La imaginación sociológica

La imaginación sociológica

En la escritura de La Imaginación Sociológica, Mills trató de conciliar dos conceptos fundamentales de la realidad social: individuo y sociedad. Desafió al discurso sociológico dominante a definir sus términos más básicos y ser honesto acerca de las premisas detrás de estas definiciones. Comenzó un proyecto de reconciliación y desafío con críticas hacia "la gran teoría" y "el empirismo abstracto", señalando y criticando su uso en la sociología de su tiempo.

En 1998, la Asociación Internacional de sociología listó esta obra como el segundo libro sociológico más influyente del siglo XX.[1]​

La gran teoría

En el capítulo dos, Mills critica la sociología parsoniana de los años '50. Aborda directamente el libro El Sistema Social de Talcott Parsons.

En El Sistema Social, Parsons describe la naturaleza de la estructura de la sociedad, y la creación y mantenimiento de una cultura a través de la socialización de sus individuos. Mills critica esta tendencia en sociología por varios motivos. Sostiene que la sociedad es más heterogénea e impugna el grado en que tal visión homogeneizadora sea realmente posible (Mills, 1959, 26-30).

Mills critica la formulación parsoniana de orden social, en particular la idea de que el orden social puede ser realmente visto como un todo. Sostiene que cada individuo no se integra a la sociedad simplemente, ni asimila la totalidad de sus formas culturales. Además, la dominación puede ser vista como una extensión del poder y la estratificación social. Brewer (2004) ve a La Imaginación Sociológica como una extensión de otros trabajos de MIlls como La Élite del Poder y Cuello Blanco. Según Mills, lo que los teóricos llaman orientación de valores podría en realidad ser una forma de dominación, y por lo tanto puede ser simplemente una forma de legitimación (Mills, 1959, 33-36).

Además, critica la sociología parsoniana por su capacidad para teorizar en una forma de abstracción pura, en la que la sociedad puede ser entendida independientemente de su naturaleza histórica y contextual.

Argumenta que la sociedad y sus símbolos culturales no pueden ser vistos como auto-determinados y no pueden ser obtenidos sin referencia a los individuos y su conciencia. Todo poder, de acuerdo con Parsons, se basa en un sistema de creencias impuestas por la sociedad, escribe Mills. Critica a Parsons por su punto de vista en términos de la diversidad del cambio histórico y social (Mills, 1959, 40-46). Por lo tanto, critica los medios por los cuales un orden social puede derivarse sin observación (Mills, 1959, 46-48).

Empirismo abstracto

En el tercer capítulo, Mills critica los métodos empíricos de investigación social, tal como se ponen de manifiesto en el momento de la concepción de datos y el manejo de herramientas metodológicas.

Esto puede ser visto como una reacción a la gran cantidad de investigación social que estaba siendo desarrollada desde la época de la Segunda Guerra Mundial. Como tal, Mills critica la inhibición metodológica como característica de lo que denomina empirismo abstracto. Dentro de este, realiza una crítica a la obra de Paul F. Lazarsfeld, quien concibe la sociología no como una disciplina sino como una herramienta metodológica (Mills, 1959, 55-59).

Argumenta que el problema de esa investigación social es que puede haber una tendencia hacia el psicologismo, que explica el comportamiento humano en el nivel individual, sin referencia al contexto social. Esto, argumenta, puede conducir a la separación de la investigación de la teoría. Propone que, en la construcción de la investigación social, teoría e investigación deben estar imbricadas (Mills, 1959, 65-68).

La variedad humana

En el capítulo siete, Mills establece su visión de la Sociología. Escribe sobre la necesidad de integrar las visiones sociales, biográficas e históricas de la realidad en la que los individuos construyen sus ambientes con referencia al conjunto de la sociedad (Mills, 1959, 132-134).

Mills argumenta que la naturaleza de la sociedad es continua con la realidad histórica. Sostiene la importancia de la adecuación empírica de los marcos teóricos. También se pronuncia sobre la noción de un sistema unificado de ciencias sociales. Esto lo entiende no como un esfuerzo consciente, sino como el resultado de discursos históricos basados en problemas, de los cuales se desarrollaron disciplinas, y en las que sus divisiones se vuelven cada vez más fluidas (Mills, 1959, 136-140). Así, Mills establece lo que él cree que es un problema de un enfoque basado en su concepción de las ciencias sociales (140-142).

Artesanía intelectual

En el Apéndice de la obra, titulado Sobre artesanía intelectual, Mills insta a los investigadores sociales a desarrollar su producción intelectual como un oficio:

Sé un buen artesano: evita cualquier conjunto rígido de procedimientos. Sobre todo, haz por desarrollar y utilizar la imaginación sociológica. Evita el fetichismo del método y la técnica. Busca la rehabilitación del artesano intelectual no pretencioso, e intenta convertirte en un artesano así tú mismo. Que cada hombre sea su propio metodólogo: que cada hombre sea su propio teórico; que la teoría y el método vuelvan a formar parte de la práctica del oficio. Defiende la primacía del erudito individual; oponte a que predominen los equipos técnicos de investigación. Sé una mente que confronte los problemas del hombre y la sociedad por sí sola.[2]​


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