La náusea

La náusea Símbolos, Alegoría y Motivos

La Náusea (Símbolo)

La Náusea, esa sensación que invade a Antoine Roquentin varias veces a lo largo de la novela, representa el malestar que siente el ser humano por haber sido arrojado a una vida sin sentido. La referencia a una sensación física funciona como una construcción simbólica de una incomodidad mucho más profunda y constitutiva del ser humano. Hay una repugnancia hacia la existencia porque es absurda, gratuita e injustificada. Esta Náusea también se compone de la desesperanza que gobierna al ser humano por estar condenado a llevar una vida sin sentido. Las personas viven con la sensación, más o menos consciente, de que están de más, que nada de lo que hagan podrá darle un sentido a sus existencias. La Náusea representa, al mismo tiempo, esa angustia existencial de vivir una vida frustrada, en la que tratamos de encontrarle un sentido a las cosas cuando, en realidad, tal sentido no existe.

El espejo (Símbolo)

En varios pasajes de la novela, nos encontramos con personas mirándose al espejo, y cada vez que eso ocurre, Antoine Roquentin profundiza su concepción de existencia. Seguramente, la conclusión más profunda llega cuando es el propio Antoine el que se está mirando al espejo o, como lo llama él, "un agujero blanco" (p.13). Luego hace referencia a que casi se deja atrapar por "la trampa del espejo" (p.25). El espejo representa un ejercicio introspectivo en el que las personas deben descubrirse y aceptarse. Puede ser una trampa, según Antoine, porque las personas, con tal de negar la falta de sentido de sus vidas, han aprendido a mirarse al espejo igual que como las ven sus amigos. De esta forma, el espejo representa tanto la posibilidad de reconocerse como de evadirse.

Por otro lado, el espejo puede representar también el destino, impreso en aquello que refleja. En el caso del ser humano, se trata de la muerte: "Seguramente lo sabe; basta con que se haya mirado en un espejo; cada día se asemeja un poco más al cadáver que será" (p.58). Así y todo, en La náusea las personas también funcionan como espejos. Es decir, pueden obtener una perspectiva más profunda de sí mismas mirándose en los otros. En el encuentro entre Antoine y Anny en París, ella le dice: "Me eres indispensable; yo cambio, queda convenido que tú permaneces inmutable y mido mis cambios en comparación contigo" (p.119). Anny utiliza a Roquentin como un espejo en el que puede advertir los cambios. En ese sentido, las personas en su función de espejo brindan un reflejo mucho más profundo y humano que el objeto.

La ciudad de Bouville (Símbolo)

La náusea es una novela filosófica que no solo postula varios de los preceptos del existencialismo, sino que también pretende brindar un análisis crítico del mundo moderno y la sociedad que lo compone. Así las cosas, podemos decir que la ciudad imaginaria de Bouville representa ese mundo moderno sobre el cual Sartre, a través de Roquentin, quiere reflexionar. Dicha reflexión se centra en el progreso, en el automatismo, en la falta de esperanza que se cierne sobre una sociedad moderna que vive enceguecida, tratando de encontrarle un sentido a su existencia cuando tal sentido no existe. Antoine Roquentin narra la ciudad de Bouville y su sociedad casi constantemente; observa con repugnancia la dinámica obvia y previsible de la ciudad día tras día.

Este mundo moderno acaba de vivir la Segunda Revolución Industrial (o Primera Globalización), sufre las consecuencias de Primera Guerra Mundial y además vive la consolidación del sistema capitalista, padeciendo también un fuerte debilitamiento de la fe religiosa. Bouville representa este mundo desesperanzado, automatizado, herido y superficial. El hombre moderno se da cuenta de que su existencia no tiene ningún propósito y que lo único que puede hacer es matar el tiempo dejándose vivir para nada. La ciudad de Bouville es el escenario sobre el cual se proyectan las características del mundo moderno y las nuevas problemáticas que trae aparejadas.

El Marqués de Rollebon (Símbolo)

El Marqués de Rollebon es un aristócrata del siglo XVIII sobre el cual Antoine Roquentin está escribiendo un libro. Más allá de toda la documentación con la que cuenta, Antoine siente que hay demasiadas imprecisiones en torno a su vida. Rollebon representa la Historia, ese relato del pasado que carece de consistencia y que siempre está sujeto a la subjetividad del presente. El pasado es imposible de retener porque, como dice Antoine: "Construyo mis recuerdos con el presente. Estoy desechado, abandonado en el presente. En vano trato de alcanzar el pasado; no puedo escaparme" (p.27). A partir de esta afirmación, también podemos concluir que M. de Rollebon representa esa frustración humana de mirar hacia atrás, hacia su pasado, y solo ver distorsión.

Por otro lado, M. de Rollebon también representa, al menos durante buena parte de la novela, la única justificación de la existencia de Antoine Roquentin, quien lo expresa de una manera totalmente explícita: "No olvidar que M. de Rollebon representa, en la hora actual, la única justificación de mi existencia" (p.59).

La canción favorita de Antoine Roquentin (Símbolo)

"Some of theses days" es la canción favorita de Antoine Roquentin. Cada vez que suena en el fonógrafo del café, Antoine experimenta una sensación de bienestar y la Náusea pareciera desaparecer. Esta canción representa la obra de arte como concepto, única forma de evadir la angustia existencial, según Antoine. Hacia el final de la novela, él está escuchando esta canción antes de tomar el tren para París y, en este momento, se da cuenta de que la obra de arte representa una línea de fuga, un mecanismo efectivo y natural de evasión frente al absurdo de la existencia, ya que se da en el plano de la irrealidad, es decir, en un plano superior al de la propia existencia.

En síntesis, la canción favorita de Antoine representa la obra de arte en general, como concepto, y esta, a su vez, representa la única estrategia efectiva que puede desarrollar el ser humano para evadir el absurdo existencial que lleva dentro por el simple hecho de existir.