Niebla

Niebla Ironía

Augusto dice que las personas cuidan los intereses del Estado, cuando, en realidad, busca expresar lo contrario (Ironía verbal)

En el capítulo XVII, Víctor le cuenta a Augusto la historia de Eloíno Rodríguez, un hombre que se casa en su lecho de muerte para que una mujer lo cuide y él, a cambio, le deje su pensión. Ante esta historia, Augusto califica, de manera irónica, el accionar de estas personas como civismo: “Sí, sé de más de uno, amigo Víctor, que se ha casado nada más que para que el Estado no se ahorrase una viudedad. ¡Eso es civismo!” (pp. 126-127). El civismo es una conducta de respeto y cuidado por las instituciones de una nación, por lo que queda claro que el comentario de Augusto es burlón, puesto que destaca lo que es capaz de hacer la gente con tal de no beneficiar al Estado.

Frente a cualquier expectativa, doña Sinfo prefiere un doctor que deja morir a sus pacientes a uno bueno y eficiente (Ironía situacional)

Durante el capítulo XVII, doña Sinfo se lamenta de que el doctor Valentín haya atendido a su esposo en lugar del doctor José. Como la señora anhela la muerte de su marido, la eficacia de Valentín le representa un problema, ya que, finalmente, termina por salvarle la vida a Eloíno. Frente a las expectativas que los lectores nos podamos hacer al respecto, doña Sinfo asevera que es mejor el doctor incapacitado de ejercer su profesión, que un doctor bueno y eficiente.

El narrador expresa el deseo de que España tenga más eruditos como Antolín Paparrigópulos, cuando, en verdad, se está burlando de ese tipo de intelectuales (Ironia verbal)

El narrador presenta al filósofo Paparrigópulos caracterizando sus comportamientos y reflexiones filosóficas de manera grotesca, con una mirada crítica y burlona. De hecho, resulta obvio que este personaje es una parodia de los eruditos contemporáneos a Unamuno. Tras presentarlo, el narrador exclama: “¡Así diera la Providencia a España muchos Antolines Sánchez Paparrigópulos!” (p. 172). Su expresión de deseo es evidentemente irónica, ya que el narrador desprecia a este tipo de personalidades.

Augusto decide pedirle consejo a Miguel de Unamuno ignorando algo que los lectores ya sabemos: es el propio Unamuno el autor de sus desgracias (Ironía dramática)

Hacia el final de la novela, Augusto, que ha decidido quitarse la vida, visita a Miguel de Unamuno porque que ha leído un ensayo suyo en el que se trataba el tema del suicidio. Él toma esta decisión porque cree que Unamuno puede aconsejarlo sabiamente. Sin embargo, esta acción constituye una ironía dramática, puesto que los lectores ya sabemos que el propio Unamuno es el autor de esta novela, mientras que Augusto desconoce que es él quien lo ha dejado en la trágica situación en la que se encuentra.