La plaza del Diamante

La plaza del Diamante Preguntas de Ensayo

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    ¿Cómo puede interpretarse el detalle de la "presilla de hilo" que la narradora menciona varias veces en el Capítulo 1?

    En el capítulo 1 se narra el episodio crucial en la vida de una joven que, a partir de ese momento, se adentrará de manera vertiginosa en una dura adultez, tema que ocupará todo el resto del libro. La importancia de este momento se deduce ya desde el título, La plaza del Diamante, lugar donde justamente se desarrolla esta escena.

    Así, todo lo que ocurre en este capítulo, narrado desde el punto de vista de la protagonista, presagia, de alguna manera, lo que va a ocurrir más adelante. Por ejemplo, Quimet, al darle órdenes y perseguirla, anuncia el rol de dominación que tendrá durante toda su relación con Natalia. Por su parte, Julieta se muestra libre y ambiciosa, algo que se mantendrá en su vida adulta, en la que luchará por la revolución. Lo mismo Natalia, que se muestra sumisa, tímida y culposa, desde el vamos.

    Todas las caracterizaciones de personas y objetos que están en esa fiesta son importantes para el desarrollo de la novela. Así, la presilla de hilo que sujeta la cinta de goma de las enaguas de Natalia tiene una gran relevancia. El hecho de que la presilla le apriete (al punto de sentir que no puede respirar) representa y subraya el sentimiento de opresión que siente Natalia en ese momento, pero que también sentirá durante toda su vida, hasta su adultez.

    Además, funciona como un presagio de los sufrimientos que le esperan al entregarse a Quimet. En el capítulo siguiente, en la primera cita con él, ya no tiene las presillas, pero le aprietan los zapatos y le lastiman los pies.

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    ¿Cómo se puede analizar el episodio de la lombriz solitaria de Quimet?

    En el Capítulo 16 Natalia cuenta que su marido tiene una lombriz solitaria, que luego expulsa gracias a una medicina. Este episodio amplía y profundiza el perfil del personaje de Quimet, que ya se viene construyendo. En primer lugar, la anécdota da cuenta de la incapacidad absoluta de este hombre para procesar y expresar cualquier tipo de emoción compleja, aparte de la rabia.

    Así es que lo que al inicio percibe como angustia se descubre como un verdadero monstruo: un gusano de gran tamaño que vive en sus entrañas. De algún modo, la autora está demostrando, en un nivel simbólico, que un sentimiento tan abstracto y complejo es imposible de decodificar en el mundo de Quimet, por eso se traduce literalmente en una alimaña. Quimet no puede lidiar con las emociones que no comprende, por eso también tiene los ataques nocturnos en la pierna, que nadie puede explicar.

    Para sacarse esa emoción de adentro, la angustia, Quimet solo debe tomar la medicina y expulsarla. No hay ningún tipo de introspección ni cambio después de esta situación.

    Por otro lado, se muestra cierto rasgo de complejo de inferioridad que deriva en misoginia, visible en la relación con su madre y, sobre todo, con Natalia. Después de haber expulsado a la lombriz, Quimet insinúa que aquello es comparable con el parto: "Y el Quimet decía que él y yo éramos iguales porque yo había hecho los niños y él había hecho un gusano de quince metros de largo." (p. 89).

    La necesidad permanente de tener que sentirse superior, demuestra una evidente inseguridad que el personaje oculta con violencia.

    Por último, se evidencia la inmadurez del personaje, que se enoja muchísimo cuando los hijos le rompen el frasco donde guarda la lombriz, con una "rabieta" (p. 89).

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    ¿Cómo está representada la burguesía catalana en la novela?

    Si bien la novela está contada desde el punto de vista de Natalia, una joven de clase trabajadora, aparecen representados otros estratos sociales con los que se relaciona. Los señores para los que va a trabajar Natalia en el momento de crisis económica, representan una clase burguesa típica de la Barcelona de la época.

    Éstos no pertencen a una clase aristrocrática, sino a la burguesía aspiracionista. Así, se hace patente que tienen una relación con el dinero que no es la de los ricos de alcurnia. En los pasajes que cuenta Natalia, aparecen numerosos episodios que los dejan en evidencia de manera casi grotesca: cuando cuentan orgullosos la estafa al herrero que les hizo las ventanas, cuando quieren aumentarle el alquiler a un pobre fabricante de juguetes al que le "va bien", las caprichosas exigencias que imponen para futuros inquilinos, o cuando le descuentan del sueldo a Natalia un vaso que rompió por accidente.

    Además, la narradora se detiene puntillosamente en la descripción de la casa de sus patrones. Si bien la presenta como espaciosa y cómoda, con detalles lujosos, también deja ver ciertas señales de decadencia, como la humedad, los desperfectos sin reparar o reparados de manera rudimentaria, por ejemplo, el letrero pegado con cinta en la entrada o el ventiluz del baño que se sostiene con una caña de bambú.

    También aparece representada su ideología en varios intercambios donde expresan sus prejuicios, temores y mezquindades para con las clases más bajas. Esto sucede con Natalia, cuando la echan y cuando le niegan ayuda, acusándola de "comunista", pero también con otras personas. Pasa con el lechero en los comienzos de la guerra, cuando le dicen que él no es cómo los demás, que es bueno "a pesar de" ser un trabajador. En otra ocasión, el señor de la casa dice abiertamente que los pobres necesitan a los ricos para vivir y que aquellos que se rebelen "lo pagarán con sangre".

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    En la novela aparecen mencionadas varias veces las "carcomas", ¿qué representan?

    Las carcomas son unos pequeños gusanos que se alimentan de la madera, metiéndose en muebles y construcciones de dicho material, con pequeñas perforaciones que van haciéndose más profundas a medida que siguen comiendo. Se mencionan por primera vez en la casa de los patrones de Natalia, donde hay un armario plagado de estos insectos. Después los menciona Quimet, que es carpintero y se queja de estar todo el día en el trabajo tapando agujeros de carcomas.

    Luego, durante la guerra, Quimet regresa a su casa por unos días antes de volver al frente. En esa ocasión, pasa tres días con su familia y dice que "cuando se acabase la guerra se metería en casa como una carcoma dentro de la madera y que nadie le volvería a sacar de allí. " (p. 163).

    Años más tarde, su hijo Toni dirá exactamente lo mismo, al momento de elegir dónde hacer el servicio militar:

    "Y dijo al Antoni que no le extrañase, que, cuando era pequeño, durante la guerra, como no teníamos que comer, había tenido que pasar una temporada fuera de casa y que le había quedado como una especie de delirio de estar en casa, de estar siempre en casa como una carcoma dentro de una madera; y que ese delirio ni se le había pasado ni se le pasaría nunca." (p. 236)

    Esta repetición es significativa, desde el punto de vista psicologista de la novela, y apunta a enfatizar el trauma que pasa de padres a hijos. El pequeño Antoni escucha decir eso a su padre y, poco tiempo después, este desaparece de su vida, es asesinado en la guerra. De ahí, que el joven tenga ese "delirio" de no querer salir de su casa, donde se siente seguro. También es por esto que en vez de estudiar quiere convertirse en tendero y ayudar a su padrastro con la tienda, en lugar de ir a "conocer mundo", como sueña Rita.

    Además, las carcomas están relacionadas con la clase trabajadora y con la claustrofobia. En el final de la novela, están presentes en el sueño de Natalia, que imagina o recuerda un diálogo con el difunto Quimet, donde él compara a estos bichitos con trabajadores que están todo el día con la cabeza dentro de la madera (como él con su trabajo de carpintero).

    En este sentido, la contracara del refugio del hogar es la claustrofobia. Este es un sentimiento que acompaña a Natalia durante toda su vida y que se profundiza en los momentos de mayor tensión, cuando más se siente atrapada y sofocada. Así es que, ya más grande, casada con Antoni, pasa de sentir miedo de salir a sentir claustrofobia. Así lo menciona en esta cita: "Porque todo era así: carreteras y calles y pasillos y casas para meterse dentro como una carcoma dentro de la madera. Paredes y paredes." (p. 247).

    Pero luego, ya en proceso de sanación, Natalia logra cambiar la perspectiva: "Y le dije al Quimet que a lo mejor las carcomas, en vez de trabajar de fuera a dentro, trabajan de dentro a fuera y sacaban la cabeza por el agujerito redondo y pensaban en las diabluras que estaban haciendo." (p. 247). Aquí, "sacar la cabeza" significa justamente que está a punto de sanar sus traumas: poder visibilizar una salida y hallar respiro en ese laberinto de paredes que sus traumas habían construido en torno a su psiquis.

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    Al final del sueño que tiene en el último capítulo, Natalia repite una sola palabra. ¿Cuál es y qué significa?

    En el Capítulo 49 del libro, el último, Natalia tiene un sueño epifánico del que sale transformada. El sueño, hecho con el material del inconciente de Natalia, reúne objetos vinculados a momentos de quiebre (como el embudo), personas trascendentales (como Quimet, Mateu, la señora Enriqueta), lugares (la plaza del Diamante, el viejo piso, la calle Mayor) y hasta olores (a sangre, al azufre de los cohetes y el papel de las flores de las fiestas mayores, a sus hijos cuando eran bebés).

    En un nivel no conciente, Natalia está mostrándose a sí misma y configurando todo ese dolor mezclado con buenos recuerdos, para transformarlo en algo nuevo. De ahí que es muy importante prestar atención a las únicas palabras que ella pronuncia al final. Después de escupir el escarabajo de saliva de su juventud, y justo antes de cruzar corriendo la calle de sus miedos y pasar "al lado bueno", Natalia dice lo siguiente: "Gracias. Gracias. Gracias. El Antoni se había pasado años diciendo gracias y yo nunca le había dado las gracias por nada. Gracias..." (p. 251).

    Si cruzar la calle y pasar del otro lado significa poder dejar atrás sus traumas y seguir adelante, poder pronunciar esas palabras, tan básicas, pero nunca antes dichas, le permiten ubicarse en el ahora desde otra perspectiva y abrazar su madurez. Porque para valorar su vida presente -y con ella a todos los que forman parte- es indispensable que Natalia pueda desprenderse del dolor de su pasado.

    Decir gracias a Antoni, aunque sea en sueños, genera un efecto en ella que es real. Si hasta el momento Natalia todavía tenía "el corazón de corcho" y estaba inhabilitada para abrirse de otra manera, esas palabras le permiten acceder y entregarse, al mismo tiempo, a una nueva forma de amor, que se demuestra en el último abrazo.