La Campana de Cristal

La Campana de Cristal Resumen y Análisis de Tercera Parte, Capítulo 11

El Dr. Gordon tiene una gran sala de espera de color beige. Han transcurrido tres semanas desde que volvió de la ciudad de Nueva York y Esther sigue usando la ropa de Betsy. Ella no se ha lavado el cabello durante algún tiempo. Piensa que es inútil lavarse el pelo, porque de nuevo tienes que lavártelo nuevamente. También piensa que no ha dormido en todo ese tiempo. Recuerda todas las horas que ha pasado acostada despierta en la noche. La hace sentir cansada pensar en lavarse el cabello y cambiarse de ropa.

El Dr. Gordon le dice que su madre está muy molesta y preocupada por ella. Esther está decepcionada del médico. Pensó que sería de más edad y luciría inteligente. En lugar de ello, él es joven y se sienta detrás de su gran escritorio mirando muy presuntuoso. No confía en él porque es bien parecido. Ella está furiosa irracionalmente por la fotografía en su escritorio. Es de su bella esposa e hijos. Ella no cree que alguien con una vida tan bella pueda entender sus problemas. El médico le pide que le diga lo que piensa ella es erróneo. Ella está enojada de que él diga "pensar" porque esto implica que no hay nada realmente mal. Ella le dice que no puede dormir o comer, pero omite su problema con su escritura a mano. Anteriormente, había tratado de escribir una carta a Doreen preguntándole si podía vivir con ella:

"Pero cuando tomé mi lapicero, mi mano trazó grandes letras desiguales como las de un niño, y las líneas se inclinaban en la página de izquierda a derecha, casi en diagonal, como si fueran lazos de cuerda que se extendían sobre el papel, y alguien hubiera soplado sobre ellos dejándolos sesgados". Capítulo 11, pág. 106

Ella rompió la carta y la escondió en su bolso. Mientras habla, su cabeza está ladeada y tiene las manos dobladas delante de su cara. Él le pregunta a que institución educativa asiste, y él reacciona con alguna anécdota acerca de cuando él estuvo en la escuela durante la guerra. Sin reaccionar a nada de lo que ella dice, él le comunica que irá a verla la semana entrante. Cuando ella sale, su madre suspira cuando escucha que Esther tiene que volver de nuevo la próxima semana. Ir a visitar al Dr. Gordon cuesta 25 dólares la hora.

Estando en el Boston Common, Esther conoce a un marinero y le dice que su nombre es Elly Higginbottom y que es de Chicago. Se preocupa acerca de encontrarse inesperadamente con la Sra. Willard quien a menudo se encuentra fuera de compras durante el día. Ella piensa que la vida podría ser mejor en Chicago y empieza a intentar e imaginar como poder llegar allí. El marinero le dice que deben ir detrás de un monumento donde nadie pueda verlos besarse. Esther cree que ve a la Sra. Willard acercándose y empieza a decirle al marinero en tono muy alto que la deje sola. Cuando se da cuenta de que no podría ser la Sra. Willard, porque ella fue a su cabaña en la montaña, le explica al marinero que ella es huérfana. La mujer que se les acercó se parecía a una mujer de Chicago que dirigió el orfanato y habría sido muy cruel con ella. Ella llora y el marinero piensa que se encuentra triste porque es una huérfana.

Retorna con el Dr. Gordon y repite todo lo que ha dicho la semana anterior, excepto que incluye la parte de la escritura a mano. Ella coloca los restos de la carta en su escritorio. El Dr. Gordon le pregunta si está bien si sale y habla con su madre. Esther le dice que puede hacerlo y mientras él se encuentra fuera de la habitación, ella pone nuevamente los restos de la carta en su bolso para que nadie pueda volver a unir las piezas y enterarse de que estaba planeando escapar. Cuando sube al auto, su madre le dice que el Dr. Gordon cree que debería someterse a la terapia de choque. Esther entra en pánico porque no cree en la promesa de su madre de que ella no tendría que permanecer en el hospital Walton.

Posteriormente, Esther está leyendo los diarios sensacionalistas. Lee acerca de un hombre que fue detenido por un agente de policía evitando que se tire de un edificio. El artículo no explica por qué el hombre quería suicidarse o como el oficial lo detuvo. A ella le gustan estos diarios a pesar de que nunca los había leído antes. Son honestos y sensacionalistas. El único periódico que había leído era "Christian Science Monitor". Mientras da una vuelta por el parque, Esther lee los nombres de los árboles. Su árbol preferido es el "erudito llorón". Ella piensa que debe proceder de Japón. Esto le hace pensar en el suicidio ritual japonés. Tal acto a ella le parece honorable.

A la mañana siguiente Dodo Conway lleva a ella y a su madre a Walton en su auto. Ella piensa en huir, pero se da cuenta de que sería inútil intentarlo.

"Decidí caminar hasta la terminal de autobuses y preguntar sobre las tarifas a Chicago. Entonces yo podría ir al banco y retirar precisamente esa cantidad que no sería motivo de tanta sospecha". Capítulo 11, pág. 113

Ella fue a la estación de autobuses, pero se dio cuenta de que el banco ya había cerrado ese día y que no estaría abierto nuevamente hasta después de que concluya su cita al día siguiente. Ella se resigna al hecho de que no puede escapar de la terapia de choque.

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