Estudio en escarlata

Estudio en escarlata Ironía

Holmes le dice a Gregson que podrían prescindir de su ayuda, cuando en realidad todos saben que él es el único que puede resolver el caso.

Holmes subestima las habilidades detectivescas de Gregson y Lastrade, y Watson conoce su opinión. En la casa de Lauriston Gardens, Holmes le dirige a Gregson estas palabras halagadoras, mientras hace a Watson cómplice de su ironía: "Holmes dirigió los ojos hacia mí y enarcó sardónico las cejas. -Con dos tipos como usted y Lestrade en la brecha, no sé qué va a pintar aquí una tercera persona -repuso" (p. 44). Además, se hace evidente que Gregson no capta la ironía, pues a continuación se lee: "Halagado, Gregson frotó una mano contra la otra. -Creo que hemos hecho todo lo hacedero -dijo" (p. 44).

Holmes les dice a los detectives de Scotland Yard que están llevando adelante el caso con destreza, cuando en realidad están cometiendo muchos errores.

Los detectives Gregson y Lestrade saben que Holmes es superior a ellos en la tarea detectivesca, aunque les cuesta admitirlo. Holmes acaso les guarda rencor porque sabe que al final siempre obtienen el reconocimiento por las tareas que él hace, y por eso se niega a revelarles sus hallazgos y les habla con ironía hiriente: "-¿Cuál es su dictamen? -inquirieron a coro. -¿Me creen capaz de menoscabar su mérito, osando iluminarles sobre el caso? -repuso mi amigo-. Están ustedes llevándolo muy diestramente, y sería pena inmiscuirse.- No necesito decir la hiriente ironía de estas palabras" (p. 52)

El policía Rance deja ir al asesino porque cree que es tan solo un borracho.

John Rance responde con esta ironía cuando Holmes le pregunta qué fue del hombre borracho que estaba junto a la entrada de la casa de Luriston Gardens: "¡Pues no teníamos poco que hacer, para cuidar encima de él!" (p. 62). John Rance expresa con ella exactamente lo contrario, es decir: "tenían mucho que hacer" como para dedicarse a seguir la pista de un hombre borracho. Sin embargo, él desconoce por completo que se trataba justamente del criminal que la policía ahora persigue.

La prensa dice que Lestrade y Gregson son los maestros de Holmes, pero es exactamente al revés.

En el final de la novela Holmes le muestra a Watson un extracto del periódico Echo del día en el que se atribuyen los méritos de la resolución del caso a Gregson y a Lestrade. La prensa lo menciona a él ligeramente y dice de su talento que “acaso se vea estimulado por el ejemplo constante de sus maestros” (p. 186), aludiendo con la palabra "maestros" a Gregson y a Lestrade. Esto resulta irónico para el lector, puesto que sabe que ellos están lejos de ser sus "maestros", más bien es lo contrario: Holmes es el maestro de ellos, dado que les ha dado una lección sobre cómo capturar a un criminal.