Los adioses

Los adioses La presencia de la filosofía existencialista en 'Los adioses' de Onetti

En los años 30, años en los que Onetti inicia su actividad literaria, en el Río de la Plata había dos corrientes literarias bastante marcadas. Por un lado, el realismo tenía mucha fuerza. Se concentraba por aquellos tiempos en el estudio de los arquetipos sociales, en los modismos del habla y las costumbres cotidianas de las diferentes latitudes de la región, y buscaba representarlos de modo fiel. Por otra parte, escritores como Borges y Bioy Casares abrían la puerta a toda una serie de relatos que escapaban del costumbrismo y el realismo y acercaban a la literatura regional a las tradiciones fantásticas: tiempos detenidos, fantasmas, introducción de seres mitológicos de naciones apartadas de América inundaban sus textos.

De alguna manera, la literatura de Onetti aúna ambas tradiciones. Por una parte, su gesto narrativo parece ser a primera vista realista. Podemos reconocer lugares, arquetipos sociales, modismos del habla. Pero algo de su literatura quiebra el realismo y tiene que ver con la impronta existencialista. Las lecturas de Unamuno y Kafka acercaban a Onetti a estas corrientes. El existencialismo es una corriente filosófica que toma a la existencia como su eje, así como al hecho de ser las personas arrojadas al mundo sin un motivo aparente. El pesimismo es el rasgo fundamental de la concepción existencialista. Bajo el mismo techo, Kierkegaard se enfoca en la angustia, Sartre en lo que denomina la náusea y Heidegger, en el concepto de la nada. A todos los une la idea de que la vida no tiene sentido, no se dirige a lugar alguno; únicamente consiste en existir. El mundo de Onetti es uno de seres humanos derrotados y abandonados; la historia, que tanto se ocupaba de traer a colación el realismo, pierde valor en ese mundo al que son arrojados sus personajes. Sus conversaciones son olvidables; sus rutinas, aburridas y desabridas.

Por estos años, la filosofía existencialista estaba en boca de todos en el Río de la Plata: la persona existencial, arrojada al mundo hostil, se preocupa por la libertad y por el ser. Esta persona es, en la literatura de Onetti, un arquetipo reconocible que, a primera vista, aparentaba ser más propio del realismo: el almacenero, narrador de Los adioses, encarna esta figura del varón entrado en años, descontento con su rutina, aburrido, que no encuentra motivo en su cotidianidad para entusiasmarse y se refugia en la imaginación literaria. Sin embargo, con el correr de las páginas, ese clima en apariencia realista toma un gris profundo y es bañado por un pesimismo que todo lo abarca y se aleja de las expresiones costumbristas de otras literaturas.

Nada de lo que rodea al pueblo cordobés en Los adioses construye sentido por sí mismo, sino que todo está dispuesto allí en función de este tono existencial. Lo único que sirve para la construcción de sentidos, en el caso del hombre existencial onettiano, es la propia narración. El almacenero recurre a personajes como el basquetbolista enfermo e intenta persuadir al lector de que se trata de un hombre memorable y no de un hombre más, aun cuando revela su derrota y su indiferencia o inercia. El narrador, aparentemente lejano, que en teoría oficia de observador del basquetbolista enfermo, es, a su vez, él también el hombre existencial. No se trata de un narrador testigo, sino de un hombre que siente en profundidad su propia derrota e intenta evadirse mediante la imaginación literaria y el proceso creativo de construcción de una realidad paralela.