La traición de Rita Hayworth

La traición de Rita Hayworth Resumen y Análisis Capítulos 4-5

Resumen

Capítulo 4: Diálogo de Choli con Mita, 1941

Este capítulo consiste en una conversación entre Choli y Mita, en la que solo leemos la voz de Choli. Choli es una amiga de Mita de Coronel Vallejos que ahora vive en Buenos Aires, aunque se la pasa viajando como vendedora de cosméticos. Tiene un hijo que está en un internado en Buenos Aires. Mita y Choli hablan de sus maridos: el de Choli, Jáuregui, falleció hace un tiempo, antes de cumplir cincuenta años. Ella cuenta de la primera vez que se desnudó frente a Jáuregui: él perdió el control y se aprovechó de ella. También dice que la “llenó de cuernos” (p.55) y que se reía de Choli porque se cuidaba y arreglaba para salir al balcón. Cuando hablan de Berto, el esposo de Mita, Choli menciona que él tiene el negocio a un paso de la casa y que siempre está cerca de ella, y que Mita solo se desprende de él cuando va al cine con Toto, que tiene ocho años. De Berto también dice que, cuando era joven, no se lo veía con chicas, pero que siempre había alguna loca por él.

Choli cuenta que, cuando se murió su marido, los abogados se quedaron con todo. Ella pasó de vivir en una estancia a estar en una pensión. Trabajó en un taller de costura, donde sus compañeras se burlaban de ella. Ahora anda de gira por el país con su trabajo en Hollywood Cosméticos. En los hoteles se divierte probándose diferentes conjuntos de ropa. A Choli le gusta estar bien vestida y maquillada, porque lo principal, para ella, es que las mujeres parezcan interesantes. Recuerda una vez que Toto quiso que su madre se compre una tela verde turquesa para que esté vestida “como una artista” (p.64), pero Berto se puso nervioso y no lo permitió. También menciona una vez que fue a visitar a Mita a la hora de la siesta, y que la recibió Toto muy asustado, porque no quería que se despertasen sus padres con el ruido.

Choli también cuenta de un hombre llamado Ramos con el que se hizo ilusión, que la visitaba cuando trabajaba en el taller, y de otro que conoció en Tucumán, que quería llevarla a una madriguera en las afueras de la ciudad, a lo que Choli no accedió. Después se enteró de que el hombre tenía mala fama, que una vez llevó a una chica a un chalecito en las afueras de la ciudad y que, después de acostarse con ella, intentó echarla, diciendo que el lugar no era de él. Después, aquel hombre veía a la mujer por la calle y ni la saludaba.

Capítulo 5: Toto, 1942

Este capítulo retoma el monólogo interior de Toto tres años después del anterior, cuando tiene nueve años. Otra vez se vuelve al momento en que Toto espera, aburrido y con temor de hacer ruido, que sus padres se despierten de la siesta. Ahora se entretiene copiando y calcando las figuras de artistas que antes recortaba de diarios y revistas. Toto cuenta que al día siguiente es el cumpleaños de la de González, una compañera del colegio. Alicita es otra compañera, “la más linda del grado” (p.71), que tiene un cabello largo y brilloso. También está Lalo, un chico grande que trabaja en el negocio de su papá, con el que a veces juega ayudándolo a pegar etiquetas en las botellas.

Toto cuenta que toma clases de piano y de inglés, y que cuando no tiene inglés va al cine. Dice que le va muy bien en la escuela, que es el mejor de la clase. Una vez quiso dibujar el aparato digestivo del ave y se copió del libro de zoología de Héctor, un primo suyo que vive con su padre en una pensión de Buenos Aires. Pero la maestra le indicó que en su dibujo también estaban los aparatos reproductores, y se le puso a explicar “qué querían decir óvulos y genitales y líquido del macho y todo del nacimiento” (p.71). Toto le decía a la maestra que entendía, pero, en realidad, hacía esfuerzo para pensar en otra cosa.

Toto quiere ser el novio de Alicita y le tiene envidia a Luisito Castro, de quien dice que un día lo vio pegándole a un niño más chico. Dice que tiene “cara de burro” (p.74) y que su papá una vez le dijo que no le tenga miedo y que le pegue una buena trompada. Alicita le cuenta a Toto de una tía suya que se casó con un señor del Banco que tenía cara linda y un traje bueno. Toto lo dibuja parecido a Robert Taylor y lo imagina casado con Luisa Rainer en la película El gran Ziegfeld.

Toto cuenta que el año pasado iba a catecismo, donde estaba la Hermana Clara, que era muy linda y tenía cara de buena. Ahí aprendió que el fin del mundo empieza con una tormenta que puede venir cualquier noche, por lo que hay que rezar y estar preparado. A veces Toto no se puede dormir y tiene sueños de miedo. La Paqui, una nena más grande, no le tiene miedo a la tormenta. Va todos los sábados a jugar con Toto y su compañero de banco a la hora de la siesta. A veces juegan a la selva, pero ahora tuvieron que cortar los árboles de peras para agrandar el negocio. Cuando pasó eso, Toto vio que su papá tenía los ojos rojos y le preguntó si estaba llorando, a lo que él le contestó que los hombres no lloran, que tenía los ojos así de haber estado durmiendo.

Una vez el papá los acompaña a ver una película, Sangre y arena, en la que actúa Rita Hayworth. Toto se entusiasma porque el papá va bien vestido y arreglado y le gusta mucho la película, tanto que se olvida de las cuentas del negocio y dice que ahora va a ir siempre al cine. Toto quiere ir a la confitería y hablar toda la cena de la cinta, pero saliendo del cine se encuentran con los empleados del negocio del padre, y este los invita a escuchar una pelea en la radio a la casa. Después, el papá no vuelve más al cine. De camino al cine se cruza con Raúl García, un vecino al que vio hachando leña. Lo vio sin camisa con los brazos fuertes como un pistolero, aunque tiene cara “de bueno que muere en la guerra” (p.84). Se imagina que él es un muchacho pistolero que se escapa con su maestra de la escuela y “pasan mil peligros” (p.85).

El capítulo salta a otro momento, en el que Toto está esperando en un zaguán para volver a su casa. Estuvo en el cumpleaños de la de González, que todavía no terminó. Tiene miedo porque está muy oscuro, pero no quiere llegar a su casa y que el papá vea que estuvo llorando. En el cumpleaños, Toto sacó a bailar a Alicita, pero después ella se fue al baño y no volvió. Cuando Toto la fue a buscar, la encontró encerrada en un cuarto con la de González, Luisito Castro y un amigo de él. Estaban “jugando a los secretos” (p.89) y le dijeron a Toto que se fuera. Toto tironeó del brazo a Alicita para que fuera a bailar, y entonces Luisito le dio una patada. Toto se aguanta las ganas de llorar.

Toto le pide a la Paqui, que es más grande y está aburrida, que se vayan del cumpleaños. De camino se cruzan con Raúl García y este le dice a Toto que se esconda para jugar a los sustos. Toto se esconde, pero cuando ve que no lo van a buscar, se acerca por miedo de que lo asusten. Entonces encuentra a Raúl García y a la Paqui en un camión viejo sin ruedas, diciendo “cosas de porquería” (p.92) y haciendo ruido de besos. Paqui dice que tiene miedo, pero Raúl García la insta a “que le agarrara para que viera cómo era” (ibid.). Toto quiere advertirle a la Paqui que Rául García va a aprovechar para pegarle y arrancarle la ropa, hasta que se vean “las cosas que hay dentro del cuerpo de los hombres” (pp.92-93). Entonces los dos descubren que Toto los está espiando, la Paqui lo zamarrea y le dice que jure por Dios que no va a decir nada y se va. Luego, Raúl García, con cara de malo, le amenaza con romperle la cara si le cuenta algo a alguien. Toto imagina que en el fin del mundo se mueren la Paqui, Raúl García y Luisito Castro, mientras él se salva con la mamá y los de la Plata; su prima Teté, que está por venir a Vallejos; la maestra de primer grado; Lalo, y el tío de Alicita. Toto piensa que se queda tan pegado al tío de Alicita que su alma pasa a su cuerpo, y que, si Alicita se salva, cuando vaya a darle besos a su tío no se va a darse cuenta de que lo está besando a él.

Análisis

En esta sección vuelven a aparecer el diálogo y el monólogo interior como formas de introducir las voces de los personajes. En el capítulo 4, el diálogo es entre dos personas, pero la voz de Mita está silenciada: solo sabemos que habla porque una línea de diálogo (—) indica su turno en la conversación, pero lo que dice permanece oculto. Solo se lee la parte de la conversación de Choli, como si se la escuchara hablar por teléfono.

Choli es un personaje que se interesa particularmente por la apariencia. Se preocupa por llamar la atención, por mostrarse al mundo como una mujer interesante. Los modelos a seguir son las actrices que aparecen en la pantalla grande; no por nada el lugar en el que trabaja Choli se llama “Hollywood Cosméticos”. Ella menciona a una actriz argentina, Mecha Ortiz, a quien le copia los peinados, y que fue una mujer que supo aprovechar lo que sufrió para hacer papeles fuertes. Mecha Ortiz, cuenta Choli, “empezó a trabajar como artista recién después de viuda” (p.53), lo que le deja a Choli, también viuda, a las puertas de ser ella también una actriz. Por eso, cuando habla de sus desventuras y de las cosas que tuvo que hacer para que a su hijo no le faltara nada, dice: “me oigo y me parece que estoy contando una película” (p.58). De esta manera, el personaje de Choli construye su propia identidad recurriendo al imaginario del cine y su star system para reproducir ideales de belleza y decodificar experiencias de vida.

Ante el deseo de estar bien arreglada de la mujer aparece la censura masculina. Jáuregui se reía de que la Choli quería estar bien vestida para salir al balcón o para hacer los quehaceres del hogar. Y en el caso de Mita, está Berto como la voz de la prohibición, que se pone nervioso cuando Toto insiste en que su madre se compre una tela para parecer una artista.

El énfasis puesto en la vestimenta y en el maquillaje también se puede relacionar con el tema de la sexualidad, el machismo y la violencia en la novela. La vestimenta se configura como un escudo contra el abuso sexual del hombre cuando Choli dice que, cuando estaba de novia con Jáuregui, ella no había dejado que él la tocara sin la ropa puesta, pero que después no pudo evitar que él se aprovechara de ella: “no hubo nada que hacer, tener que desvestirme en la pieza con un hombre, y no hubo quien lo calmara, yo nunca había visto a una persona perder el control así […]. Jáuregui no era la misma persona, estaba todo desgreñado” (p.55). Choli asocia el estar desnuda con perder la dignidad y el respeto ante la mirada del hombre: “porque te hayan visto sin ropa creen que ya saben todo de vos, ya no valés nada, ni que fueras un vestido pasado de moda” (p.65).

En la mirada de los personajes de La traición de Rita Hayworth, que dialoga con los valores y las convenciones sociales de un pueblo de provincia de la década del 40, sacarse la ropa (antes del matrimonio) es un peligro para las mujeres. Así lo concibe Toto, cuando piensa en jugar a “cogía” con la Pocha, o cuando ve que la Paqui está por tener relaciones sexuales con Raúl García y dice que “quería empezar a gritarle a la Paqui que se salvara, que ella no dibujó el aparato digestivo del ave, y no sabe todas las porquerías que hay” (p.92). Debido a su ingenua educación sexual, Toto desarrolla una idea del sexo bastante negativa, vinculada con esas imágenes del “aparato digestivo-reproductor” que le parecen grotescas (“era feo con todas esas líneas enredadas parecía un cuerpo de una araña venosa”, p.71).

No obstante, Toto puede acudir al mundo del cine para embellecer las relaciones sexuales y románticas, como cuando imagina que Raúl García y su maestra de la escuela tienen una aventura de película, en la que viajando en un barco a Japón “se tienen que desvestir, y ella al principio no quiere pero él empieza a besarla y deciden casarse en secreto ante Dios en el medio del mar, y de noche […] ellos van al camarote, se desnudan y se besan y se acuestan y se duermen besándose agarrados, que ella no tiene más vergüenza de estar desnuda porque se han casado” (p.85). Pero la realidad lo lleva a un mundo más hostil, en donde presencia un intento de abuso sexual que lo hace decir que “la Paqui es una puta y Raúl García un atorrante” (p.93).

Toto idealiza a las personas que están a su alrededor, utilizando las formas de vestirse y de arreglarse que se proyectan en la pantalla grande como sistema de referencias para reconocer la forma de ser de los otros. A Lalo, un chico que trabaja con su padre y que pertenece a un estrato socioeconómico inferior a él, lo imagina como uno de esos personajes pobres pero buenos del cine, que son embellecidos siguiendo modelos racistas de belleza: “El Lalo es el más bueno de cara, no es roñoso negro como los otros aunque él también vive por las calles de tierra pero sin cara de negro de dientes marrones del agua salada, cara blanca de artista” (p.70). A Toto le gusta Alicita porque tiene cabello brilloso, ve a Raúl García como un pistolero fornido y piensa en el tío de Alicita como un hombre “que tiene cara linda de bueno bien afeitado” (p.77) y que contrasta con su propio padre, que tiene barba que pincha y nunca se pone un traje bueno. Toto vincula la apariencia desarreglada del padre con su actitud censora, que le produce miedo (“papá tiene la barba que pincha porque está nervioso”, p.75), por eso se pone contento cuando lo ve vestido “con la camisa blanca y el traje azul marino que nunca se pone y la cara linda sin la barba y el pelo con gomina” (p.82) para ir al cine. Esa imagen embellecida representa, en la mirada de Toto, un padre más bondadoso, con el que puede compartir el gusto por conversar de las películas que vieron.

Pero Berto solo va una vez al cine, rompiendo las expectativas de Toto. Aparece aquí por primera vez el tema de la traición y la venganza, y la imagen de Rita Hayworth como símbolo de las apariencias que engañan. Toto va a ver con su padre la película en la que actúa Hayworth, Sangre y arena, y se frustra cuando Berto, que disfrutó mucho de la película y de la actriz, dice que no volverá al cine. Por eso Rita Hayworth aparece como “una artista linda pero que hace traiciones” (p.81): encarna para Toto la imagen del engaño y la desilusión. Toto vuelve a padecer esta traición cuando Alicita se interesa más por Luisito Castro que por él, y cuando Raúl García lo amenaza con romperle la cabeza si le dice a alguien lo que vio entre él y la Paqui. En el final de su monólogo, se entrecruza su miedo a las tormentas con lo que aprendió en catecismo sobre el día del Juicio Final, y piensa en el castigo que recibirán todos aquellos que lo “traicionaron”. La figura del tío de Alicita permanece indeleble como imagen idealizada del hombre perfecto al que Toto desea imitar y que le servirá para su venganza del Juicio Final, porque al convertirse en este hombre —al estar pegado a él “como el alma está dentro del cuerpo” (p.95)— podrá besar a Alicita sin que ella se dé cuenta.