La gaviota

La gaviota Resumen y Análisis Acto II (Primera parte)

Resumen

Cancha de croquet: al fondo a la derecha, la casa de Sorin; a la izquierda, el lago. Es mediodía. Arkádina, Dorn y Masha están sentados en un banco a la sombra de un árbol. Arkádina le ordena a Masha levantarse. Dice que la muchacha tiene veintidós años y ella casi el doble, y le pide a Dorn que las mire y diga cuál parece más joven. “Usted, por supuesto” (Acto II, p.29), responde Dorn. Arkádina explica que ella se siente joven porque se mantiene en actividad y no escruta el futuro ni piensa en la vejez. Dice que Masha, por el contrario, se la pasa quieta. Masha dice tener la sensación de haber nacido hace muchísimo tiempo. Arkádina la interrumpe y sigue hablando de sí misma, de cómo se mantiene en línea y está siempre arreglada. Dice que, con su porte, podría representar a una adolescente.

Dorn propone seguir leyendo -tiene un libro en las manos- y Arkádina dice que es su turno. El fragmento que le toca leer es sobre una mujer que quiere conquistar a un escritor, y lo halaga para conseguir su atención. Arkádina nota el paralelo con su relación con Trigorin, pero rápidamente comenta que la suya no se parece en nada a la relación del libro.

Aparecen Sorin y Nina, con Medvedenko caminando detrás. Sorin anuncia que el padre y la madrastra de Nina abandonaron el pueblo por tres días, así que Nina puede visitarlos en la finca con libertad. Nina, muy alegre, abraza a Arkádina. Esta pregunta por Trigorin y Nina le informa que está pescando. Luego, Arkádina pregunta por qué su hijo está tan taciturno. Masha replica que Tréplev tiene una pena en el alma, y luego le ruega a Nina que lea algún fragmento de la obra. Nina se sorprende, diciendo que no es para nada interesante. Masha habla con admiración de la voz de Tréplev cuando recita. La interrumpe un ronquido de Sorin, que se quedó dormido y, al despertarse de golpe, se justifica ante todos diciendo que el doctor no lo quiere atender. A Dorn le parece un despropósito tratarse a los sesenta años, y Sorin responde que, a esa edad, aún se quiere vivir. Dorn, fastidiado, le recomienda tomar valeriana, y luego le dice que el tabaco y el alcohol no ayudan en nada. Sorin responde que el doctor puede decir eso porque evidentemente se siente satisfecho con su vida y ahora puede filosofar, pero que él se dedicó durante treinta años a trabajar sin experimentar nada más. Siente, ahora, deseos de vivir, por lo que bebe jerez y fuma tabaco.

Masha se va y Sorin comenta que la muchacha es infeliz. Arkádina habla del tedio del campo y dice estar aburrida. Entra Shamrayev y dice haber escuchado que Polina, su esposa, iría con Arkádina al pueblo esa tarde. Arkádina asiente y Shamrayev le dice que no pueden, porque no hay caballos. Arkádina se indigna y anuncia que se retira de ese lugar. Sorin le grita a Shamrayev y este amenaza con renunciar a su puesto de administrador de la finca. Nina le reprocha a Polina que su marido se atreva a destratar a una actriz célebre como Arkádina, y luego corre a buscarla e intentar evitar que se retire. Polina, avergonzada, dice no poder hacer nada, y luego, a solas con Dorn, le ruega a este que la lleve con él. Afirma que ya no tienen que ocultarse como cuando eran jóvenes. Dorn dice que, a sus 55 años, no puede cambiar de vida. Polina confiesa estar celosa de todas las otras mujeres por las que Dorn siente afecto. Nina vuelve e informa que Arkádina está llorando y que Sorin sufre un ataque de asma. Dorn camina hacia la casa y Polina lo acompaña.

Análisis

La primera escena de este segundo acto muestra a los personajes al pasar de los días. Arkádina, algo aburrida por la monotonía de la vida del campo, vuelca su impaciencia en una suerte de actitud pasivo-agresiva que toma a la frágil Masha como víctima:

ARKÁDINA (a Masha): Levantémonos. (Ambas se levantan) Pongámonos una al lado de la otra. Usted tiene veintidós años, y yo casi el doble. Evguény Serguéievich, ¿cuál de las dos parece más joven?

DORN: Usted, por supuesto.

(p.29)

Una de las obsesiones de Arkádina es la juventud y la belleza física: evidentemente, la actriz es consciente de que, poco a poco, el tiempo le está ya arrebatando esos atributos. Tal como suponía Tréplev en el acto anterior, su madre detesta todo aquello que le recuerda que ya no es joven, incluido su hijo. En esta escena se ve cómo ella, acostumbrada a ser el centro de atención y de admiración, el mayor atractivo de cualquier reunión, busca con desesperación confirmar que aún tiene ese poder, sin importarle si, para ello, actúa en detrimento de otros, como, en este caso, de la ya deprimida Masha:

ARKÁDINA: Ya ve… ¿Y por qué? Porque trabajo, porque siento, porque estoy en constante actividad, mientras que usted, siempre está sentada en el mismo lugar, no vive… Y tengo una regla: no escrutar el futuro. Nunca pienso ni en la vejez ni en la muerte. Lo que ha de ser, será.

MASHA: Pues yo tengo la sensación de haber nacido hace mucho, mucho tiempo; llevo mi vida a la rastra, como la cola interminable de un vestido… A menudo no siento el menor deseo de vivir. (Se sienta.) Claro, son tonterías. Hay que sacudirse, quitarse todo esto de encima.

(P.29)

Por otra parte, la asociación que se daba en el primer acto entre la dicotomía juventud-vejez, por un lado, y la de ciudad-campo, por el otro, vuelve a encontrarse en esta primera escena. Arkádina, a pesar de doblar en edad a Masha, es una mujer de ciudad, activa, exitosa en su carrera. Masha, en contraposición, vive en la monotonía del campo, “está sentada siempre en el mismo lugar”, por lo que su sentimiento se asocia más al de la vejez, al de quien ha “nacido hace mucho” y ya no siente demasiados deseos de vivir. En un diálogo que se da poco después entre Dorn y Sorin aparece el tema nuevamente:

SORIN: Me encantaría hacerme algún tratamiento, pero el doctor no quiere.

DORN: ¡Tratarse a los sesenta años!

SORIN: A los sesenta años también se quiere vivir.

(p.31)

Dorn se siente irritado por los reclamos de Sorin para que mejore su salud, y cuando el médico le recomienda dejar de fumar, Sorin dice:

(ríe) ¡Qué fácil le resulta discurrir así! Ha vivido intensamente. En cambio, yo… He trabajado veintiocho años en el departamento de Justicia, pero todavía no he vivido, no he experimentado nada; al fin y al cabo, es comprensible que tenga ganas de vivir. Usted se siente saciado e indiferente, por eso quiere hacer filosofía, mientras que yo quiero vivir y por eso bebo jerez en las comidas y fumo cigarros. Eso es todo (p.32).

Vivir es, para Sorin, experimentar, por lo que no siente que sus casi treinta años dedicados al trabajo puedan llamarse vida. Sin embargo, ahora que no trabaja, no solo se siente viejo sino que, además, sus posibilidades de “vivir” se ven limitadas por el hecho de estar confinado al ambiente de campo.

Volviendo a la discusión anterior entre Arkádina y Masha, se hace visible cómo puede indentificarse más a Sorin con la joven que con su hermana: el temple avejentado parecería tener más que ver con el hecho de estar contagiados de la monotonía campesina que con el cansancio que traen consigo los años. Y también podría pensarse que, teniendo en cuenta esta diferencia en los estilos de vida -y de ánimo- entre la célebre actriz y la joven campesina, Arkádina haya sacado el tema para acabar brindándole a Masha algunos consejos para mejorar su situación. Sin embargo, por el modo en que continúa su discurso, se evidencia que su única motivación es la vanidad: ella continúa hablando de sí misma, y en sus palabras se revela no solo un fuerte egocentrismo sino también una suerte de negación:

Además, soy escrupulosa como una inglesa. Me mantengo en línea, querida, como dicen, y siempre estoy peinada y vestida comme il faut. ¿Permitirme salir de casa, aunque sea al jardín, en blusa o despeinada? ¡Jamás! Por eso me mantengo así, porque nunca fui negligente, porque no me abandono, como otras… (Con las manos en las caderas, se pasea por la cancha.) ¡Fíjense…, qué porte! Podría representar a una niña de quince años (p.30).

Es evidente que la obsesión por la apariencia y la juventud que Arkádina demuestra en este acto responde a una situación que, aunque silenciosa, parece estar a la vista de todos los presentes: la bella actriz que atrae todas las miradas -incluso la de Trigorin- no es ahora ella, sino Nina. Tréplev predecía en el acto anterior que la impaciencia y el “mal humor” de Arkádina escondían, como único motivo, los celos. Es posible que la célebre actriz, lejos de la vida urbana en la que es exitosa y admirada en forma constante, se haya encontrado inmersa en un campo que no hace más que traerle a la vista el aspecto natural de las cosas: ella es, además de una gran actriz, una mujer madura, y Nina carecerá -aún- de toda fama y reconocimiento, pero es joven y bella. El conflicto interno del personaje pone así en escena nuevamente el tema del arte vs. naturaleza. Por supuesto que, en ningún momento Arkádina reconoce las razones de su padecimiento, sino que disfraza su malestar de aburrimiento: “¡Uf! ¿Hay algo más aburrido que este tedio del campo? Calor, tranquilidad, nadie hace nada, todos filosofan… Se está bien con ustedes, amigos, y me gusta escucharlos, ¡pero estar en un cuarto de hotel estudiando un papel es mucho mejor!” (p.32-33).

Posiblemente es ese sentimiento el que desestabiliza la autoestima de Arkádina y la empuja a dar esos discursos exageradamente egocéntricos por medio de los cuales busca recuperar la atención de los presentes. Sin embargo, son varias las señales que aparecen en su camino para recordarle los detalles imperfectos de su vida. Una de estas aparece cuando lee el fragmento de Sobre las aguas, de Maupassant: “cuando una mujer elige al escritor que desea conquistar, lo asedia por medio de elogios, atenciones y halagos…” (p.30). Arkádina interrumpe inmediatamente la lectura para aclarar que esa situación dista mucho de ser la que se da entre ella y Trigorin: “Bueno, quizá ocurra así entre los franceses, pero entre nosotros, no pasa nada semejante. No hay nada planeado. ¡Por favor!” (p.30), y luego: “No tenemos que ir muy lejos, miren mi caso con Trigorin…” (p.30). La presencia intertextual del fragmento de Maupassant vuelve a situar a la literatura como uno de los temas fundamentales de la obra. Además, ese momento tendrá resonancia en otros dos otros momentos de la obra: cuando sea Nina, hacia el final de este acto, quien asedie con elogios a Trigorin, y cuando Arkádina lo haga en el acto siguiente.