Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Los cuatro jinetes del Apocalipsis Metáforas y Símiles

“La riqueza borra las manchas del pasado con más rapidez que el tiempo” (p.98) (Metáfora)

El uso del verbo "borrar", que demanda un agente animado, es llevado a cabo aquí por “la riqueza”, que no lo es. De esta manera, la metáfora se construye sobre el poder de la riqueza para dejar atrás las vivencias sin importar cuánto tiempo pase. En esta frase dicha por el narrador se condensa el sentimiento de Marcelo Desnoyers ante el repentino rechazo que percibe por parte de su cuñado, Karl Hartrott. Karl está abiertamente humillado por haber servido a Julio Madariaga y proyecta el ascenso social como una forma de recuperación del honor perdido.

“El cristianismo en Berlín lleva casco y botas de montar” (p.182) (Metáfora)

Aquí, el personaje de Tchernoff concentra su punto de vista sobre el nuevo rol que la religión tiene en la sociedad alemana, en tanto no se venera a un dios en el sentido tradicional. La transferencia de la fe, antes en las deidades, al Estado bélico -asociado al casco y las botas- es lo que posibilita que las atrocidades alemanas existan: solo a través del establecimiento de una teología moral renovada se pueden justificar las masacres.

“Este orgullo le infundió [a Marcelo Desnoyers] un valor absurdo, inverosímil, como si fuese un ser gigantesco procedente de otro planeta y toda la Humanidad que le rodeaba un simple hormiguero que podía borrar con los pies” (p.274) (Símil)

Previo a su reconciliación con Julio, lo único que le genera orgullo a Marcelo es su gran cantidad de objetos valiosos. La necesidad de alojarse en su castillo cuando empieza a sentir que pierde el control sobre los eventos de su vida durante la guerra es arrolladora. En este símil, que pone en pie de igualdad a Marcelo y a un ser inmenso y omnipotente, se describe una arrogancia desmesurada que acabará por ser castigada con el robo de sus valiosas pertenencias.

"Desnoyers vio hombres, muchos hombres, hombres por todas partes. Eran a modo de hormigueros grises que desfilaban y desfilaban hacia el Sur, saliendo de los bosques, llenando los caminos, atravesando los campos" (p.326) (Símil)

Este símil asocia la gran cantidad de hombres que Marcelo ve llegar a su castillo con un hormiguero. Aquí, es interesante señalar la repetición de la figura de la hormiga, también presente en el símil señalado anteriormente, pero con una inversión de su valor: el insecto minúsculo ya no es una especie que Marcelo "puede borrar con los pies" (p.274).

“[Marcelo] Veía a su hijo hermoso e inmortal como un dios” (p.479) (Símil)

La transformación que se da en el trato de Marcelo hacia su hijo entre las primeras dos partes y la última es radical: si al principio padre e hijo no pueden coincidir en una habitación de la casa familiar, hacia el final, Julio es inmortal como un dios. Marcelo quiere y valora tanto a su hijo que no puede concebir la posibilidad de su muerte. La decisión de Julio de defender la patria de Desnoyers es lo que le devuelve, sin saberlo, la paz familiar.