El castillo de Otranto

El castillo de Otranto Strawberry Hill

Horace Walpole cuenta que concibió El castillo de Otranto mientras soñaba en su pequeño castillo gótico, ubicado en la villa de Strawberry Hill. No es sorprendete que la novela que inaugura el gótico como género literario germinara en la mente del hombre que creó para sí mismo un edificio extravagante y excéntrico que iniciaría, del mismo modo, un renacimiento gótico en la arquitectura, si bien diferente al que le seguiría en el siglo XIX.

Cuando Walpole compró el terreno donde erigiría su casa, allí solo había una pequeña cabaña construida para el conde de Bradford. El edificio no tenía nada de “gótico”, pero a Walpole le gustó y lo calificó como “la bagatela más bonita que jamás se haya visto” (traducción propia), por lo que compró el arrendamiento a una mujer llamada Mrs. Chenevis. En ese momento, Walpole sintió la obligación de establecer una residencia en el campo, y este le pareció el lugar perfecto. No le gustaba el nombre, que en aquella época era “Chopped Straw Hill” (Colina de la Paja Cortada), y cuando descubrió que en un antiguo contrato de arrendamiento se referían a ella como "Strawberry Hill" (Colina de la frutilla), restituyó aquel nombre.

Entre 1753 y 1776, Walpole amplió Strawberry Hill considerablemente, conservando el edificio original. No tenía un plan maestro y continuó haciendo ampliaciones esporádicas a lo largo de los años. El estilo gótico utilizado fue mixto, con influencias procedentes de Inglaterra, Francia e Italia. Al mantener la estructura original de la casa, Walpole construyó un edificio gótico principalmente ornamental, que se sostenía en los pilares neoclásicos de la casa original. Así, por ejemplo, conservó las columnas neoclásicas, simulando en su terminación una bóveda de crucería en abanico del gótico flamígero, compuesta con papel maché.

La antigua entrada posee un arco bajo y apuntado, y el estrecho corredor está decorado con esbeltos fustes y tracería en bajo relieve. Los muros principales son de ladrillo o mampostería, revocados con yeso y decorado con papel pintado que simula diversos patrones de la arquitectura gótica. La mayoría de las puertas y ventanas tienen arco apuntado. En el primer piso hay algunos miradores y ventanales de madera con vidrieras en la parte superior. La parte antigua del edificio da al Támesis y recuerda notablemente al gótico veneciano. En el ala sur hay muchos toques medievales, como parapetos almenados, pináculos con corchetes y chimeneas de estilo Tudor. En el techo de la sala de dibujo, de forma ovalada, Walpole mandó a hacer una decoración que emulaba el rosetón de la catedral de Saint Paul, destruida por el fuego en 1666. Los diseños de las chimeneas de la casa estaban inspirados en catedrales como la de Westminster y la de Canterbury.

En el ala oeste, Walpole instaló una imprenta. Allí, en 1774, imprime un catálogo de la numerosa colección de obras de arte, antigüedades y curiosidades de diversas épocas que exhibía en la casa. La gente podía visitar el castillo para ver la colección siguiendo el catálogo, A Description of the Villa of Horace Walpole, revisado y aumentado en 1784.

Walpole fue tan meticuloso en su castillo como en los jardines de la villa, en la que favoreció un estilo que emulaba la naturaleza no intervenida por el hombre. Este es un estilo de jardín inglés que empieza a popularizarse en el siglo XVIII, y que se distingue del orden clásico y geométrico dominante en el estilo francés. Cuando su amigo Horace Mann le preguntó por el estilo gótico de los jardines, Walpole respondió: “El gótico no es más que arquitectura, y así como a uno le satisface imprimir la lobreguez (gloomth) de las abadías y catedrales en su casa, el jardín, por el contrario, no debe ser más que risueño, y la alegría de la naturaleza”. La palabra “gloomth”, curiosamente, fue acuñada por el propio Walpoe para describir lo que pretendía conseguir con su maravilla arquitectónica.

En su obra de 1872, Historia del renacimiento gótico, Charles Eastlake escribió:

El gótico de Walpole, en resumen, aunque lejos de reflejar las bellezas de una época anterior, o de anticipar las que estaban destinadas a proceder de una remodelación del estilo, sigue ocupando una posición en la historia del arte inglés que merece nuestro respeto, ya que sirvió para sostener una causa que, de otro modo, habría sido casi abandonada (traducción propia).

Tras la muerte de Walpole en 1797, la casa pasó a manos de la hija de un primo y, luego, a un nieto de su hermanastra ilegítima, Maria Walpole. En el siglo XIX tuvo dos propietarios sucesivos, los hermanos John y George Waldegrave, que gastaron gran parte de la fortuna familiar y vendieron las antigüedades y curiosidades que Walpole exponía en el castillo en una gran subasta que dispersó toda la colección en 1842. En 1856, Lady Waldergave hizo grandes cambios a la casa. En 1923, la Universidad St. Mary la adquirió para alojar y dar clase a sus alumnos. En 2004 fue recuperada por el fondo de Strawberry Hill y comenzó una extensa restauración, que finalizó en el 2010. Actualmente, se puede visitar la villa ubicada en Twickenham, en las afueras de Londres. El edificio está prácticamente vacío, puesto que la mayor parte de los objetos que coleccionaba Walpole fueron a parar a la Lewis Walpole Library de la Universidad de Yale. De hecho, Walpole nunca pensó en conservar su castillo para un público futuro. Esto decía sobre Strawberry Hill en una carta a su primo, Herny Conway, de 1761: “Mis edificios son de papel, como mis escritos, y ambos desaparecerán en el aire diez años después de que haya muerto; si no cumplieran la función de entretenerme mientras vivo, valdrían realmente muy poco” (1904, p.95, traducción propia).