Canto general

Canto general Resumen y Análisis Cantos I-III

Resumen

Canto I – La lámpara en la tierra

Los poemas de esta sección describen la geografía y el entorno social de las comunidades precolombinas. El autor sitúa los poemas de este canto a partir del año 1400.

La sección comienza con un poema introductorio llamado “Amor América”. El yo lírico, en primera persona del singular, se presenta como aquel que contará la historia del continente americano, comenzando desde antes de la llegada de los conquistadores.

Tras esta introducción, el autor le dedica un poema, llamado “Vegetaciones”, a la flora de América. Luego se detiene en la fauna, con el poema “Algunas bestias”, y se concentra específicamente en las aves en el poema “Vienen los pájaros”.

Después de cantarle a la flora y la fauna, el autor le dedica cuatro poemas a los ríos. Uno al Orinoco, uno al Bío-Bío, otro al Tequendama y al Amazonas.

Luego de los ríos, el autor le dedica un poema a los minerales del continente. Y, por último, se detiene en las poblaciones nativas con un extenso poema llamado “Los hombres”.

Canto II – Alturas de Macchu Picchu

Este canto está dedicado a las ruinas incaicas ubicadas en Cuzco y a aquellos incas que la construyeron. El poema consta de doce estrofas que, a la vez, pueden ser consideradas como poemas autónomos. El yo lírico narra desde la primera persona del singular. La estructura del canto responde a la idea de un viaje tanto interior como exterior: el yo lírico se va adentrando en la naturaleza de las ruinas, y encontrando en estas la esencia americana y la suya propia.

Canto III – Los conquistadores

Tal como su nombre lo indica, este canto aborda la conquista de América por parte de España, haciendo hincapié en la crueldad y el hurto sufridos por los nativos americanos.

El autor sitúa este canto a partir del 1493, año que fecha el primer poema, llamado “Vienen por las islas”. Luego, a través de sus poemas, va emulando el viaje de los conquistadores. Después de las islas, le dedica un poema a Cuba. Tras este texto, con fecha de 1519, aparece “Llegan al Mar de México”.

Posteriormente, el autor se concentra en diferentes conquistadores, como Hernán Cortés y Ximénez de Quesada, entre otros. También describe distintos lugares donde sucedieron eventos importantes, como Cholula, donde ocurrió, precisamente, la “Matanza de Cholula” por parte de las tropas de Cortés. Además, homenajea a otros personajes, como Núñez de Balboa, que traicionó a la corona y, como castigo, fue decapitado.

Análisis

Canto I - La lámpara en la tierra

Canto general es concebido por Neruda como una obra que, a través de la poesía, se propone reconstruir la historia de América; fundamentalmente, de Latinoamérica.

Neruda toma como comienzo de la historia americana el año 1400, fecha en la que sitúa el primer poema de este canto, llamado “Amor América”. Este poema funciona dentro de la sección como una sinopsis conceptual. Aquí, el yo lírico siembra las bases de su pensamiento general acerca de la identidad y la historia americana. Además, se construye a sí mismo como aquel que asume la tarea de cantarle a la América precolombina: “Yo estoy aquí para contar la historia” (p. 7). Tras este poema, el yo lírico se dedica a describir lo particular del continente (ríos, flora, fauna, habitantes nativos), aunque siempre respondiendo a los conceptos básicos planteados en este primer poema.

La primera pregunta que surge al abordar “Lámpara en la tierra” es: ¿por qué el autor toma el año 1400 como el comienzo de la historia del continente? La respuesta es simple: el siglo XV es el último siglo en el que América (que, por supuesto, aún no tenía ese nombre) vive sin los colonos, sin contacto con la cultura europea. Allí se sitúa el yo lírico, por lo tanto, para hallar la esencia del continente.

En toda esta primera parte, Neruda exalta la virginidad y la pureza de América en detrimento de la corrupción y destrucción traída por los colonos y su cultura “civilizada”. Así comienza “Amor América”: “Antes que la peluca y la casaca/ fueron los ríos, ríos arteriales” (p. 7). En estos primeros dos versos de la obra vemos la oposición entre la civilización europea y la naturaleza americana. La civilización europea es ridiculizada por el yo lírico, que la define a través de dos sinécdoques, mencionando dos elementos superficiales y banales. Por el contrario, la naturaleza americana es exaltada: los ríos son comparados con arterias, una parte esencial del cuerpo humano.

Además de esa primera oposición, hay otra fundamental: el “antes” y el “después”, marcado por la llegada en 1492 de los europeos. En el “antes”, el hombre y la tierra estaban en perfecta unión y armonía. En el “después”, esa comunicación natural se ha perdido. Al hablar sobre las “iniciales de la tierra”, el yo lírico afirma: “Nadie pudo/ recordarlas después: el viento/ las olvidó, el idioma del agua/ fue enterrado, las claves se perdieron/ o se inundaron de silencio o sangre” (“Amor América”, p. 7).

“La lámpara en la tierra”, el título de este canto, hace alusión a la idea de que la luz (que simboliza la verdad, las ideas) no fue traída a América por los europeos, sino que preexistía a su llegada y estaba en la tierra misma del continente. En toda esta primera sección, Neruda, desde el abordaje poético de los distintos elementos de la naturaleza y de los pueblos nativos, trabaja la idea de que la historia del continente americano no es la que se considera mundialmente la “historia oficial” de América, ya que esta fue escrita por los europeos. El yo lírico considera esa historia una farsa. La reconstrucción poética de lo preexistente americano se postula en el Canto general como la verdadera historia americana, rica tanto en elementos naturales como culturales.

En esta historia poética, el yo lírico encuentra también la verdadera identidad latinoamericana. Se trata de una identidad que, como lo demuestra el siguiente verso, está en contacto estrecho con la tierra: “El hombre tierra fue vasija, párpado/ del barro trémulo, forma de la arcilla” (“Amor América”, p. 7).

Para finalizar el análisis de esta primera sección, es importante destacar que Neruda comienza a escribir esta obra en 1938. En esa época, aún se estaba muy lejos de considerar a los pobladores nativos americanos como sujetos históricos, con su propio valor, cultura y cosmogonía. Del mismo modo, aún no había una condena, o al menos una discusión moral, acerca de las grandes matanzas de nativos realizadas por los colonos en el continente. De hecho, hasta comienzos del siglo XXI, el 12 de octubre (fecha en que se considera que llegaron los colonos) era denominado “Día de la raza”, como si, efectivamente, la raza humana, la verdadera, hubiera aparecido en el continente el 12 de octubre de 1492. Hoy en día, esa fecha es denominada de diferentes modos en los distintos países del continente: “Día del respeto a la diversidad cultural”, “Día del encuentro de dos mundos”, “Día de la interculturalidad y la plurinacionalidad” son algunas de esas denominaciones. En Cuba, el 12 de octubre ni siquiera es considerado como un día destacado, ni festivo ni conmemorativo.

Canto II - Alturas de Macchu Picchu

Este canto es considerado por muchos de los críticos como el mejor poema (o conjunto de poemas) escrito por Neruda a lo largo de su carrera. Incluso, según Carlos Hamiltos, “Alturas de Macchu Picchu” es uno de los poemas más poderosos de la historia del idioma español. Este poema es destacado por su abordaje monumental, épico y, a la vez, concentrado en sutiles detalles en los que el autor encuentra la esencia, no solo de las ruinas, sino de la cultura incaica. Dicha cultura es concebida dentro del Canto general como una sinécdoque de la vida de los pueblos nativos en Latinoamérica. Neruda considera la civilización incaica como la mayor demostración de la vastedad de conocimientos y capacidades existentes en el continente antes de la llegada de los colonizadores.

Las ruinas de Macchu Picchu son presentadas, en este sentido, como la obra más importante realizada por los pueblos nativos americanos. El yo lírico no solo encuentra en las ruinas la creación magnánima de una ciudad en las alturas, construida sin ningún tipo de maquinaria industrial, sino que también considera las ruinas una obra humana construida en perfecta consonancia con la tierra. Paradójicamente, desde su punto de vista, las ruinas se podrían considerar como una construcción artificial absolutamente natural.

Hemos dicho en el resumen que este canto se presenta como un viaje de descubrimiento, tanto exterior como interior. El yo lírico encuentra en las ruinas de Macchu Picchu aquello que desde siempre estuvo buscando, mientras se preguntaba: “Qué era el hombre? En qué parte de su conversación abierta/ entre los almacenes y los silbidos, en cuál de sus movimientos metálicos/ vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?” ("Si la flor a la flor...", p. 25). O se lamentaba: “Cuántas veces en las calles de invierno de una ciudad (…)/ me quise detener a buscar la veta insondable/ que antes toqué en la piedra o en el relámpago que el beso desprendía” ("Si la flor a la flor...", p. 26). Esas preguntas, esos lamentos, encuentran respuesta y sosiego en el hallazgo de las ruinas: “Alguien que me esperó entre los violines/ encontró un mundo como una torre enterrada (…)/ hundí la mano turbulenta y dulce/ en lo más genital de lo terrestre” ("Del aire al aire...", p. 25); “Macchu Picchu/ Alta ciudad de piedras escalares/ por fin morada del que lo terrestre/ no escondió en las dormidas vestiduras./ En ti, como dos líneas paralelas/ la cuna del relámpago y del hombre/ se mecían en un viento de espinas” ("Entonces en la escala...", p. 29). Esa última cita ilustra a la perfección la idea de que la construcción de Macchu Picchu nace de una perfecta unión entre la naturaleza (representada a través de una sinécdoque por el “relámpago”) y el hombre.

Durante este viaje, el yo lírico se va quitando “capas” de civilización. Hay un paralelismo entre llegar a la esencia de la tierra y llegar a la esencia del yo lírico, quien, verso a verso, se va desprendiendo de los ruidos de ciudad, de los autobuses, las fiestas, los almacenes, para conectarse con la vida pura, con “lo genital de lo terrestre”. Es como si yo el lírico se quitara de encima máscaras y llegara a la verdad. De hecho, en una parte del poema, el yo lírico afirma que en la ciudad “No pude asir sino un racimo de rostros o de máscaras/ precipitadas, como anillos de oro vacío” ("Si la flor a la flor...", p. 26).

Algo importante a destacar acerca de este viaje es que no está narrado cronológicamente. No sigue una estructura en la que el yo lírico llega a Cuzco, sube a las ruinas, las recorre, etc. En lugar de eso, se presentan momentos aleatorios en donde el yo, de repente, conecta con el Macchu Picchu y su entorno. Según los críticos, el yo lírico se pierde en esa interioridad de la tierra y de sí mismo, y allí no responde a la lógica temporal occidental, sino que vive en un periodo indefinido, que se marca, no por el correr de las agujas, sino por las experiencias de conexión terrenal. De esta manera, además, logra hacer coexistir su presente, anclado en el siglo XX, con el pasado incaico.

Este canto aborda otra cuestión fundamental: la esclavitud de aquellos que construyeron las ruinas. Si bien los incas aparecen aquí como un ideal de comunión entre hombre y naturaleza, Neruda no desconoce que el Imperio inca funcionaba en gran medida gracias a la esclavitud. Desde la perspectiva de defender al oprimido que atraviesa todo el Canto general, el yo lírico les dedica a esos esclavos que construyeron las ruinas las últimas estrofas del poema. Son ellos, en definitiva, los hombres que, verdaderamente, se conectaron con la tierra:

Macchu Picchu, pusiste

piedra en la piedra, y en la base, harapo? (…)

Devuélveme el esclavo que enterraste

Sacude de las tierras el pan duro

del miserable, muéstrame los vestidos

del siervo y su ventana.

Dime cómo durmió cuando vivía.

Dime si fue su sueño

ronco, entreabierto, como un hoyo negro

hecho por la fatiga sobre el muro.

("Piedra en la piedra...", pp. 34-35).

Desde el punto de vista biográfico, es interesante destacar que Neruda visita el Macchu Picchu en 1943. Estos poemas son publicados, por primera vez, en 1944. Luego, el poeta decidirá integrarlos dentro de su Canto general.

Canto III - Los conquistadores

Si se toma un criterio cronológico-histórico, las acciones de este canto suceden naturalmente al primer canto, “Lámpara en la tierra”. Allí, América aún no ha sido conquistada por los europeos, mientras que en este canto se narra, precisamente, su llegada y conquista.

“Los conquistadores” tiene un epígrafe, en idioma inca, de Túpac Amaru. La frase citada significa: “Madre Tierra, atestigua cómo mis enemigos derraman mi sangre”, y teóricamente fue pronunciada por Túpac Amaru poco antes de ser decapitado por el Virrey Toledo en la plaza de Cuzco en el año 1572. Partiendo de ese epígrafe, Neruda intenta reconstruir en este canto, fundamentalmente, las diferentes injusticias y crueldades que perpetraron los conquistadores durante su travesía colonizadora.

Una particularidad al respecto es que esta reconstrucción histórica de la conquista está fechada a partir de 1493. Es decir, el primer poema del canto, llamado “Vienen por las islas”, está acompañado por esa fecha. Lo llamativo es que la llegada de los conquistadores no fue en 1493 sino en 1492. Una posible lectura de esta particularidad puede encontrarse en el hecho de que, durante ese primer viaje español, los colonos no se asentaron en territorio latinoamericano. Fue recién en el segundo viaje de Colón, en 1493, cuando comenzó la conquista de los territorios y, por ende, la gran matanza. Se comprendería entonces que, partiendo desde la óptica del Canto general, que hace hincapié en la opresión de los conquistadores, Neruda haya escogido este segundo viaje para situar el inicio de tal proceso. Sin embargo, el poema “Vienen por las islas” comienza así: “Los carniceros desolaron las islas/ Guanahaní fue la primera/ en esta historia de martirios” (p. 41). A Guanahaní (actual territorio de las Bahamas), los conquistadores llegaron el 12 de octubre de 1492; fue el primer territorio americano que pisaron. Todo esto genera un claroscuro en la crítica, que no termina de resolver por qué Neruda situó ese poema en 1493, ya que, evidentemente, el autor sabía cuál era la fecha de llegada de los colonos, y no se puede tratar de un error de tipeo, ya que el autor no corrigió la fecha en las sucesivas ediciones. Por lo tanto, la idea de que esa fecha haya sido escogida como marca del verdadero inicio de la conquista parece ser la más viable. Por otro lado, existen discusiones acerca de si la matanza no comenzó ya en la llegada en 1492. En su diario, Cristóbal Colón, el 14 de octubre de 1492, apenas dos días después de llegar, escribe que sería muy fácil esclavizar a los habitantes nativos, lo que deja entrever la posibilidad de un sometimiento inmediato por parte de los españoles.

Tras la llegada a las Bahamas, los colonizadores llegan a Cuba, hecho que está reflejado en el poema “Ahora es Cuba”. Luego, el recorrido poético continúa emulando el de los conquistadores con el poema “Llegan al Mar de México”, fechado en 1519, año en el que efectivamente los conquistadores llegan a México.

Además, de estos poemas dedicados a las sucesivas invasiones territoriales, Neruda particulariza en la figura de algunos conquistadores, como Pedro de Alvarado, Ximénez de Quesada y, fundamentalmente, Hernán Cortés, líder de la expedición conquistadora que derrotó al imperio azteca. Cortés aparece en el Canto general como un símbolo de la crueldad de los españoles. El poema llamado, precisamente, “Cortés”, dice: “Cortés no tiene pueblo, es rayo frío/ corazón muerto en la armadura” (p. 43).

En esta reconstrucción poética de lo que fue la conquista de América, Neruda no deja afuera ciertos hechos históricos fundamentales, como la “Matanza de Cholula” o la “Matanza de Cajamarca”, en la que, además, los españoles capturan a Atahualpa, el último soberano inca. En estos poemas, el estilo es directo. El yo lírico privilegia la reconstrucción histórica, utilizando versos claros, por sobre la opacidad poética, reflexiva, que aparece en otros cantos, como “Alturas de Macchu Picchu”. Por ejemplo, el poema llamado “Cholula” dice:

En Cholula los jóvenes visten

su mejor tela, oro y plumajes

calzados para el festival

interrogan al invasor.

La muerte les ha respondido.

Miles de muertos allí están.

Corazones asesinados

que palpitan allí tendidos.

(pp. 44-45)

Estos versos explícitos, claros, además de mostrar la crueldad española, intentan evidenciar la inocencia y la bondad de los nativos, que se habían preparado para recibir a los conquistadores con sus mejores ropas, como si se tratara de un festival pacífico.