Final del juego (cuento)

Final del juego (cuento) Metáforas y Símiles

"(...) la mica, el cuarzo y el feldespato -que son los componentes del granito- brillaban como diamantes legítimos contra el sol de las dos de la tarde" (p. 534) (Símil)

Con esta comparación, la narradora destaca el brillo de las piedras de granito que se encuentran en las vías del ferrocarril.

"Entonces corríamos buscando impulso para trepar de un envión el breve talud del ferrocarril, y encaramadas sobre el mundo contemplábamos silenciosas nuestro reino" (p. 534) (Metáfora)

La narradora, una niña de unos doce años, experimenta una sensación de absoluta libertad cada vez que escapa de su casa para jugar en las vías. Así, aunque el talud sea pequeño, en su universo representa un lugar privilegiado desde el que contemplar todo el mundo.

"La cosa es que ardía Troya" (p. 534)

La narradora cuenta que con Holanda suelen jugarle muchas bromas a la madre y a tía Ruth, hasta hacerlas enojar tanto que las dos mujeres adultas las corren con un bastón para castigarlas. Para referirse a estos episodios de disputas familiares, la narradora recurre a una metáfora de uso muy frecuente, pero que instaura en el texto la presencia de la mitología griega. Dicha metáfora se refiere a la destrucción de la ciudad de Troya que realizan los griegos al mando de Agamenón tras muchos años de batalla.

"Nos gustaba flexionar las piernas y bajar, subir, bajar otra vez (...) con lo cual al rato éramos una sopa" (pp. 534-535) (Metáfora)

En este pasaje, la narradora utiliza esta metáfora para expresar cómo transpiran con las exigencias físicas de su juego: de tanto subir y bajar del talud de las vías, terminan hechas una sopa, es decir, totalmente mojadas por la transpiración.

"Lo que yo hubiera querido es que Leticia no sufriera, bastante cruz tenía encima y ahora el nuevo tratamiento y tantas cosas" (p. 541) (Metáfora)

En este pasaje, la narradora utiliza una metáfora muy común en el mundo cristiano al mencionar que Leticia ya tiene mucho trabajo con la cruz que lleva encima. Esta idea remite al martirio sufrido por Jesucristo, quien antes de ser crucificado tuvo que cargar su cruz hasta la cima del monte. Para el cristianismo, la metáfora de cargar la cruz expresa que cada persona recibe su propia carga de pesares y padecimientos, y tiene que hacerse cargo y vivir con ellos.