Poemas de Emily Dickinson

Poemas de Emily Dickinson Resumen y Análisis Poemas sobre el dolor existencial

Resumen

En esta sección analizaremos, a partir de cinco poemas representativos, la producción poética de Emily Dickinson que tiene como tema central al dolor existencial.

Morir no duele tanto

La voz comienza afirmando que lo que duele no es morir, sino vivir. La muerte solo es algo que está más allá de la puerta (2019, p. 37). Luego, refiere a la costumbre de ciertos pájaros de abandonar su hábitat antes de que llegue el frío. Finalmente, afirma que somos como aves que tiritan en la puerta del granjero, esperando que nos arroje migajas, hasta que la nieve nos devuelve a nuestro hogar.

Pliego mi chal y me ato mi sombrero

La voz comienza contando que realiza sus tareas más ínfimas con absoluta dedicación. Así se mantiene ocupada. La voz dice que, sin embargo, en algún punto del pasado cesaron su existencia y su latido. Afirma entonces que no podemos evitar aquello que nos está destinado como hombres y mujeres. Finalmente, dice que es un trabajo cansador simular en pos de que ni la ciencia ni la cirugía descubran lo que realmente somos.

Los sobresaltaría

La voz afirma que se sobresaltarían al ver que temblamos (no detalla quién se sobresaltaría). Entonces sugiere que, ya que llevamos una bomba en el pecho, nos mantengamos en calma. Finalmente, afirma que para mantener el sentido debemos hacer las labores de la vida (aunque estas no nos den ningún tipo de premio).

El Dolor – tiene un Elemento en Blanco

La voz afirma que, al tener un elemento en blanco, el dolor no puede comprender cuándo comenzó. Luego dice que el dolor no tiene futuro, sino que es un infinito contenido y también es pasado. Finalmente, afirma que la función del dolor es percibir nuevos periodos de dolor.

Los cirujanos deben ser muy cuidadosos

La voz afirma que los cirujanos deben ser muy cuidadosos cuando agarran un cuchillo, ya que debajo de las incisiones que realizan palpita el culpable: la vida.

Análisis

Los poemas de Dickinson sobre el dolor existencial tienen una íntima relación con sus poemas dedicados a la muerte. La diferencia entre unos y otros es sutil pero fundamental. En los poemas dedicados a la muerte, la autora plantea una ruptura: la muerte es el fin de la vida o una sensación que irrumpe y modifica definitivamente la percepción de la vida. Por el contrario, en los poemas dedicados al dolor existencial no hay ruptura alguna. La vida se presenta como una agonía constante, un sufrimiento continuo. En comparación con este sufrimiento, la muerte carece absolutamente de importancia. Así lo dice la voz en “Morir no duele tanto”:

Morir no duele tanto,
lo que más nos duele es la vida.
La muerte es otra cosa:
algo más allá de la puerta (2019, p. 37).

En la poesía de Dickinson las puertas simbolizan el límite entre lo conocido y lo desconocido, entre lo cotidiano y aquello a la que no se tiene acceso. En los versos citados, la muerte se presenta como algo totalmente distante e inaccesible y, por eso mismo, no genera dolor. Lo que duele es lo que está de este lado de la puerta: la vida. Estos versos de Dickinson recuerdan la famosa frase de Epicuro: “Así pues, el mal que más pone los pelos de punta, la muerte, no va nada con nosotros, justamente porque cuando existimos nosotros la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente entonces nosotros no existimos” (2012, p. 88).

Previamente, hemos visto que Dickinson es capaz de abordar un tema oscuro y dramático como la muerte utilizando un tono ligero y relajado. Aquí, esto vuelve a suceder: el dolor existencial en la poética de Dickinson es abordado muchas veces a través de un tono humorístico y ligero. Por ejemplo, en “Los cirujanos deben ser muy cuidadosos”, dice:

Los cirujanos deben ser muy cuidadosos ―
cuando ellos toman un cuchillo!
Debajo de sus finas incisiones
palpita el Culpable ― la Vida! (2013, p. 103).

La idea que postula aquí la voz es que los cirujanos abren nuestros cuerpos para intentar extirpar los males que nos aquejan cuando, en realidad, lo que nos aqueja es la vida. He ahí el origen de nuestro dolor: la mera existencia. Esta postura es totalmente afín al Romanticismo oscuro, un movimiento en el que, como hemos visto, el dolor y el tormento son preponderantes.

Ahora bien, “Los cirujanos deben tener mucho cuidado” no es el único poema en el que Dickinson hace referencia a los cirujanos, y los construye como seres fríos que intentan entender lo que nos ocurre desde una perspectiva inhumana o carente de alma. En “Pliego mi chal y me ato mi sombrero”, se dice que “Es punzante trabajo simular / para que no descubran lo que somos / la ciencia ni la cirugía” (2019, p. 49). Así, la ciencia y la cirugía son presentadas como si fueran seres entrometidos que intentan descubrir el dolor que llevamos dentro, para entonces curarlo con métodos matemáticos, exactos. En la poética de Dickinson, el dolor existencial, como veremos más adelante, es inasible y, por lo tanto, es imposible de curar.

En este poema Dickinson también da una clave acerca de cómo se hace para vivir con ese dolor existencial en el cuerpo:

Pliego mi chal y me ato mi sombrero.
Hago con precisión las pequeñas tareas
de la vida, como si las menores
para mí fueran infinitas.
(…
No obstante, en algún punto del pasado,
cesaron mi existencia y mi latido (2019, p. 49).

De manera recurrente, Dickinson postula la idea de que para vivir, tras perder la voluntad de vivir y poder soportar el dolor existencial, hay que simular. ¿Cuál es la mejor manera de simular? Distraerse realizando pequeñas tareas de la vida cotidiana. Esta idea también la encontramos en el poema “Los sobresaltaría”:

Por tanto, aunque la vida no nos dé ya su premio,
hacemos las labores de la vida
con una escrupulosa exactitud
para mantener el sentido (2019, p. 50).

Esta cita es profundamente desesperanzadora, lo que ilustra un pesimismo característico del Romanticismo oscuro, pero que aparece aquí en su máximo esplendor. Dickinson da a entender que la vida no tiene sentido si uno no se concentra en las pequeñas labores. No hay amor, ni religión, ni ningún otro tipo de “premio” que le otorgue sentido al día a día: solo hay dolor. Cabe preguntarse, entonces, ¿dónde nace ese dolor?, ¿cuál es su origen? En “El Dolor – tiene un Elemento en Blanco”, la voz lírica nos ofrece una respuesta posible:

El Dolor ― tiene un Elemento en Blanco ―
no puede comprender
cuándo comenzó
(…)
es un infinito contenido –
es Pasado – iluminado para percibir
Nuevos Periodos – de Dolor (2013, p. 101).

Es decir que el dolor existencial no tiene origen. Nace de la nada, es infinito y se basta a sí mismo. El dolor contiene al dolor, y la función del dolor es, solamente, que podamos percibir más dolor. Además, es incomprensible. Pensar en él no nos sirve de nada. Distraernos atendiendo a las simples labores de la vida, como plegar el chal y atarse el sombrero, es el único modo de mantener el sentido de existir.