La imaginación sociológica

La imaginación sociológica Resumen y Análisis Capítulos 5-6

Resumen

El capítulo 5, “El ‘ethos’ burocrático”, vuelve sobre el tema del empirismo abstracto y los tipos de practicidad referidos en los dos capítulos anteriores. Recordemos que, en el capítulo 3, Mills critica el uso de la encuesta como método principal de hacer ciencia social, y que, en el capítulo 4, denuncia el antiliberalismo de la sociología, que en vez de tratar de reformar la sociedad como lo hizo en el siglo XIX, en el tiempo en que escribe Mills trata de servir a una élite gerencial que controla y explota a la sociedad. El empirismo abstracto y la practicidad antiliberal se unen en el "ethos burocrático" de la "Nueva Ciencia Social", que sirve a los objetivos burocráticos empresariales; incluso la universidad se gestiona cada vez más como una empresa.

Mills describe el desarrollo burocrático de la sociología en cinco rasgos principales. En primer lugar, la burocracia intenta estandarizar y racionalizar la investigación social. Esto significa que los métodos que utilizan los sociólogos son casi idénticos entre sí. En segundo lugar, las instituciones adoptan estas formas estandarizadas de investigación y se abocan a enseñar rutinas de trabajo sistematizadas. De esta forma, en lugar de formar académicos, las universidades se convierten en centros de formación de investigadores burocráticos. En tercer luegar, esto genera que los académicos cambien sus hábitos mentales. En vez de pensar en la estructura social, se limitan a la tarea específica que tienen entre manos, lo que limita el pensamiento creativo. En cuarto lugar, los estudios se ponen al servicio de medios burocráticos. En vez de que las ciencias sociales proporcionen información al público, ahora atienden clientes burocráticos, que quieren que sus instituciones sean más eficientes. En quinto lugar, al dotar a la burocracia de estas herramientas, las ciencias sociales aumentan la eficiencia y la reputación de formas de dominio burocrático. De esta manera, la élite gerencial obtiene más poder para controlar a la sociedad.

Todo esto significa que las ciencias sociales se han alineado con la estructura social dominante. Ya no critican ni describen el estado actual de las cosas, sino que lo perpetúan. En este sentido, no se puede contar con las ciencias sociales para asistir a que la sociedad se transforme, ni para proporcionar al público información útil, porque esta información se la ofrece únicamente a clientes privados. Las ciencias sociales dejan de ser autónomas y, por lo tanto, no pueden ayudar al público a reformar la sociedad. En definitiva, sirve a la dominación en lugar de desbaratarla.

En el capítulo 6, sobre las “Filosofías de la ciencia”, Mills compara esta situación actual de la sociología con la de la ciencia social clásica. En los capítulos 2 y 3, Mills cuestionaba la distorión de la “gran teoría”, que es excesivamente conceptual, y la del “empirismo abstracto”, que es excesivamente específico. La ciencia social clásica, en cambio, se encuentra entre estos dos polos. No es una teoría que parte de un gran Concepto para descender luego a la gente real, como tampoco es un enfoque que comienza con un Método y trata desesperadamente de ascender hacia una teoría. Por el contrario, la ciencia social clásica hace ambas cosas a la vez: construye teoría a partir de los hechos y remite los hechos a la teoría.

La ciencia social clásica alcanza este equilibrio por la forma en que formula preguntas que incluyen a la historia. Con esto, Mills quiere decir que la pregunta por la estructura social de un momento dado puede ser diferente de la pregunta por la estructura social en otros momentos. Así lo abordaba en el capítulo 2, cuando comparaba los diferentes tipos de integración social en los Estados Unidos del siglo XIX o de la Alemania nazi. En este sentido, plantear una pregunta en los términos de la tradición de la ciencia social clásica es hacer una pregunta histórica sobre el presente, como por qué las personas actúan o sienten de una determinada manera en la actualidad y dentro de la estructura social concreta en la que viven. Ese es el tipo de pregunta que se hace la ciencia social clásica.

Formular preguntas de este modo, argumenta Mills, permite investigar tanto las inquietudes privadas que experimentan las personas en su medio como los problemas públicos característicos de una estructura social más amplia. Así, la ciencia social clásica incorpora tanto la visión microscópica como la macroscópica de la sociedad. Al hacer esto, se aleja del ethos burocrático que Mills describe en el capítulo anterior. La ciencia social clásica no sirve a los intereses de la élite gerencial, sino a establecer conexiones entre lo público y lo privado. De esta forma, ayuda a los ciudadanos a entender por qué las cosas son como son, para que puedan cambiarlas si quieren, y ayuda al individuo a entender cómo encaja en una estructura social más amplia, para dar sentido a su propia vida.

Mills concluye anticipando un tema que retomará en capítulos posteriores: el de la libertad y la razón. Dice que estos son los dos valores que han sido el hilo conductor de toda la ciencia social clásica. Por un lado, la ciencias social clásica ha apostado por la libertad humana, por liberar a las personas de la dominación; por eso estuvo vinculada a los movimientos reformistas liberales del siglo XIX. Por otro lado, invirtió en la razón como medio para llegar a la libertad, puesto que cuanto más conozca la gente su mundo y pueda pensar críticamente sobre él, más libertad tendrá para cambiarlo. Son estos valores los que se han perdido en el ethos burocrático de la sociología actual. Y es por esta razón que Mills llama a la “nueva ciencia social" no solo una crisis científica, sino una crisis moral. La nueva ciencia social, alejada de la forma de actuar de la ciencia social clásica, ha perdido también los valores fundamentales de esta ciencia.

Análisis

En estos capítulos, Mills continúa su discurso sobre el rol político que tiene el sociólogo como académico y profesional. El capítulo 5 resume y condensa eficazmente los capítulos anteriores para hacer una crítica mordaz de cómo la sociología contemporánea sirve a los sistemas de dominación. Hasta esta parte, las opiniones políticas de Mills han estado presentes implícitamente en La imaginación sociológica, a través de los ejemplos que utiliza, como cuando piensa la guerra y la pobreza como problemas sociales. Pero aquí, su posición sobre estas cuestiones y sobre lo que está en juego en su profesión se hace aún más explícita.

Al criticar la burocracia, Mills también intenta llevar a cabo el tipo de trabajo que quiere que otros sociólogos adopten. Nótese, por ejemplo, que utiliza la historia para pensar la profesión de la sociología, indagando cómo fueron sus inicios y políticas originales en el siglo XIX. Para Mills, la historia ayuda a aclarar hasta qué punto la sociología se ha desviado de su verdadera misión. De esta manera, parte de una perspectiva histórica en su estudio de la sociología, dando el ejemplo de cómo deberían utilizar la historia los sociólogos de su tiempo.

En efecto, lo que Mills realiza en estos capítulos es una “sociología de la sociología”. En el capítulo 6, reclama el retorno a una ciencia social clásica que relacione el entorno de lo individual con las estructuras sociales. En el capítulo anterior había hecho este tipo de trabajo relacionando el entorno de la sociología en los años 50 con la estructura burocrática. De esta forma, evidencia cómo la profesión del sociólogo está condicionada por un sistema de dominación que la misma profesión asiste a consolidar. Es quizás por esta crítica que muchos sociólogos de la época se opusieron a La imaginación sociológica. Como ha escrito John D. Brewer en su biografía de Mills, muchos sociólogos consideraban que estos capítulos eran más un abordaje periodístico que sociológico. Es posible que este cuestionamiento fuera una reacción defensiva de su parte, puesto que los sociólogos no querían convertirse en el objeto de un estudio académico serio.

Cuando Mills habla de que la sociología sirve a los sistemas de dominación puede sonar un poco paranoico desde una perspectiva actual. Pero es importante recordar que él escribió en el contexto de la Guerra Fría, cuando las teorías de conspiración se combinaban con ansiedades reales sobre la guerra nuclear, el espionaje y el sabotaje. Además, la sociología era a meundo objeto de vigilancia del gobierno de Estados Unidos. Como ha estudiado Mike Keen en su libro Stalking the Sociological Imagination (“Al acecho de la imaginación sociológica”), el FBI, dirigido por J. Edgar Hoover, consideraba a muchos sociólogos potencialmente peligrosos, al verlos como portadores de ideas comunistas. De hecho, Mills fue investigado por el FBI, que mantuvo un archivo secreto sobre sus actividades. Aunque es probable que Mills no fuera consciente de ello, su crítica a la estructura de control burocrática estaba en consonancia con aquella realidad.

El capítulo 6 marca un cambio de tono en La imaginación sociológica. Mills empieza a moverse hacia una dirección más positiva, yendo más allá de la crítica para exponer ideas positivas de cambio. Pero este cambio, o llamada a la acción, es en realidad un pedido de retorno a un tiempo histórico anterior. Si en el capítulo 5 Mills discute con la política reformista de la sociología en el siglo XIX, en el capítulo 6 pondera lo que él llama "ciencia social clásica", la que considera superior a la sociología que se practica en su contemporaneidad. La ciencia social clásica se aboca tanto a formular conceptos de los que hace deducciones como de comparar las generalizaciones teóricas con la diversidad de proposiciones empíricas. Es la que inauguran autores como Marx, Weber, Comte, Durkheim y Michel, y es la que se interesa particularmente por la composición de las sociedades modernas de Occidente. Pero, sobre todo, la ciencia social clásica es una forma particular de hacer sociología vinculada al trabajo artesanal del sociólogo, que tiene que ver con tener un método propio y no universal de estudiar la sociedad (aspecto que desarrolla en profundidad en el apéndica de La imaginación sociológica).

La palabra “clásica” puede ser engañosa, ya que la sociología es una disciplina muy reciente, de menos de cien años en el momento en que escribe Mills. Por lo tanto, hablar de una ciencia social clásica y de una nueva ciencia social sugiere lo rápido que ha crecido esta disciplina, algo de lo que el propio Mills es consciente. Al mismo tiempo que se muestra crítico con las ciencias sociales, Mills también admira lo mucho que pueden cambiar y crecer en poco tiempo. Pero es esta rapidez lo que también le hace preocuparse, porque quiere que este desarrollo avance en la dirección correcta de cara al futuro.