Poemas de Emily Dickinson

Principales influencias

El caso de Emily Dickinson es muy especial en la literatura estadounidense. La gran popularidad de que gozó y goza después de su muerte hace que muchas veces la opinión pública olvide lo aislada que estuvo en vida, primero en su pequeña aldea y luego en su pequeña habitación, sin salir de ella ni recibir a nadie.

Por lo tanto, no son muchas las influencias que su poesía recibió de sus contemporáneos, ni de sus predecesores. Las tres principales influencias que pueden rastrearse en el trabajo de esta poeta son la Biblia, el humor estadounidense y Ralph Waldo Emerson.

La Biblia

Manuscrito original del poema Wild nights, wild nights!, en el que se observa el excéntrico uso de los guiones.

Como todo estadounidense nacido con anterioridad a la Guerra de Secesión, Dickinson estuvo familiarizada con la Biblia desde su más tierna infancia, y la influencia que las escrituras sagradas operaron sobre ella se demuestra ya desde sus cartas de juventud: «El brillo del sol me habla esta mañana, y la afirmación de Pablo se vuelve real: “el peso de la Gloria” [...] La fe de Tomás en la anatomía era más fuerte que su fe en la Fe [...] ¿Por qué censuraríamos a Otelo, cuando el criterio del Gran Amante dice: 'No tendrás otro Dios que yo'?».

Varios poemas de Emily se basan en textos bíblicos o los recrea con una diversión ligeramente impía, como por ejemplo The Bible is an antique volume [La Biblia es un volumen antiguo], The Devil, had he fidelity [Tuviese el diablo fidelidad] y Belshazzar had a letter [Baltasar tenía una carta].

El humor

Durante toda su vida estuvo poblada de lecturas religiosas; sin embargo, el segundo texto que más leyó Emily Dickinson fue el periódico y posteriormente, diario The Springfield Republican, dirigido por Samuel Bowles y el doctor Holland.

En ese diario se publicaban fragmentos escogidos de Washington Irving, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y Harriet Beecher Stowe, entre otros. Muchos de estos textos eran humorísticos. La misma influencia que tuvieron sobre Emily se evidencia, por ejemplo, en Mark Twain, cinco años menor que ella, el cual también estaba suscrito al Springfield Republican. El humor del propio Twain influyó a su vez en Dickinson, que había leído varios capítulos de Old Times in the Mississippi.

Emily escribía sermones burlescos para divertir a sus compañeras en el colegio y en el seminario. Algunas de sus frases harían enrojecer al propio autor de Huckleberry Finn: «El papa entró a la iglesia en una silla de manos llevada por varios hombres. Es un buen adorno para cualquier procesión».

El sutil ingenio de Emily a veces compendiaba su formación religiosa con el humor yanqui, y la hacía escribir cosas como por ejemplo esta carta a un amigo: «Yo soy Judit, la heroína de los apócrifos, y tú el orador de Éfeso. Pero el mundo duerme en la ignorancia y el error y no nos escucha. Entonces, tendremos que arrancar a esta sociedad de sus raíces y plantarla en otra parte. Construiremos hospicios, trascendentales prisiones estatales... y no pocos patíbulos».

La soltura de su humor a veces alcanza los límites de la crueldad: «¿Quién será el periodista que escribe los artículos acerca de esos divertidos accidentes en los cuales los trenes chocan inesperadamente y los caballeros son limpiamente decapitados en accidentes industriales? Vinnie estaba desilusionada porque hoy hubo sólo unos pocos». Cuando una mendiga llamó a su puerta, escribió: «Hoy no ha llamado nadie, sino una pobre señora que buscaba un hogar. Le dije que sabía de un sitio, y le di la dirección del cementerio para ahorrarle una mudanza».

En Emily convivía la seria concentración de los poetas líricos y el instinto para la comedia de los escritores estadounidenses. A veces tejía elegantes ejercicios de humor fonético, como los seis versos de Lightly stepped a yellow star, donde la música está pautada por el sonido de innumerables eles, y la palabra final, punctual «puntual» convierte todo el poema en una broma musical al estilo de las desafinaciones mozartianas. Para ella el sol era un farol de alumbrado, el Apocalipsis una mañana después de beber ron y el corazón el cañón de unos revoltosos.

Toda esta deliciosa poesía y este fino humor, no muy bien comprendidos en su época, han sido preservados para la posteridad y muestran a Emily Dickinson, como a Mark Twain, bajo el rostro de la poeta y artista adelantada a su tiempo en muchos años.

Emerson

La poetisa conocía muy bien los Essays [Ensayos] de Emerson y poseía un ejemplar de sus Poems [Poemas]. El celebérrimo poeta visitó Amherst en varias oportunidades y una vez durmió en la casa de Austin, el hermano de Emily que vivía en la casa contigua.

Dos sociedades literarias estudiantiles invitaron a Emerson a dictar una conferencia en la aldea, a lo que el poeta accedió, presentándose ante la juventud del pueblo el 8 de agosto de 1855. El tema fue Un llamamiento a los estudiosos. No se sabe con certeza si Emily acudió a la conferencia, pero en 1855 no se había recluido todavía, y el episodio debe haber resultado un acontecimiento excepcional para una sociedad tan pequeña como la de Amherst.

Emerson regresó al poblado de los Dickinson dos años después, pronunciando en la capilla el 16 de diciembre de 1857 otra conferencia titulada Lo hermoso de la vida rural. Se cree que en esta oportunidad la poeta sí estuvo presente, ya que su hermano y su cuñada Susan Gilbert estuvieron en primera fila. La venerable figura del gran personaje impresionó a Gilbert de tal modo que se juramentó a invitarlo otra vez.

Ralph Emerson habló en Amherst en otras tres oportunidades en 1865 y tomó el té y durmió en casa de Austin y Susan en 1872 y 1879; sin embargo, Emily vivía ya completamente encerrada para ese momento.

Al igual que Whitman, los fraseos y la filosofía de Emerson son claramente visibles en la poesía de Emily Dickinson. La explicación es que posiblemente los tres pertenecían al ambiente rural de la Nueva Inglaterra de su época y que se admiraban mutuamente, aunque los dos poetas nunca llegaron a conocer los poemas de la escritora.

Emily puede haber copiado la estructura de los cuartetos de Emerson, a los que ambos eran muy afectos, y seguramente se vio influida por la teoría ética del trascendentalismo, la exaltación de la pastorela rural, el ritmo gracioso y la permanente renuncia a la vida de ciudad que Emerson preconizó hasta su muerte.

Otras lecturas e influencias

Emily Dickinson aludió en muchas oportunidades a los «festines» que se daba con escritores, novelistas y poetas de diversas procedencias, principalmente ingleses y estadounidenses contemporáneos o primitivos.

Según sus propias palabras, disfrutaba especialmente de Alfred Tennyson, poeta de The Princess [La Princesa], Samuel Taylor Coleridge, escritor de Specimens of the Table Talk [Charla de sobremesa], Nathaniel Hawthorne, autor de Mosses of an Old Manse [Musgos en una vieja rectoría] y The House of Seven Gables [La casa de los siete tejados], Washington Irving con su biografía de A History of the Life and Voyages of Christopher Columbus [Vida de Colón], Charles Dickens con David Copperfield, Bulwer-Lytton, novelista de The Caxtons [Los Caxton], y los poetas John Keats y Robert Browning.

Adoraba en particular a la esposa de este último, Elizabeth Barrett Browning, y solía leer traducciones al idioma inglés de la francesa George Sand. También le agradaban Charlotte Brontë y su hermana Emily Brontë. De esta última no le interesaba tanto Wuthering Heights [Cumbres borrascosas], sino sus poesías.

El único autor de quien reconoció haber leído las obras completas fue William Shakespeare. Cuando perdió la vista casi por completo, alrededor de 1864 y 1865, escribió que dudaba si, después de haber leído todas las obras de teatro del gran dramaturgo, seguiría siendo necesario poder leer a otros autores. En su último año de vida escribió a un amigo que debía viajar a Stratford-upon-Avon: «Toca a Shakespeare por mí».

Dijo que Keats era uno de sus poetas favoritos e hizo tres referencias a William Wordsworth y dos a Lord Byron.

Como se observa, estos y otros muchos escritores y poetas poblaron los días de Emily Dickinson pero, aparte de las tres principales influencias consideradas arriba, resulta difícil decir si alguno de ellas tuvo efecto en su poesía, que es un producto completamente original y, fuera de toda cuestión, profundamente personal. Su estilo es intransmisible y, por lo tanto, ni imitado, ni posible de imitar.


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