Maus

Maus Citas y Análisis

—¡No! Tú no sabes contar pastillas. Ya lo haré después... soy un experto.

Vladek, Libro I, p. 32.

Este es uno de los tantos ejemplos en lo que se demuestra el difícil carácter de Vladek. Aquí, él tira por accidente sus propias pastillas y ante el ofrecimiento de Art de contabilizarlas, su padre reniega de su ayuda y subestima sus métodos y su capacidad.

—Pero ¿por qué lloras?

—No lo sé. Tengo una buena familia... un hijo sano... debería ser feliz. Pero me da igual. No quiero vivir.

Vladek y Anja, Libro I, p. 33.

En este diálogo, Vladek le pregunta Anja por el motivo de su tristeza y ella no puede precisar qué es lo que la tiene mal, sino todo lo contrario: solo logra destacar que tiene todo para ser feliz, y aun así se siente miserable. De esta forma, se traza la personalidad depresiva de Anja, que a lo largo de la historia sufre muchas recaídas hasta suicidarse en Estados Unidos.

—Una vez, un joven médico se acercó a mi cama en el hospital... me miró los ojos con una luz mucho rato y dijo: "Sr. Spiegelman, el ojo izquierdo es perfecto... pero tiene cataratas en el derecho". Claro, no sabía que el izquierdo es de vidrio... y no le dije nada.

Vladek, Libro I, p. 42.

En este caso, se puede apreciar el sentido del humor de la obra, que intercala la hostilidad del relato del Holocausto y la tristeza del vínculo disfuncional entre padre e hijo con pequeños momentos humorísticos que sirven al lector como un pequeño alivio luego de situaciones con alta carga dramática.

—En septiembre los soldados alemanes arrestaron a muchos judíos por la calle... nos obligaban a cantar plegarias mientras se reían y nos golpeaban... Y antes de dejarnos ir nos cortaban la barba. Y ahora esos demonios me han quitado la fábrica de agua mineral.

El padre de Vladek, Libro I, p. 67.

El padre de Vladek le cuenta a su hijo los abusos que cometieron los oficiales nazis mientras él fue prisionero de guerra. En este diálogo se puede observar que Vladek recién está comenzando a comprender la magnitud de lo que está sucediendo a su alrededor. De hecho, su relato es interrumpido por su esposa, ya que pronto comienza el toque de queda para los judíos y Vladek debe salir rápido para llegar a tiempo a la casa en la que está Anja.

Todos los judíos de Sosnowiec deben reubicarse en el barrio de Stara antes del 1 de enero de 1942. Los no judíos podrán ocupar las viviendas desalojadas.

Comunicado de la Gemeinde, Libro I, p. 84.

Esta cita recoge un comunicado que anuncia a la población judía que debe abandonar su propia vivienda para pasar a vivir en un gueto. A pesar de estar adaptado al estilo del dibujo del cómic, este comunicado es tan solo un ejemplo de todo el material de archivo que el autor recaba del Holocausto e incorpora a lo largo de la historia. Estos detalles le recuerdan al lector que los acontecimientos narrados tienen que ver con una historia real y no una ficción inventada por el autor.

— Nunca me sentí culpable por lo de Richieu. Pero sí tenía pesadillas en las que las S.S. entraban en mi clase y se llevaban a todos los niños judíos. No me malinterpretes. No es que estuviera obsesionado... solo que a veces me imaginaba que de la ducha salía Zyklon B en vez de agua. Es de locos, pero en cierto modo preferiría haber estado en Auschwitz con mis padres ¡para saber lo que pasaron...! Supongo que es un sentimiento de culpa por haber disfrutado de una vida más fácil.

Artie, Libro II, p. 176.

En esta cita, Artie le confiesa a Françoise sus sentimientos sobre su hermano muerto, Richieu, y la distancia que siente de su familia por no haber vivido el Holocausto junto a ellos. Él se percibe desvinculado de su núcleo familiar primario por el hecho de no compartir esa experiencia que, de alguna forma, constituye un núcleo de identidad para el resto.

— Los polacos que arreglaron nuestra "huida" entendían yiddish. Sabían que esperaban noticias mías. En Bielsko me dictaron la carta mientras la Gestapo me apuntaba a la cabeza. ¿Qué iba a hacer? Me habrían disparado.

Abraham, Libro II, p. 187.

Abraham explica cómo fue traicionado por los contrabandistas polacos, que trabajaban para los nazis. También les explica a Vladek y a Mandelbaum que en pos de conservar su propia vida se vio obligado a escribir la carta que los llevaría a los campos de concentración. Este es un ejemplo más de cómo la hostilidad y la crueldad del Holocausto obliga a los judíos a pensarse como seres individuales y priorizar su propia supervivencia por sobre la del resto.

— Pero muchas de las empresas que florecieron con el nazismo son más ricas que nunca. No sé... quizá TODOS deberíamos sentirnos culpables. ¡TODOS! ¡PARA SIEMPRE!

Art, Libro II, p. 202.

Cuando Art es acosado por reporteros y propuestas de negocios como consecuencia del éxito del primer tomo de Maus, explica la importancia de la propia obra y por qué no debería considerarse un asunto zanjado. En la actualidad, las empresas que hicieron sus propios negociados con el Holocausto gozan de una gran prosperidad. Además, en este momento, Art introduce otra variable de la culpa: la que le corresponde a toda la especie humana por permitir que haya sucedido algo tan espantoso como el Holocausto, y porque, inclusive en la actualidad, empresas beneficiadas en esa tragedia permanezcan indemnes.

— Y por la noche nos daban queso rancio o jamón. Con suerte, una o dos veces a la semana recibíamos una salchicha gorda como dos dedos. Nada más. Si comías solo lo que te daban, te morías, pero lentamente.

Vladek, Libro II, p. 209.

Vladek narra las atrocidades que debían soportar los judíos en Auschwitz. En este pasaje en particular, explica el hambre extrema a la que los enfrentaron. Quienes no se las ingeniaban para conseguir alimentos por otro lado, no tuvieron otro destino más que la muerte.

— El estómago no pudo asimilar tanta leche y pollo y tuvimos una gravísima diarrea.

Vladek, Libro II, p. 271.

Cuando Shivek y Vladek finalmente están a salvo en una granja abandonada y pueden acceder a alimentos en cantidad y calidad, sus cuerpos no pueden tolerarlos. Así, ambos pasan enfermos varios días, porque llevaban años acostumbrados a una pésima alimentación. Esta será la primera consecuencia que sufren posterior al Holocausto, a la que luego le devienen muchas más, como, por ejemplo, la diabetes. Este tipo de escenas demuestran que más allá de la finalización de la guerra, las consecuencias en los cuerpos y las mentes de las víctimas se extienden por muchos años más.