela que llegó a sus oídos que el miembro del jurado que mantuvo a todos durante tanto tiempo fue un Cunningham; él defendió la inocencia de Tom. Atticus piensa que todos los Cunningham defenderán a cualquiera que gane su respeto, sin fallarle, y que el incidente de la cárcel hizo que la familia Finch se ganase su respeto.

Al enterarse de que Walter Cunningham creía que Tom era inocente, Scout quiere invitar a su hijo a almorzar más seguido, pero la tía Alexandra se opone porque cree que los Cunningham no son la clase de personas correctas con las que Scout debe juntarse. Scout puede ser amable y educada con Walter, pero no puede invitarlo a su casa porque “es basura”.

Scout se enoja por esto y va a contarle a Jem. Jem intenta animarla y le muestra orgulloso cómo empieza a crecerle vello en el pecho; Scout simula verlo y lo felicita. Jem le explica que quiere empezar fútbol el año próximo. A continuación, intenta consolar a Scout al explicarle que la tía Alexandra solo intenta convertirla en “una dama”. Dice que hay cuatro tipos de personas en el condado de Maycomb: las personas “corrientes”, como ellos; las personas como los Cunningham, en los bosques; las personas como los Ewell, en el vertedero; y las personas afroamericanas. Cada clase menosprecia y desprecia a la que está debajo. Los dos intentan resolver qué es exactamente lo que separa y distingue a las categorías de gente blanca. La historia no parece importante al asunto porque todas las familias son igual de antiguas. Jem piensa que estas definiciones de clases tienen que ver con cuánto tiempo una familia lleva sabiendo leer y escribir. Scout no está de acuerdo y piensa: “Solo hay una clase de personas. Personas”. Jem dice que solía pensar eso, pero no entiende por qué se desprecian si ése es el caso. Jem parece estar muy frustrado con la sociedad y agrega que tal vez Boo Radley esté encerrado porque lo prefiere así.

Capítulo 24

Jem y Dill se fueron a nadar y no dejaron que Scout los acompañe porque planeaban hacerlo desnudos. La tía Alexandra invita a unas damas de la Sociedad Misionera de Maycomb y hace participar a Scout para que aprenda a comportarse como una dama. Las mujeres discuten los apuros del tribu Mruna, un grupo no cristiano de África que se dicen vivir en la miseria y que se están siendo convertidos gracias a los esfuerzos de un misionero llamado J. Grimes Everett. Scout no disfruta estar con estas mujeres, pero hace su mejor esfuerzo para participar. La discusión pasa hacia el tema de la esposa de Tom, Helen. Aparentemente, los cocineros afroamericanos y los trabajadores de campo de Maycomb estaban disconformes durante la semana siguiente al juicio. Una de las damas comenta cuánto le disgusta un “negro preocupado” y dice que cuando su sirvienta afroamericana tardó más en hacer sus tareas durante la época del juicio, le recordó que Jesús jamás se quejó. Otra dama dice que no hay educación que alcance para convertir a los afroamericanos en “cristianos” y que “esas noches ninguna señora está segura en su cama”. La señorita Maudie muestra secamente que no está de acuerdo con esto. La tía Alexandra tranquiliza todo con si fuera por magia. Otra dama dice que las personas del norte son hipócritas que reclaman darle los mismos derechos a los afroamericanos, pero en realidad no se juntan con ellos; mientras que, en el sur, las personas son muy directas sobre su falta de voluntad de compartir el mismo estilo de vida.

Scout recuerda que Calpurnia le dijo a Atticus que el día que Tom fue internado en la prisión, éste perdió toda esperanza. Atticus no podía prometerle a Tom una absolución, y por lo tanto, no intentó tranquilizarlo dándole falsas esperanzas. De repente, Atticus entra en la casa y pide que la tía Alexandra y Calpurnia vayan a la cocina. Él les informa que Tom intentó escapar de la prisión, y los guardias lo mataron a tiros. Aparentemente, los guardias intentaron mandar que se detuviera y dispararon al aire, pero Tom no se detuvo. Atticus necesita que Calpurnia lo acompañe a ver a la esposa de Tom para darle las noticias. Los dos se marchan, y, en la cocina, la tía Alexandra le dice a la señorita Maudie que está preocupada por Atticus. El juicio lo ha dejado exhausto y parece no tener fin. La señorita Maudie piensa que el pueblo le rinde a Atticus el tributo más grande al poner en él la confianza de que obrará rectamente. Estas personas son de los pocos que tiene “historia” (eufemismo para estatus social heredado) y que saben que los afroamericanos merecen recibir algo de justicia. Las dos mujeres están bastante consternadas, pero se unen a las otras sin esfuerzo. Scout se siente orgullosa de su tía Alexandra y de la señorita Maudie, y, por primera vez, se siente dispuesta a ser una dama, con la idea de que “si la tía podía ser una dama en un momento así, también podía yo”.

Análisis

El estado de discapacidad de Tom es más que un recurso argumental. También funciona como un emblema para su desventaja en la vida como hombre afroamericano bajo el sistema norteamericano de apartheid. Su brazo resultó herido en una desmotadora de algodón, una máquina que usaban principalmente los esclavos y, tras la abolición de la esclavitud, los albañiles y peones (casi siempre negros) en las fincas de algodón. El legado de la esclavitud deja discapacitado a Tom en el tribunal y en su vida cotidiana, al igual que su lesión actual sigue siendo una carga constante para él.

La triste situación de Mayella se detalla en el testimonio de Tom. Su breve comentario sobre “lo que hiciese su padre no importaba” es un indicio de que su padre probablemente abusaba de ella, tal vez hasta sexualmente. Mayella es una solitaria, como los niños “mestizos” Raymond de los que Jem habló antes, porque no pertenece ni al círculo de los blancos ni al de los afroamericanos.

La idea de que una persona afroamericana pueda sentir pena hacia una persona blanca va en contra de todas las convenciones y jerarquías sociales de Maycomb, por eso es que el comentario de Tom en el tribunal es extremadamente provocativo. La vida de los afroamericanos es concebida como inferior a la de los blancos, según una supuesta regla de la naturaleza, lo que hace que los sentimientos de Tom por Mayella socaven toda la estructura social sobre la que se basa el pueblo. Como explica Jem en el capítulo 23, cada clase menosprecia a la que está debajo de ella, de modo que los afroamericanos, al ser la clase más baja, no deberían sentir pena por nadie.

Que Dill se sienta enfermo durante el contrainterrogatorio del señor Gilmer es una muestra de su sensibilidad extrema, como un niñito, ante la fealdad de los prejuicios y de la maldad de la sociedad. Scout intenta ver los actos del señor Gilmer como parte de un método de trabajo que éste intenta llevar a cabo; para comprenderlo mejor, tiene en cuenta la recomendación de Atticus de “ponerse en el lugar del otro”. Sin embargo, es indiscutible que el señor Gilmer no se comporta de la forma honrada en que lo hace Atticus. Atticus les habla a todos los testigos con respeto, mientras que el señor Gilmer menosprecia a Tom en el tribunal al llamarlo “muchacho” y al mirarlo con desdén. El clásico método en que Dill maneja las situaciones es huir, y aquí también lo hace; huye del tribunal acompañado de Scout.

En el Capítulo 20, Atticus apela al sentido de dignidad del jurado, y cuando reúne todos los hechos del caso, enfatiza la simplicidad de las pruebas y demuestra que los hechos apuntan a la inocencia de Tom. Como se verá claramente más adelante, Atticus jamás creyó que el jurado dejaría en libertad a Tom, aunque esperaba que lo hicieran, como lo demuestra su alegato final, por lo bajo: “En nombre de Dios, créanle”. Todo lo que Atticus puede esperar es impresionar al pueblo al exponer la verdad a la vista de todos.

El modo en que Atticus trata a Mayella revela que, aunque fue sin duda víctima de muchas crueldades, ella eligió ser cruel con Tom, y eso no se le puede perdonar. Como Atticus señala, Mayella quiere protegerse echándole la culpa a Tom, aunque sabe que sus actos le causarán la muerte porque el jurado le creerá a ella, una mujer blanca, y no a él, un afroamericano. Por lo tanto, ella manipula la injusticia de la sociedad para su propio beneficio.

El señor Raymond —como Scout observa en otro lado— es una persona de un estatus social alto que puede actuar de forma poco ortodoxa y que todos lo acepten no solo porque, como dijo, les da a las personas un “motivo” que justifica su conducta, sino también a través de la clásica expresión “él es así”. La capacidad de ser perdonado por ciertas excentricidades no es algo que se les permite a todas las personas. El señor Raymond es dueño de una gran cantidad de tierras y un empresario exitoso. Sin embargo, si un Ewell se comportara del mismo modo, no se lo perdonaría tan fácil.

En el Capítulo 21, Jem estaba seguro de que el juicio se resolvería a favor de Tom después de todas las pruebas expuestas. Por lo tanto, que lo declaren culpable fue una sorpresa total para su pensamiento, y siente dolor físico al escuchar que el jurado dice: “Culpable”. Los resultados del juicio hirieron psicológicamente a Jem, que siente que la opinión positiva que tenía del pueblo de Maycomb (y de la gente en general) fue seriamente dañada. La confianza de Jem en la racionalidad de las personas ha sido atacada por el conocimiento de que las personas pueden actuar en formas irracionalmente malvadas. En lo que queda del libro, se encuentra luchando por entender cómo personas, en apariencia buenas, puedan comportarse terriblemente.

A pesar del veredicto desfavorable, la comunidad afroamericana le rinde tributo a Atticus por el respeto que mostró hacia su comunidad y hacia la raza humana. Atticus se dedicó al juicio, que todos juzgaban causa perdida. Hizo lo mejor que pudo para liberar a Tom y trabajó para darles una lección a los habitantes del pueblo al exponer la injusticia de sus opiniones colectivas. Al igual que cría a Jem y a Scout con buenas virtudes morales, intenta darle una lección al pueblo e impartirle más ideas virtuosas.

En el Capítulo 22, Atticus alcanza su punto máximo de frustración apenas terminado el juicio, pero retoma su optimismo habitual al día siguiente cuando comienza a hablar sobre las chances que tendrán al apelar el veredicto. Aunque reconoce que “lo harán de nuevo” y entiende la realidad de que el mal siempre persiste de alguna forma, para poder seguir adelante, parece necesitar creer en que hay esperanza para el futuro y en la bondad inherente al ser humano. Exhausto y pesimista la noche después del juicio, a la mañana siguiente parece haberse recuperado, como si su capacidad de existir y su esperanza estuvieran estrechamente interrelacionadas.

La señorita Maudie le hace darse cuenta a Jem de toda una red de personas que trabajan silenciosamente en favor de Tom. Su uso de la palabra “nosotros” para representarlos no solo crea la sensación de que hay un grupo unido de personas con una visión en común, sino que también hace que los niños sientan que ahora son parte de ese grupo. El juicio afectó sus vidas de muchos modos distintos, y ahora son conscientes de que serán parte de la meta actual de tomar “medidas” hacia la justicia y la igualdad.

Los comentarios de Dill sobre convertirse en payaso siguen su tendencia de escapismo. Él encuentra la realidad tan difícil de aceptar que se define en otra realidad separada donde puede estar a salvo del trauma que siente Jem y la confusión que siente Scout como resultado de estar tan estrechamente relacionados con los eventos del pueblo. Dill también parece caracterizar una cierta idea del trabajo de artista en sus esfuerzos por crear una realidad solo para él que sirve como un punto estratégico desde el cual puede ver todo lo que sucede en el mundo. Él percibe bien las cosas, pero no se deja atrapar por ellas, y trata todo como si fuera una actuación que en el fondo es significativa únicamente por ser una reacción contra lo real.

Atticus vuelve a recuperar las esperanzas en el Capítulo 23: su opinión sobre el señor Ewell demuestra que no puede comprender la posibilidad de que algunas personas sean inherentemente malvadas.

Jem no está seguro de si se puede confiar en las personas para actuar como jurados, basado en el jurado que formó parte del caso de Tom, y Atticus señala algunos de los factores que hacen que los jurados estén lejos de lo ideal. Algunas personas no están dispuestas a hacer lo correcto al ser parte de un jurado porque le temen a la opinión pública. Por ejemplo: el dueño de un mercado no querría echar a perder su negocio al ser parte de un jurado en una disputa entre dos clientes. El temor parece ser el factor motivador que hace que los individuos eviten la tarea de defender lo que saben que es correcto. También, como señala Atticus, el estado mismo es injusto al no permitir que las mujeres (o lo que es más, los afroamericanos) sean jurados. (De hecho, Alabama y otros estados sureños siguen teniendo problemas con la exclusión sistemática de los ciudadanos negros de los jurados en el siglo 21, según varios investigadores académicos.)

Aún después de todos los eventos del juicio, Scout continúa creyendo que todas las personas son iguales. Ella cree que las personas son “personas” y que no son ni completamente buenas ni completamente malas, y que a veces sus decisiones se toman por debilidad. Ella nunca logra determinar qué hace que su familia sea “mejor” que los Cunningham. Jem parece seguir buscando una razón para explicar por qué algunas personas actúan del modo en que lo hacen; él siente que ha dejado atrás la opinión de Scout y necesita una nueva que se ajuste a su pensamiento más maduro. Su comentario sobre Boo muestra eso en general: él siente que no puede confiar en la humanidad.

Así como el Capítulo 12 nos da una idea de cómo es la sociedad afroamericana de Maycomb, el Capítulo 24 nos da una idea de cómo es la sociedad de las damas blancas. La experiencia de Scout con la Sociedad Misionera de mujeres es bastante ambigua. Ella observa la hipocresía con que las mujeres tratan de hacer el bien en una cultura remota como la de los Mruna, pero no tienen en cuenta las necesidades y sufrimientos de la comunidad afroamericana de su propio pueblo. Es particularmente desconcertante la manera en que las mujeres discriminan libremente a los afroamericanos: se quejan de los “negros preocupados” y hacen insinuaciones ridículas de que los hombres afroamericanos, impulsados por el juicio, empezarán a meterse en sus camas. El provincialismo de las mujeres sale a flote cuando hablan del pueblo Mruna; es evidente que no comprenden en absoluto cómo otra forma de culto puede ser tan espiritualmente significativa como la religión que ellas profesan. También se niegan a creer que los afroamericanos de Maycomb sean cristianos, aunque como se ve en el Capítulo 12, es evidente que adoran al mismo Dios. La señorita Maudie es la única mujer que parece mostrar algún tipo de aprecio por la conciencia, pero cuando habla, la tía Alexandra debe respetar lo estipulado en el código civil y se ve obligada a volver la conversación a un plano cordial. Por lo tanto, parece que las damas jamás discuten asuntos significativos.

A lo largo del libro, las mujeres a menudo son descritas en relación a cosas dulces. Por ejemplo: en el Capítulo 1, son descritas como “blandos pastelillos recubiertos de sudor y talcos”; a la señorita Caroline se la describe como de apariencia similar a caramelo duro de menta (“peppermint drop” en inglés); y se dice que las mujeres reunidas en la casa de los Finch despiden un aroma celestial y hacen muchos comentarios sobre las tartas delicadas de la tía Alexandra. Incluso la señorita Maudie es más conocida, fuera de su jardín, por su pastel, y la tía Alexandra es famosa por su cena navideña. En estas descripciones, las mujeres parecen ser un poco superficiales y efímeras. Los delicados postres que ellas parecen personificar parecen poco enriquecedores o necesarios: más que nada, se ven bien y se comportan amablemente, pero no tienen esencia verdadera. Scout, que es un personaje muy fuerte, no encaja en esta comparación y lucha por no ser parte de esta comunidad.

Cuando llegan noticias importantes, Atticus se lleva a la tía Alexandra a la cocina para que las mujeres no puedan escucharlas. Las noticias del intento de escape de Tom, y de cómo perdió la esperanza después de la sentencia, llegan en el medio de la reunión de mujeres acerca de hacer el bien en el mundo. Esto, por un lado, señala su hipocresía y su pasión “moral” desperdiciada; y, por otro lado, le da un marco contextual a los sentimientos de desesperanza de Tom. Sin embargo, Scout nota que ser una dama implica un elemento de desafío. Ella comprende esto cuando ve cómo la tía Alexandra y la señorita Maudie se recomponen después de escuchar la trágica noticia y volver al grupo. La capacidad de mantener las apariencias de tacto y civismo por sobre todos los otros sucesos, a Scout le parece una habilidad interesante.