Rosaura a las diez

Rosaura a las diez Ironía

Milagros afirma con ironía que Camilo y Rosaura son una pareja de charlatanes (Ironía verbal)

En su declaración, Milagros insiste en varias oportunidades con que una de las características más distintivas de Camilo es su excesiva timidez: Camilo casi nunca habla por cuenta propia y, cuando se ve obligado a hacerlo porque alguien lo interpela directamente, lo hace con torpeza y sufrimiento. Cuando finalmente Milagros conoce a Rosaura, se encuentra, para su decepción, con que la joven es tan o más reservada que el propio Camilo. Por este motivo, la dueña de La Madrileña afirma irónicamente en su declaración: “Usted conoce a Camilo, y yo, que la conocí también a ella, le puedo asegurar que se habían juntado dos charlatanes” (68). Lejos de ser una pareja de charlatanes, Camilo y Rosaura son más bien lo contrario.

David Réguel señala con sorna que, para Camilo, volver con Rosaura era “justo lo que él quería” (Ironía verbal)

David Réguel está convencido de que Camilo solo utilizó a Rosaura para satisfacer sus deseos sexuales y aparentar ser interesante hacia los otros huéspedes de La Madrileña. Pero, luego de saciar sus impulsos, comenzó a odiar profundamente a la joven y a querer deshacerse de ella. Cuando Camilo les hace creer a todos que su relación con Rosaura no tiene futuro, debido a las imposiciones del padre de la joven, David dice que Milagros y sus hijas “Se pusieron a la tarea de convencer a Camilo (...) de que tenía que luchar por Rosaura por fas o por nefas, justo lo que él quería, sí” (159). El comentario posee una ironía verbal, puesto que él considera exactamente lo contrario. Para David, que el padre de Rosaura se oponga a su relación con Camilo es justamente lo que Camilo necesitaba para sacarse a la joven de encima.

Milagros se ofende porque Camilo no le tiene confianza, pero no hay un solo secreto de él que no se haya ventilado por su culpa (Ironía situacional)

Mientras declara frente al inspector, Milagros recuerda con indignación el día en que le pidió a Camilo la dirección de Rosaura y él se la negó rotundamente. Ella considera una afrenta “La reserva, la desconfianza, el susto que mostraba, como un gato sus uñas, cada vez que hacíamos el más leve intento de acercarnos a Rosaura (...). Y esto después de doce años” (87) de íntima convivencia. La indignación de Milagros posee un sentido profundamente irónico si tenemos en consideración que ella le revisó la habitación, leyó sus cartas a escondidas, permitió que otros integrantes de la hospedería se pasearan por su habitación para husmear el retrato de Rosaura, lo expuso ante los demás e intentó involucrarse una y otra vez en la relación de los novios. Más que sorprenderse por las reservas de Camilo, Milagros debería comprenderlas como una consecuencia de su actitud chismosa y entrometida.

Camilo elabora la farsa de su romance para atraer la atención de Matilde, pero es justamente su mentira la que lo termina separando de ella (Ironía situacional)

En el Capítulo 3, los lectores nos enteramos de que el romance con Rosaura consiste en una mentira de Camilo para aparentar ser deseable ante Matilde, de quien está secretamente enamorado. Mientras declara ante el inspector, este induce la posibilidad de que Matilde realmente lo correspondiera, ya que la vio terriblemente angustiada al enterarse de que Camilo iba a ir a prisión. En ese momento, Camilo recuerda algunas situaciones que le permiten apoyar la hipótesis del inspector: Matilde siempre decía que Rosaura era fea, e incluso la había sorprendido en su habitación observando fijamente el retrato de la joven. Pese a ello, Camilo se entera de sus posibilidades con Matilde cuando ya es demasiado tarde para intentar una relación con ella. El hecho de que su estrategia para conquistarla le termine jugando en contra constituye en sí una ironía situacional.