La imaginación sociológica

La imaginación sociológica Sociología y psicología

En La imaginación sociológica, C. Wright Mills distingue con frecuencia entre sociología y psicología, y cuestiona el “psicologismo” de ciertas tendencias de la sociología de su tiempo. Por ejemplo, critica la tendencia a encuestar a la gente para conocer sus opiniones porque la considera excesivamente psicológica, ya que trata como datos el relato en primera persona de lo que sienten los individuos. En su lugar, Mills prefiere que la sociología se centre en las estructuras sociales.

La sociología como disciplina surgió a finales del siglo XIX y principios del XX, y vino a romper con una visión excesivamente psicológica del hombre. Uno de los estudios más importantes que inició esta tradición fue El suicidio, de Émile Durkheim, publicado en francés en 1897. Durkheim tomó lo que para muchos parecía un problema psicológico –que hombres y mujeres se suicidasen aparentemente por depresión o por angustia– y demostró que también era un problema social. Esto se debe a que las tasas de suicidio son diferentes para distintas clases de personas. Por ejemplo, los hombres, de acuerdo con su estudio, se suicidan más que las mujeres y los solteros, más que los casados. La religión, la exposición a la guerra y otras variables también influyen en las tasas de suicidio. El hecho de que estas tasas varíen en distintos grupos de personas significa que no se puede explicar el suicidio únicamente en términos de psicología individual; también hay fuerzas sociales en juego. Como ha comentado el sociólogo Bruce Dohrenwend, lo que ocurre con el suicidio demuestra que las diferentes explicaciones de "suicidio" se condicen con el hecho de que hay diferentes tipos de personas.

Mills entra en diálogo con esta tradición de pensamiento de Durkheim, y define la ciencia social como el estudio de la diversidad humana. La sociología bien aplicada, según Mills, no consiste en tratar de explicar un comportamiento universal, sino en descomponer una sociedad en sus partes. Esto es lo que distingue a la sociología, que, como disciplina, era muy reciente en la época de Mills. En la década de 1950 no había muchas universidades que tuvieran departamentos de sociología, y cuando la disciplina empezó a afianzarse en las tendencias contemporáneas, Mills quiso rescatar la importancia de la diversidad en el estudio sociológico.

Por esta razón, Mills también rechaza a otro influyente pensador de principios del siglo XX, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Freud postula que el comportamiento consciente se ve influenciado por un inconsciente lleno de miedos y deseos reprimidos. También piensa que los comportamientos anormales –como el suicidio– se explican detallando cómo se forma este inconsciente y qué se almacena en él. Lo que Mills cuestiona es que el inconsciente freudiano se forma relativamente de la misma manera en todo el mundo, porque tiene que ver con experiencias tempranas y olvidadas relacionadas con los padres. Pero si el inconsciente de las personas se forma de manera similar, esto no explica lo suficiente, para Mills, la diversidad de comportamientos humanos. Por eso piensa que el psicoanálisis es insuficiente para explicar esa gran variedad. Por suerte, esto deja espacio para que la sociología dé el tipo de explicaciones que Mills cree que la psicología no puede dar.