Julio César

Julio César Vídeo

Subscribe to the GradeSaver YouTube channel:

Vea el resumen en video ilustrado del clásico Julio César de Shakespeare.

Transcripción del Video:

Julio César es una tragedia escrita por William Shakespeare en 1599. Aunque basó la historia en el relato real del asesinato de César, se cree que Shakespeare escribió la obra con la intención de comentar de forma segura la tensa situación política de Inglaterra en aquel momento, cuando muchos creían que era inminente una guerra civil. Aunque Julio César es el personaje que da título a la obra, Shakespeare decidió centrar la acción en Marco Bruto, un hombre de Estado idealista que se une a regañadientes a la conspiración contra César.

Julio César comienza con una escena de conflicto de clases, los plebeyos contra los tribunos. Los plebeyos celebran la victoria de César por sobre los hijos de Pompeyo, uno de los antiguos líderes de Roma. Los tribunos atacan verbalmente a las masas por su incongruencia al celebrar la derrota de un hombre que alguna vez fue su líder.

Pronto, César entra en Roma acompañado de sus partidarios. Un adivino se le acerca y le advierte que "tenga cuidado con los Idus de Marzo", pero César ignora al hombre y, en cambio, confía en su amigo, Marco Antonio, un general romano. A César le preocupa que otro estadista, Cayo Casio, pueda ser un peligro para él, pero Antonio le dice a César que no se preocupe.

Las sospechas de César, sin embargo, son correctas. Creyendo que César es un tirano, Casio está planeando una conspiración para matarlo y se esfuerza por convencer a Marco Bruto, un colega idealista, para que se le una. Bruto se muestra reacio, diciendo que no puede comprometerse con el complot tan precipitadamente.

La discusión entre Bruto y Casio es interrumpida por tres vítores. Más tarde, Casio se entera por otro funcionario, Casca, de que Antonio intentó coronar a César tres veces, pero que César se negó, lo que provocó los vítores de la multitud. Sin embargo, César se sintió decepcionado al ver a la multitud aclamando, ya que secretamente esperaba que insistieran para que aceptara la corona.

Empeñado en convencer a Bruto de que se una a la conspiración, Casio recluta a Cina, otro conspirador, para que coloque una serie de cartas en casa de Bruto. Falsificadas por Casio, estas cartas aparentan ser enviadas por ciudadanos de Roma preocupados, que creen que César está loco de poder.

El plan de Casio funciona. Bruto interpreta las cartas como una súplica de la propia Roma para acabar con César y se une a la conspiración. Sin embargo, la esposa de Bruto, Porcia, se da cuenta de que su marido parece preocupado y le ruega que le confíe sus inquietudes. Él lo hace.

A la mañana siguiente, la esposa de César, Calpurnia, le dice a su marido que ha soñado con una estatua con su imagen sangrando por mil heridas. Preocupado porque el sueño signifique que no debería ir al Senado ese día, César consulta a un sacerdote, quien sacrifica un animal para leer en sus entrañas la fortuna de César. Descubren que el animal no tiene corazón, una muy mala señal, pero César finalmente concluye que es una tontería dejar que un sueño le impida ir a trabajar, y Casio y Bruto llegan para escoltarlo hasta allí.

De camino al Senado, César es abordado por el mismo adivino, quien repite una vez más su advertencia. Ignorando al hombre, César llega al Senado y se sorprende cuando los conspiradores comienzan a reunirse a su alrededor. Juntos lo apuñalan, y Bruto es el último en hacerlo. Traicionado, César pronuncia una última frase – “et tu, ¿Bruté?" o "¿tú también, Bruto?"- antes de morir.

Los conspiradores permanecen en el lugar del asesinato, en un intento de convencer a la multitud de que han matado a César por el bien de Roma. Bruto pronuncia un discurso convincente y racional en este sentido, pero le sigue Marco Antonio con un apasionado elogio. Su discurso culmina con la lectura del testamento de César, en el que dejaba a cada ciudadano de Roma una pequeña porción de dinero, con lo cual desafía la versión de Bruto, que retrataba a César como un déspota ambicioso. Enfurecida en nombre de César, la multitud expulsa de Roma a Casio, Bruto y los conspiradores.

Exiliados en Sardis, Bruto y Casio en un principio se enfrentan, pero luego se reconcilian para preparar la guerra civil que librarán contra Antonio y Octavio, el hijo adoptivo de César. Juntos acuerdan atacar Filipos, donde Antonio y Octavio están acantonados. Pero esa noche, Bruto ve el fantasma de César, que promete que él también estará en el campo de batalla en Filipos.

Durante la batalla en Filipos, Bruto se separa de Casio, quien pronto empieza a perder ante las fuerzas de Antonio. Casio cree escuchar que su amigo Titinio ha muerto. Atormentado por el dolor, le ordena a su sirviente, Píndaro, que lo apuñale con la espada que Casio utilizó para asesinar a César. Bruto interpreta esto como un acto de venganza del fantasma de César.

Al borde de la derrota, Bruto también se quita la vida. Antonio y Octavio reclaman la victoria y, a pesar de sus diferencias, aclaman a Bruto como "el romano más noble de todos", ya que fue el único que mató a César por el bien de Roma.