El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde Resumen y Análisis de los Capítulos 1-3

Capítulo 1: La historia de la puerta

Resumen

La historia de la novela comienza con dos hombres, el Sr. Utterson, un abogado tranquilo y respetable, y su pariente lejano, el señor Richard Enfield, paseando por una calle concurrida de Londres. En el camino se encuentran con una misteriosa puerta que incita al señor Enfield a relatar una extraña experiencia que le sucedió en esa misma calle.

Una noche, a las tres de la madrugada, el señor Enfield caminaba por la ciudad cuando vio en la calle a un hombre desfigurado, a quien describe como "un maldito Juggernaut", pisoteando maliciosamente a una niña de unos ocho años que iba camino al médico. Tras detener al hombre, Enfield, el médico y la familia de la niña decidieron que, en lugar de buscar a la policía, chantajearían al hombre para que le diera cien libras a la familia de la niña. Dispuesto a ello, el misterioso hombre desapareció detrás de la extraña puerta frente a la que se encontraban Utterson y Enfield. Regresó luego con diez libras de oro y un cheque firmado por un tercero muy respetable, el doctor Henry Jekyll. Ante el temor de que el cheque fuera falso, el médico, Enfield y la familia obligaron al hombre a permanecer en su compañía hasta que los bancos abrieran y el cheque pudiera cobrarse. Cuando los bancos abrieron, Enfield cobró el cheque y se sorprendió al encontrarlo válido. Lo único que Enfield podía imaginar era que el misterioso hombre tenía el cheque como resultado de un chantaje. A lo largo del relato, Enfield no nombra al misterioso hombre. Finalmente, Utterson le pregunta su nombre y Enfield revela que era un tal Mr. Edward Hyde. "Bajo la influencia de alguna cavilación", Utterson le pregunta si el hombre usó una llave para entrar por la puerta. Enfield lo confirma y los dos hombres prometen no volver a hablar del incidente.

Análisis

El primer capítulo de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde comienza espléndidamente la gran novela alegórica. La estructura de la novela es única, en el sentido de que no se presenta completamente como una narración en primera persona, como habría sido posible contando la historia como una confesión desde el punto de vista de Jekyll. Stevenson opta deliberadamente por un tratamiento discursivo en tres partes distintas, la primera de las cuales se emplea aquí: un relato distendido acerca de los dos personajes principales, y el establecimiento de alguna conexión distante entre ellos. Los dispositivos estructurales y lingüísticos empleados por Stevenson crean una atmósfera inusual de suspenso controlado que rodea la historia. La acumulación gradual de horror y destrucción se logra a través de una lenta acumulación de detalles ausentes de emoción, que comienza en este capítulo. Aquí, aprendemos sobre un misterioso, oscuro y violento Edward Hyde, que aparentemente conoce al doctor Jekyll. Solo podemos asumir que se nos revelará más sobre Hyde, Jekyll y Utterson si continuamos la lectura.

El tema central de la novela rodea, como se sabe, la dualidad del bien y el mal, pero también proporciona una indagación en la hipocresía, como la que envuelve a Jekyll y a Hyde. El libro ha sido descrito como "una de las mejores guías sobre la época victoriana", debido a su penetrante descripción de la dicotomía fundamental del siglo XIX: respetabilidad externa y lujuria interior. La primera víctima de la crueldad de Hyde es una niña, lo que sirve para enfatizar de inmediato su depravación moral. La descripción de la fatídica calle en la que vive Hyde refuerza este tema de la dualidad en la cultura victoriana. Se describe como una calle anónima en Londres, con tiendas cuyos escaparates, como "filas de sonrientes dependientas", tienen un brillo que los destaca del sucio vecindario. Y, sin embargo, a dos puertas de la esquina se alza una casa gótica y lúgubre que "mostraba las señales de un prolongado y sórdido abandono". Más tarde nos enteramos de que la misteriosa, amenazante y siniestra puerta de Hyde, así como la fachada en ruinas del edificio es, de hecho, un acceso a la grande, lujosa y respetable mansión del doctor Jekyll. El tema de la dualidad también está marcado por la naturaleza simbólica del nombre "Hyde", que representa los aspectos ocultos de la naturaleza de Jekyll. De hecho, cuando el señor Utterson resuelve encontrar y hablar con este hombre en el segundo capítulo, afirma que "Si él es Mr. Hyde (...) yo seré Mr. Seek" (N.T.: "To hide" significa en inglés "esconderse", y "to seek" podría traducirse como "buscar").

El primer capítulo revela la verdadera maldad del personaje de Hyde y presagia futuros actos criminales. Enfield se refiere a Hyde como "un verdadero Satanás". Unas líneas después, Hyde comenta: "Cualquier caballero que se precie desea evitar una escena". La afirmación de Hyde de que él es un caballero, especialmente después de haber pisoteado a una niña y dejarla en la calle, es muy irónica. De hecho, con este comentario, Stevenson hace referencia a la afirmación de Peter Bell the third, de Percy Bysshe Shelley: "El diablo es un caballero". En contraste, Utterson es presentado como el verdadero caballero victoriano por excelencia, que es leal a sus amigos, pase lo que pase. También es muy racional y busca explicaciones lógicas en los extraños sucesos que rodean a Jekyll y Hyde. De esta manera, el abordaje de Utterson de los acontecimientos de la novela proporciona un marcado contraste en relación con los temas sobrenaturales que se revelan a medida que la novela avanza.

Curiosamente, hay una clara ausencia de personajes femeninos en esta novela. La única mujer que encuentra el lector en este primer capítulo es la niña de la historia de Enfield. Este patrón de exclusión femenina continúa a lo largo de la novela; la acción está dominada por hombres cuyas vidas parecen ser independientes de toda influencia femenina.

Capítulo 2: En busca de Mr. Hyde

Resumen:

Esa noche, después de su caminata con Enfield, Utterson regresa a su casa y examina el testamento del doctor Jekyll, que, según recuerda, tenía extrañas estipulaciones sobre Mr. Hyde. El testamento establece que en el caso de la muerte o desaparición de Henry Jekyll, todas sus posesiones deben ser entregadas a Edward Hyde. Utterson se sintió incómodo cuando Jekyll solicitó esta estipulación originalmente, y está más molesto por ello después de enterarse del despreciable comportamiento de Mr. Hyde. Después de considerar las implicaciones del testamento y lo que ha escuchado sobre Edward Hyde, Utterson va a visitar al doctor Lanyon, otro querido amigo del doctor Jekyll. Cuando los hombres comienzan a hablar sobre Jekyll, Utterson descubre que Lanyon no ha hablado con él durante un largo período de tiempo, debido a un desacuerdo sobre "disparates (...) poco científicos". Utterson también se entera de que Lanyon nunca ha oído hablar de Hyde.

Tras irse de lo de Lanyon, el sueño de Utterson es atormentado por terroríficas pesadillas del malvado Hyde, que en sus sueños no tiene rostro, pisotea a una niña y luego se queda parado junto a la cama de Jekyll ordenándole que se levante. Al despertar, Utterson deduce que, si solo pudiera verle la cara a Hyde, podría entender la relación de su amigo con aquel hombre. A partir de ese momento, Utterson comienza a dar vueltas por las calles alrededor de la puerta misteriosa, buscando a Mr. Hyde entrando o saliendo del portal. Una noche, finalmente se encuentra con Mr. Hyde y lo enfrenta cuando está por ingresar al edificio. Utterson se presenta como un viejo amigo del doctor Jekyll. Hyde le pide su dirección y, en respuesta, Utterson le da una tarjeta personal. También le pide a Hyde un favor: verle la cara. Tras cumplir su deseo, Hyde le pregunta cómo lo conocía, y Utterson responde que lo reconoció por una descripción, afirmando que tienen amigos en común, como el doctor Jekyll. Mr. Hyde responde enojado que sabe a ciencia cierta que Jekyll nunca le haya contado nada a Utterson sobre él y desaparece rápidamente en el edificio.

Tras abandonar esta escena, Utterson va a ver al doctor Jekyll, pero Poole, su mayordomo, le informa que el médico no está en casa. De esta conversación, Utterson deduce que la casa de Jekyll, a la vuelta de la esquina de la puerta misteriosa, tiene forma de L, y que la puerta misteriosa de Hyde es en realidad una entrada a la antigua sala de disección de Jekyll. Utterson también se da cuenta de que Hyde nunca come en la casa, pero la visita a menudo. Después de irse de lo de Jekyll, Utterson camina a su casa y decide que Hyde debe estar chantajeando a Jekyll, quizás por algún acto terrible que cometió anteriormente en su vida.

Análisis:

En este capítulo, Utterson comienza su trabajo de detective, que continuará a lo largo de la novela. Busca a Edward Hyde, lo encuentra por primera vez y lo describe como "pálido y de baja estatura; aunque no tenía ninguna malformación específica, daba la impresión de ser deforme, tenía una sonrisa desagradable". También señala que Hyde inspira "repugnancia", "asco" y "miedo", pero no puede precisar exactamente por qué. Lo mejor que puedo hacer es llamar a Hyde "troglodita", un salvaje que aún no ha evolucionado a hombre. Por lo tanto, al lector se le recuerda continuamente que Hyde es similar al diablo y al mal, pero parece imposible definir las cualidades exactas que atemorizan los corazones de aquellos que lo conocen. Las personas decentes saben instintivamente que Hyde es moralmente corrupto y malvado. Para apoyar esta percepción, Stevenson a menudo describe a Hyde en términos animalísticos, incluyendo imágenes como una "voz ronca, susurrante y un tanto entrecortada".

Utterson exhibe su clásico enfoque racional a los problemas cada vez más extraños que suceden a lo largo de este capítulo. Para conectar a este personaje altamente racional con los temas sobrenaturales de la novela, Stevenson le da a Utterson una secuencia sumamente perturbadora de sueños que rodea las terribles acciones de un Edward Hyde sin rostro y con aspecto monstruoso. Cada vez que Utterson duerme, ve a Hyde "deslizarse más furtivamente todavía en el interior de casas dormidas, o moverse cada vez con mayor rapidez, hasta marearlo, a través de los inmensos laberintos de la ciudad iluminada por farolas, y en cada esquina atropellaba a una niña y la dejaba chillando". Claramente, Utterson está fascinado por la relación entre Hyde y Jekyll, convencido de que hay algo oscuro y siniestro que los une. Aun así, Utterson no llega a permitirse una explicación sobrenatural, como lo haría cualquier individuo racional. La obsesión de Utterson con Hyde permite la admisión de pecados ocultos y de secretos que corren desenfrenados por la Londres victoriana.

La casa de Jekyll se describe en gran detalle. Es una mansión con "un magnífico aspecto de riqueza y bienestar", secretamente conectada con el laboratorio del médico. La fachada del laboratorio, al que se puede acceder por la misteriosa puerta descripta en el primer capítulo, aparece deteriorada y descuidada. Más tarde, el lector se enterará de que el laboratorio es, de hecho, el lugar en el que el doctor Jekyll se transforma en Mr. Hyde. Por lo tanto, las dos áreas de la casa están claramente relacionadas con sus dos habitantes. El respetable doctor Jekyll vive en una mansión rica y bien mantenida, mientras el despreciable y malvado Mr. Hyde habita el descuidado laboratorio.

Capítulo 3: El doctor Jekyll se encontraba completamente a gusto

Resumen:

Dos semanas más tarde, el doctor Jekyll organiza una cena a la que el señor Utterson es invitado. Después de que los otros invitados se van, Utterson se enfrenta a Jekyll por el tema de su testamento, y le dice que se ha enterado de algunas cosas sobre Mr. Hyde. Al escuchar esto, Jekyll se enoja y le dice a Utterson que abandone el tema. Utterson le pide que confíe en él, pero Jekyll le repite que abandone el tema, asegurándole que puede deshacerse de Mr. Hyde cuando quiera. Cuando Utterson se levanta para irse, Jekyll le dice que tiene un gran interés en el "pobre Hyde" y se disculpa por su comportamiento grosero, pero le ruega que le asegure que cuidará a Hyde cuando él ya no esté allí.

Análisis:

Al comienzo del capítulo, el doctor Jekyll es descrito como "un hombre de unos cincuenta años, corpulento, fuerte, bien afeitado, con aspecto un tanto malicioso tal vez (...)". Al igual que con Hyde, el carácter hipócrita de Jekyll ha dejado una marca en sus rasgos, aunque no tan obvia como la aparente deformidad física de Hyde. De hecho, el doctor Jekyll es deshonesto con sus amigos más cercanos y oculta sus experimentos científicos. A lo largo del capítulo, Jekyll le miente a Utterson, uno de sus amigos más cercanos y leales, quien anuncia el grado en el que la maldad de Hyde ganará poder sobre Jekyll. Curiosamente, Jekyll también cree que puede deshacerse de Hyde en cualquier momento, lo que luego demuestra ser trágicamente falso. Así, Stevenson examina la cuestión del control. La adicción de Jekyll a la personalidad de Hyde resulta fatal, y aunque él cree que está en control de la situación, no es así.