Historias de cronopios y de famas

Historias de cronopios y de famas Cortázar y la patafísica

La patafísica es un concepto filosófico creado a finales del siglo XIX por el dramaturgo francés Alfred Jarry, precursor del teatro del absurdo, el dadaísmo y el surrealismo. Puede describirse como ‘una ciencia de soluciones imaginarias’ y pretende explorar la realidad más allá de la metafísica, que Jarry creía limitada e inadecuada.

Según Jarry, la patafísica explora lo absurdo, lo irracional y lo imaginario, y pretende descubrir los significados ocultos que la razón pura no consigue desentrañar. El término patafísica es una combinación de la palabra griega epi, que significa ‘por encima’ o ‘más allá’; y metafísica, la rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza de la realidad. Para el autor, en suma, mediante la patafísica se puede acceder más allá de lo que los métodos científicos y filosóficos tradicionales permiten. El propósito no es demostrar o refutar nada, sino explorar los límites de nuestra comprensión del mundo. En definitiva, la patafísica puede definirse como una filosofía esotérica que desafía la creencia racional.La obra más famosa de Jarry sobre patafísica es Ubu Roi, estrenada en 1896. Este cuenta la historia de Pa Ubu, un hombre grotesco y codicioso que, con la ayuda de su esposa, trama derrocar al rey de Polonia para hacerse con el trono. Por el camino, Pa Ubu y sus secuaces cometen numerosas atrocidades y realizan acciones absurdas, como concursos de flatulencias y violentas batallas con animales parlantes. La obra es conocida por su humor escatológico, su tono anárquico y su subversión de las convenciones teatrales tradicionales. Se considera un hito del movimiento del teatro del absurdo y ha tenido un impacto duradero en el teatro de vanguardia. Con su obra, Jarry utilizó el personaje para satirizar lo absurdo de la sociedad y explorar los límites de nuestra comprensión del mundo.

Aunque Jarry, inmerso en la escena artística del París literario de principios del siglo XX, fue quien concibió la patafísica, esta no floreció sino hasta después de su muerte cuando, en 1948, un colectivo de escritores y artistas de vanguardia creó el llamado ‘Colegio de Patafísica’. Entre sus primeros miembros se encontraban Eugene Ionesco, Joan Miró y Marcel Duchamp. El colegio recuperó la obra de Jarry y fue el primero en poner en escena las obras de Ionesco.

Julio Cortázar se puso en contacto con estas ideas en la década de 1950, cuando vivía en París. Fue allí donde se encontró con algunos de los fundadores del Colegio de Patafísica, incluyendo a los escritores y artistas franceses Raymond Queneau y Boris Vian. Cortázar se sintió atraído por este concepto filosófico debido a su naturaleza absurda y su capacidad para desafiar la lógica tradicional. Como escritor, estaba interesado en experimentar con nuevas formas narrativas y técnicas literarias, y encontró en la patafísica una fuente de inspiración.

En su obra literaria, Cortázar utilizó técnicas y elementos patafísicos para desafiar la lógica tradicional y explorar la naturaleza del mundo y la realidad. Por ejemplo, su famosa novela Rayuela incorpora elementos surrealistas, absurdos y lúdicos que son característicos de la patafísica. También escribió un ensayo titulado “Notas sobre la patafísica”, en el que explica su interés por las ideas de Jarry, así como sus conexiones con la literatura y la creatividad en general. En este escrito, Cortázar describe cómo la patafísica influyó en su trabajo literario y argumenta que esta tradición puede ser una herramienta útil para liberar la imaginación y superar las limitaciones de la razón y la lógica. Por encima de todo, la patafísica resuena en el autor argentino porque nos recuerda lo estúpidas que son las reglas que rigen nuestra existencia cotidiana.

En Historias de cronopios de y de famas vemos plasmadas algunas de estas ideas. Definitivamente, encontramos en esta obra una liberación de la imaginación que consigue desembarazarse de las ataduras de la razón pura. Asimismo, el absurdo ingresa para resaltar el vacuidad de ciertas convenciones sociales. Cada vez que Cortázar ofrece una situación lógica y normal, como la escena de una cronopio lavándose los dientes en “Lo particular y lo universal”, a continuación incluye un antídoto contra lo cotidiano mediante el uso de la fantasía. En el caso de este relato, el absurdo se evidencia en la imagen de los listones de pasta de dientes que ocupan toda la casa y se desbordan por los balcones para arruinar los sombreros de los famas.