El laberinto de la soledad

El laberinto de la soledad La Revolución mexicana

En El laberinto de la soledad, Octavio Paz destaca cuatro procesos históricos que son determinantes para comprender el carácter mexicano y descubrir su realidad oculta: la Conquista, la Colonia, la Independencia y la Revolución. En la mirada del ensayista, la Revolución mexicana se destaca especialmente por haber sido una “explosión de la realidad” (p.127), que reveló la verdadera cara de México y que significó un deseo de vuelta a los orígenes precortesianos.

La Revolución mexicana se inicia en 1910 cuando Porfirio Díaz, dictador de México desde 1876, arresta a Francisco I. Madero por sedición. Madero había organizado un partido para vencer a Díaz en elecciones presidenciales, que el dictador ganó mientras Madero estaba en la cárcel. Este logra escapar y organiza una rebelión contra el gobierno de Díaz, dando comienzo al conflicto armado que se origina en el norte de México, expandiéndose a otras partes del país. En este contexto, Porfirio Díaz presenta su renuncia a la presidencia y se exilia. Madero gana las elecciones para presidente en 1911.

El conflicto continúa con la lucha entre las diferentes facciones del proceso revolucionario. Emiliano Zapata y Pascual Orozco se alzan contra el gobierno maderista. Zapata proclama el Plan Ayala, mediante el cual desconoce la presidencia de Madero y exige la devolución y restitución de las tierras a los campesinos. En 1913 se realiza un golpe de Estado que termina con el asesinato de Madero y la toma de la presidencia por Victoriano Huerta. Este hecho provoca la reacción de otros líderes revolucionarios, como Venustiano Carranza y Pancho Villa, que se levantan contra Huerta.

A continuación, se abren dos bandos revolucionarios, los convencionistas y los constitucionalistas. Carranza, del bando constitucionalista, logra derrocar a Huerta en 1914, pero los convencionistas desconocen su gobierno y nombran a Eulalio Gómez como presidente. La guerra de facciones se prolonga hasta que en 1917 se proclama una nueva Constitución mexicana, que para muchos historiadores da fin a la Revolución. No obstante, la lucha violenta sigue con los asesinatos de los líderes insurgentes, entre ellos Emiliano Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923 y Álvaro Obregón en 1928.

En una entrevista realizada en 1975, Octavio Paz distingue dos tendencias en la Revolución mexicana. La primera es la tendencia progresista que quiere continuar los programas liberales de la Independencia. La otra es la revuelta de los campesinos mexicanos liderada por Zapata, que se propone la restauración de un tiempo mejor de igualdad y comunidad. Paz cree que esta facción tradicionalista era la verdad de México: “El zapatismo significa la revolución, el salir a flote, de ciertas realidades escondidas y oprimidas. Es la revolución no como ideología sino como un movimiento instintivo, un estallido que es la revelación de una realidad anterior a las jerarquías, las clases, la propiedad” (p.179).*

El zapatismo fue vencido por la tendencia liberal, que quiso modernizar México negando su pasado. Pero el zapatismo sigue vigente, para Paz, como anhelo de “vivir de una manera diferente, más justa, armoniosa y libre que la actual” (p.181). Esa es la utopía que encarna la Revolución mexicana como expresión popular, y que Paz rescata en El laberinto de la soledad.

*“Vuelta a El laberinto de la soledad: conversación con Octavio Paz”, en Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, No. 25 (1975), pp. 171-189.