El jardín secreto

El jardín secreto Citas y Análisis

—¿Va a ser mi mucama? —preguntó Mary, en su imperiosa manera de la India.

—Soy la sirvienta de la señora Medlock —respondió, sin dejar su trabajo—, y a su vez ella es la mucama del señor Craven. Pero en algunas ocasiones la ayudaré, claro que no creo que usted necesite demasiada ayuda.

—¿Y quién me vestirá? —demandó Mary.

—¿Acaso no puede vestirse sola?

—¡Claro que no! —exclamó la niña. Nunca lo he hecho; mi niñera solía vestirme.

—Bien, es tiempo de que aprenda —respondió Martha, sin darse cuenta de su insolencia—. Le hará muy bien. Mi madre dice que algunos niños de los señores son tontos porque los visten y bañan como si fueran perritos.

Mary y Martha, "Martha", 26-27

Este diálogo pertenece al primer encuentro entre Mary y Martha. La niña recién ha llegado a Yorkshire y mantiene los malos hábitos que adquirió en la India: contesta de mal modo, es autoritaria y pretende que hagan todo por ella. Martha, a diferencia de sus antiguos cuidadores, le contesta con dulzura pero también con firmeza, le pone límites y le enseña a ser más autónoma.

En la cita se ve un claro ejemplo de ello, ya que la muchacha asegura que Mary es lo suficientemente mayor como para vestirse sola. El intercambio también deja entrever las diferencias de clases, tema central de la obra, dado que Mary contrasta con los hermanos de Martha. Como la familia Sowerby es pobre y la madre tiene muchos hijos para criar, estos deben aprender a hacer las cosas por su cuenta desde pequeños. Las palabras de la señora Sowerby mencionadas al final dejan en claro que, por no desarrollar autonomía, los hijos de familias ricas tampoco desarrollan su inteligencia. Si bien en este momento inicial Mary se indigna e irrita por la actitud de Martha, estos límites dan inicio a la profunda transformación de la protagonista, que la convertirá en una niña buena, sana y alegre.

Entonces vio que detrás de las murallas se alzaban las copas de unos árboles y pensó que allí había un jardín. Afanosamente recorrió los muros y buscó inútilmente una puerta. Una vez más miró las copas de aquellos árboles y divisó a un pajarillo de pecho rojo, quien, para llamar la atención de la niña, comenzó a cantar una canción de invierno.

Ella lo escuchó con atención y, de algún modo, el amistoso y alegre silbido le produjo felicidad. La enorme casa, el extenso páramo y los inmensos jardines la hacían sentirse aún más sola.

Narrador, "Martha", 32

Esta cita narra el primer recorrido de Mary por los jardines de la hacienda. Al explorar el espacio, la protagonista comienza a relacionarse con la naturaleza y esto le genera sensaciones positivas. En este momento, se presenta por primera vez el petirrojo, pajarito que acompaña la transformación de Mary y su contacto cada vez más estrecho con la naturaleza. El canto del petirrojo es muy atractivo para la niña y la pone contenta de manera instantánea. De todas maneras, en este punto de la historia, Mary también se enfrenta a emociones negativas porque se encuentra muy sola. Esta sensación de soledad empeora porque la mansión, el páramo y los jardines son gigantescos, pero parecen deshabitados: hasta el momento, Mary no ha encontrado a otras personas allí. De esta manera, el petirrojo funciona como el primer amigo de la protagonista.

Era el lugar más encantador y misterioso que alguien pudiese imaginar. Los altos muros estaban cubiertos por tallos de rosas trepadoras enredados entre sí. Del suelo cubierto de pasto sobresalían algunos arbustos que seguramente habían sido rosales. Había innumerables de ellos que alzaban sus ramas para parecer pequeños árboles. Lo más curioso y maravilloso del lugar era que las plantas habían trepado por todas partes formando columpios, cortinas oscilantes y encantadores puentes entre los árboles más grandes. Sin embargo, como éstas se veían secas y de un color grisáceo, Mary se preguntó si estarían vivas o muertas. También pensó que sin duda este era uno de los jardines más misteriosos y atractivos que había visto en su vida.

Narrador, "La casa más extraña en que alguien pueda vivir", 58

A lo largo de toda la novela, hay múltiples descripciones del jardín secreto. Esta cita explica cómo es el lugar la primera vez que Mary entra en él. Desde el principio, se destaca su atmósfera de encanto y misterio. Esto es muy atractivo para la niña, que se siente fascinada de estar allí. Ese aspecto se relaciona con el estado de las plantas que cubren todo el lugar, pero están resecas. Saber si la vegetación todavía vive o no resulta misterioso y atrapante para la pequeña. De esta manera, los lectores entendemos que este lugar es muy especial. La narración nos indica que se trata de un espacio donde ocurrirán cosas importantes, y nos demuestra que la protagonista establece una conexión muy fuerte con este jardín desde el primer momento.

El sol brilló durante una semana en el jardín secreto, como lo llamaba Mary. Le gustaba ese nombre, pero lo que la hacía más feliz era cerrar la puerta tras de sí, entrar a este lugar encantado y que nadie supiese dónde se encontraba. Se parecía a los jardines secretos que se describían en algunos cuentos que había leído. Los personajes se quedaban dormidos en ellos por más de cien años; sin embargo, a ella esto le pareció una tontería, pues se encontraba más despierta que nunca. Ahora apreciaba el aire, disfrutaba del viento, corría fuerte y rápido y saltaba hasta cien. A los bulbos del jardín les sucedía algo parecido, pues tenían todo el aire y el sol que necesitan para comenzar a crecer y cobrar nueva vida.

Narrador, "Dickon", 64

Mary comienza a frecuentar el jardín y esto acelera su transformación, tanto interna como externa. En esta cita, notamos que la protagonista hace uso de su imaginación, recordando los jardines descritos en sus libros, y juega correteando por el lugar y saltando a la soga. Así, ya no la angustia tanto estar sola; de hecho, deja de sentirse aislada y solitaria. También disfruta de tener este lugar secreto para sí misma, y por eso podemos pensar que el jardín funciona como un refugio para la protagonista. Por último, la cita deja en claro que el proceso de cambio de Mary va de la mano de la revitalización y el reverdecer del jardín, ya que su transformación es como la de los bulbos, las flores y las plantas que crecen en el lugar.

Entonces, con movimientos suaves, comenzó a hacer unos sonidos iguales al gorjeo del petirrojo. El pajarillo lo escuchaba con atención y luego respondía.

—Dice que es amigo tuyo.

—¿Eso dice? —exclamó emocionada Mary—. ¿Crees que realmente le agrado?

—No se acercaría si no fuese tu amigo y menos si no le agradaras.

—¿Entiendes todo lo que dicen los pájaros? —interrogó la niña.

—Creo que sí —dijo Dickon con una amplia sonrisa—. Ellos también me entienden; he vivido tanto tiempo en el páramo que me siento parte de ellos.

Narrador, Mary y Dickon, "Dickon", 68-69

Una de las características principales de Dickon es su don para conectarse con la naturaleza. El chico sabe cuidar de las plantas y siempre está rodeado por animales, con los que se siente cómodo y feliz. También adora la vida al aire libre y siempre está paseando o trabajando en diferentes espacios del páramo. Esto se relaciona directamente con su descripción como un chico bueno, generoso, tranquilo, amable, leal y transparente. En el diálogo citado, Dickon se comunica con el petirrojo como si hablaran el mismo idioma. Mary se sorprende mucho y admira al amigo por esta capacidad. A su vez, la niña queda encantada al saber que el pajarito se siente a gusto con ella, porque ha crecido sola y sin afecto. Una vez más, el petirrojo aparece personificado como un amigo más de los niños.

La niña abrió la puerta y se encontró con un gran dormitorio equipado con muebles antiguos. El fuego de la chimenea resplandecía e iluminaba una enorme cama de cuatro pilares de los que pendían cortinajes de brocado. Sobre ella se encontraba tendido un niño que lloraba quejumbrosamente. Mary se preguntó si aquel lugar era verdadero o si estaba soñando.

El niño tenía una cara afilada de delicado color marfil, y sus ojos se veían demasiado grandes. Tenía también una gran cantidad de pelo y algunos mechones caían sobre su frente, haciéndolo parecer aún más pequeño. Tenía aspecto de estar enfermo, pero se notaba que lloraba más de cansancio y enfado que de dolor.

Narrador, "Soy Colin", 84-85

Esta cita narra el instante en que Mary descubre la existencia de su primo Colin. Se trata de un momento intenso de la novela. La protagonista llega hasta esta habitación guiada por los llantos del niño, marcando un tono de miedo o preocupación en la secuencia. Si bien está segura de que eso que escucha es un llanto humano, lo que encuentra es totalmente sorprendente. Por eso llega a pensar que todo puede ser parte de un sueño. La atmósfera en el cuarto de Colin es tétrica, y esto coincide con el aspecto del niño: es muy pálido, flaco y pequeño, y su apariencia es enfermiza. Desde este momento, se comenta que el mal de Colin tiene más que ver con dolores de la mente y las emociones (cansancio y enojo) que con molestias corporales (dolor).

—No dejaré que ese niño venga si en vez de estar conmigo te vas con él —dijo frunciendo el ceño.

A Mary le dio una rabia enorme y, sin importarle las consecuencias, dijo:

—Si echas a Dickon, no volveré nunca más a verte.

-—Si yo lo ordeno, tendrás que hacerlo —mandó Colin.

—¡No lo haré! —gritó la niña.

—Yo haré que te traigan —dijo el muchacho—, así tengan que arrastrarte.

—Podrán traerme, señor rajá —dijo Mary furiosa—. Pero nadie me hará conversarte. Me sentaré con los dientes apretados y ni siquiera te miraré.

Mary y Colin, "¡No lo haré!", 112

Este diálogo pertenece a una de las peleas que tienen Mary y Colin apenas se conocen. Como la protagonista pasa varios días soleados en el jardín junto a Dickon, Colin se pone celoso. Extraña a su prima y quiere que ella también pase tiempo con él, pero como no sabe manejar sus emociones y nadie le ha puesto límites nunca, en vez de hablar con ella de modo sincero y tranquilo, se enoja mucho y se comporta de manera caprichosa, agresiva y autoritaria. Entonces le dice a Mary que prohibirá la entrada de Dickon a la hacienda y que la obligará a visitarlo. Para su sorpresa, su prima no se mantiene dócil y sumisa (como suelen hacer los cuidadores), sino que le contesta con la misma agresividad. Así, la protagonista le deja entender que no se dejará maltratar y que no será su amiga si él sostiene este tipo de actitudes. Paradójicamente, estas peleas resultan positivas para ambos, porque los ayudan a regular sus emociones y a ganar conciencia de los sentimientos ajenos. Gracias a las peleas se convierten en mejores personas.

—Mi gran descubrimiento científico es acerca de la magia —continuó Colin—. Estoy seguro de que hay magia en todo lo que nos rodea, solo que no tenemos la suficiente voluntad para descubrirla. Cuando Mary descubrió el jardín todo parecía muerto —procedió el orador—. Luego ella lo revivió y las plantas comenzaron a crecer. Yo nunca he sido muy observador, pero ahora me siento curioso y constantemente me pregunto "¿Qué es esto?" Y si no sé lo que sucede, lo llamo magia. Algunas veces cuando me encuentro en el jardín y miro el cielo a través de los árboles, siento una extraña sensación de felicidad y algo en mi pecho que me obliga a respirar más rápido. La magia me ha permitido mantenerme en pie y descubrir que viviré hasta volverme viejo. Mi experimento consistirá en ser tan fuerte como Dickon. Todas las mañanas despertaré y me diré "¡La magia está en mí! ¡Puedo hacerlo! ¡Puedo hacerlo!"

Colin, "Magia", 147

Con estas palabras, Colin expresa su definición de lo mágico. El contacto con los diferentes elementos de la naturaleza provoca profundas transformaciones, tanto en el chico como en Mary. Ambos viven ese proceso como experiencia mágica. En particular, el jardín secreto es un lugar lleno de magia. Colin está tan contento con su nueva vida que decide buscar una explicación científica para todos estos cambios, y está convencido de que afianzar su fe en lo mágico es la mejor manera de mejorar su salud, aprender a caminar y volverse fuerte como Dickon.

Luego los niños se dieron cuenta de que la señora Sowerby tenía catorce personas que alimentar, y ofrecieron pagarle los alimentos.

Narrador, "Déjenlos reír", 152

Esta breve cita pone de manifiesto un cambio muy importante en las actitudes de Mary y Colin. Al principio, solo les interesa satisfacer sus propias necesidades, no tienen conciencia de que son privilegiados y no sienten empatía por los demás. Por eso, poco les importa que muchas de las personas que los cuidan sean pobres y tengan dificultades para cubrir sus derechos básicos, como comer. Martha le señala esta cuestión a Mary cuando la protagonista rechaza el plato de avena que le ofrecen para desayunar; la muchacha explica que sus hermanos estarían muy agradecidos de tener comida como esa, porque siempre pasan hambre. Hacia el final de la novela, gracias a la profunda transformación que atraviesan tanto Mary como Colin, ambos ganan conciencia de las realidades ajenas, abandonan el egoísmo y empatizan con los demás. Así, cuando la señora Sowerby les envía panes y leche para comer en el jardín secreto, ellos identifican que, para la mujer, esto es un gran esfuerzo, y piensan en pagar por los alimentos.

Mientras la mente de Mary estuvo llena de pensamientos desagradables sobre las personas que no quería, nada le interesaba ni alegraba. Su cara era amarillenta y su apariencia la de una niña enferma, aburrida y desdichada. Sin embargo, y sin notarlo, las circunstancias la ayudaron y la empujaron hacia su propia mejoría. Cuando sus pensamientos se llenaron de petirrojos, jardineros, casitas en el páramo, primavera y jardines secretos, algo cambió y en su mente no quedó espacio para pensamientos desagradables.

Narrador, "En el jardín", 163

Hacia el final de la novela, al voz narradora explica la relación entre la salud mental, la emocional y la física, como puede leerse en la cita. Al comienzo, Mary era una niña desdichada, enfermiza y maltratadora porque sus circunstancias eran muy negativas, le faltaba afecto y su mente estaba llena de pensamientos negativos. Su nuevo entorno, especialmente marcado por la presencia de la naturaleza, va generando en ella ideas positivas, alegres y amorosas, y, gracias a ello, se transforma en una niña saludable, interna y externamente. En el párrafo inmediatamente posterior a esta cita, la novela afianza el paralelismo entre la protagonista y su primo, explicando que Colin ha pasado por el mismo proceso: mientras está encerrado en su habitación, convencido de que tiene muchas enfermedades y de que pronto morirá, está débil, triste y atormentado. Sin embargo, cuando comienza a contactarse con los demás y con la naturaleza, gana salud y alegría.