La Campana de Cristal

La Campana de Cristal Resumen y Análisis de Capítulo 14

Está completamente oscuro y Esther oye gemidos. Un peso y fuerza choca con su rostro. Algunas voces penetran su cámara. Ve destellos de luz a su alrededor y oye a alguien decir madre.

Ella está desorientada y en una habitación grande. Realmente no puede ver nada. Alguien le dice que está ciega, pero que esto está bien porque hay muchos ciegos en el mundo. Más tarde ella se despierta y alguien le quita las vendas de sus ojos. Ella puede ver. Su hermano y su madre vienen a verla más tarde, pero ella no quiere verlos.

Un hombre llamado George Blakewell viene a verla. Ella apenas lo reconoce, pero no puede ubicar su cara. Él le dice que ella una vez salió con su compañero de habitación en Amherst. Ella se da cuenta de que él sólo quería ver a una muchacha loca, por lo que grita, "¡Fuera! Vete al infierno y no vuelvas". Capítulo 14, pág. 142.

Tiempo después, Esther le pide a la enfermera un espejo, pero la enfermera trata de decirle que esa no sería una buena idea. Le señala a Esther que no se ve muy bien ahora, pero que lucirá mejor después. Esther exige el espejo y la enfermera suspira mientras le da el espejo para que lo sostenga. Su pelo está afeitado, excepto por algunos parches. Su cara está con moretones y deforme, hinchada en los bordes. Esther comienza a sonreír y luego deja caer el espejo. Se hace añicos en el piso y otra enfermera ingresa corriendo en la habitación. Ambas enfermeras, molestas por su comportamiento, le dicen que romper un espejo implica siete años de mala suerte.

La llevan en una ambulancia a otro hospital que tiene un pabellón psiquiátrico. Su madre se siente muy insatisfecha con ella. No entiende por qué Esther no puede comportarse como una niña normal. Esther pretende no entender a donde se la están llevando. En el nuevo hospital, ella comparte una habitación con una mujer italiana con pelo largo, rizado y oscuro. Ella le dice a Esther que la pusieron en ese pabellón porque ella enloqueció y atacó a su suegra. Cuando Esther le dice que ella intentó suicidarse, ella deja de hablarle. Un grupo de hombres y mujeres jóvenes entran en la habitación vestidos con batas blancas. Esther comienza a ponerse muy nerviosa cuando se acercan a ella porque no le gusta enfrentarse a grupos. Ella les dice que se siente mal cuando le preguntan cómo se siente. Uno de ellos le pregunta por qué se siente mal. Ella le dice que no puede dormir ni comer. Uno de ellos señala que ella durmió toda la noche, y ella al bajar la mirada se da cuenta de que ha estado comiendo. Ellos se dirigen a interrogar a la mujer italiana. Ella murmura a uno de ellos y ellos corren la cortina que separa a los pacientes.

Esther está sentada en un banco con su madre. Sigue diciéndole a su madre que la mujer italiana está imitándola al otro lado del jardín, pero su madre no le cree. Cuando su madre ve a lo lejos, la mujer italiana frunce la cara. Algunos médicos vienen a presentarse. Esther piensa que tienen nombres extraños. Ella no puede realmente entender lo que están diciendo. Su madre dice:

"'Oh Esther deseo que cooperes. Ellos dicen que no cooperas. Ellos dicen que no hablarás con ninguno de los médicos o harás ninguna cosa en terapia ocupacional…'

'Tengo que salir de aquí', le dije 'Entonces estaré bien. Tú me pusiste aquí', indiqué. 'Tú me sacas'". Capítulo 14, pág. 146

Su madre dice que tratará de sacarla. Durante la cena un par de noches más tarde, un hombre negro trae los alimentos a su mesa. La mujer italiana solía ayudar a repartir la comida, pero dejo de hacerlo. Esther empieza a ayudar. Una mujer pelirroja es retirada de la mesa después que ella derrama un recipiente lleno de comida. El hombre negro trae dos tipos de frijol a la mesa. Esther piensa que todo el mundo sabe que no se sirven dos tipos de frijoles a la vez. Ella está segura de que el hombre se está burlando de ellos. Ella va detrás de él y lo patea muy fuerte en la pierna.

La enfermera toma la temperatura a Esther y está normal como de costumbre. Esther siente una presión extraña en su pierna, por lo que comienza a patear y golpea una caja llena de instrumentos médicos. El termómetro se rompe. Otras enfermeras entran en la habitación y la contienen, pero mientras la alejan, ella agarra el mercurio del termómetro. Le gusta la forma en que se mueve. Ella es transferida a una habitación de mayor seguridad.

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