Entre visillos

Entre visillos Resumen y Análisis Primera parte, Capítulos 8-11

Resumen

Capítulo 8

Pablo Klein narra cómo recibe, con retraso y sorpresa, una carta de Elvira que es “casi una declaración de amor” (95). En la misma, la joven le confiesa su impulsividad y que se ha quedado pensando en él luego de su visita a la casa. Esboza la esperanza de tener con él una “amistad distinta de cualquier otra” (94).

Pablo no sabe qué hacer. Decide, entonces, telefonearla, pero, como quien contesta es Teo, finge llamar por el puesto laboral en el Instituto. Justamente, Teo le dice que ya ha hablado con el nuevo director y que lo espera para tomar la vacante en las clases de alemán. Antes de colgar, agradece y envía sus saludos a Elvira. Queda obsesionado con el asunto de la carta y para dejar de pensar en ello decide hacer como si nunca hubiera llegado a destino.

Una mañana se dirige al Instituto y el director, un hombre amable y simpático, le dice que dará clases a las alumnas mujeres de sexto y séptimo por la tarde. Arreglado aquello, por la noche, asiste al Casino para oír cantar a su amiga Rosa. Allí todos lo observan. En el lugar, entre otros, se encuentra con Emilio, sus jocosos amigos y Goyita, a quien recuerda del tren. Cuando quedan solos, Emilio le confiesa que está enamorado de Elvira. Más tarde, cuando todos planean continuar la reunión en la casa de un tal Lampi, una de las jóvenes organizadoras se alarma cuando Pablo dice que irá con Rosa: “Gente de esa no queremos” (105). Pablo, entonces, desiste de ir a la reunión y se va con su amiga.

Esta es la primera de las noches en que Pablo asiste a oír cantar a Rosa. Cada vez pasan más tiempo juntos. La última noche de Rosa allí, ella se despide al borde del llanto y él la besa. A partir del día siguiente, él tomará su cuarto vacío, dado que es más grande que el suyo.

Capítulo 9

Este capítulo se abre con una carta que Julia le escribe a Miguel mientras llora. En ella le pregunta por qué ya no le escribe: es su cumpleaños y no ha recibido el saludo de su novio. Además, le recrimina la forma en la que se ha marchado tras su última visita: dejándola plantada en la calle frente a su hermana y sus amigas. Se despide prometiendo rezar por él y declarando su cariño.

Mercedes invita a su hermana a ir con ella e Isabel a la casa de Elvira antes de ir al cine. En el camino, Julia despacha la carta y Mercedes la amonesta por seguir interesada en Miguel después de su comportamiento. A Julia le molesta el tono de su hermana: se enfada, le grita y se va llorando del lugar.

En lo de Elvira también está Goyita. Allí, las muchachas charlan de diversos temas: Mercedes les comenta a sus amigas que lo que más le molesta de su hermana es que se pierda a un pretendiente interesante como Federico Hortal por seguir con Miguel; Elvira, que no puede ir al cine por cumplir con el luto, pregunta qué película van a ver; todas conversan sobre la maravillosa fiesta del aeropuerto y comentan que al Casino ya no se puede ir porque las nuevas, como Marisol, acaparan a todos los muchachos; Mercedes le cuenta a Elvira que Pablo pasa tiempo con la animadora. Al escuchar que hablan de Marisol, Goyita baja la mirada y dice que ella no es su amiga; al escuchar lo que dicen sobre Pablo y Rosa, Elvira dice que le parece extraña la amistad entre ellos dos.

Cuando las muchachas salen hacia el cine, hacen comentarios sobre Elvira: “presume de que no le gustan los chicos” (116) e ironizan “como es un ser superior” (116). Aseguran que está interesada en Pablo y que el año anterior era novia de Emilio.

Una vez en el cine, Julia llega durante el Nodo: en la función, no deja de pensar en Miguel. Goyita, por su parte, ve que están allí Toñuca y Marisol y le pide a Julia que se retiren juntas al finalizar: no quiere irse con ellas.

Capítulo 10

Elvira está hastiada del luto y el encierro. Sale al balcón de su casa y recuerda los tiempos felices de la infancia. En ese momento, llega la criada que le anuncia la presencia de Emilio.

En un primer momento, él le propone entrar para que nadie los vea desde la calle; esto provoca que Elvira se ofusque, que lo compare con su madre y que le diga que con esas actitudes lo desconoce, incluso después de tantos años de amistad. Escuchar que lo trata como a un amigo entristece a Emilio, quien anuncia su partida. Pero ella lo detiene y lo lleva hasta el sofá. Allí él le dice que ella es mala por tratarlo así sabiendo que él está interesado de otra manera en ella y que todavía no olvida lo que vivieron juntos el año anterior. Le pregunta, entonces, si ella continúa sintiendo algo por él. Ella duda, pero le da a entender que sí. Ante esta respuesta, Emilio se emociona y la besa torpemente. Excitado, le dice que ahora sí tiene un motivo válido para prepararse para las oposiciones a Notarías y que se casarán. Ella le pide que se marche y no hablen del tema, que por un tiempo no se vean y que se comuniquen por correspondencia.

Durante la cena, Elvira, Teo y su madre hablan sobre Pablo Klein. Elvira propone invitarlo y la madre les cuenta a sus hijos los recuerdos que tiene de él, de cuando era un niño y vivía en aquella ciudad con su padre, un pintor.

Capítulo 11

Tras la partida de Rosa, a Pablo le queda la costumbre de asistir al Casino. Allí profundiza su relación con los amigos de Emilio, aunque ya no lo ve a él, dado que se pasa los días encerrado estudiando. Además, finalmente asiste a las reuniones que realiza en su estudio artístico Yoni, el hijo adolescente y derrochador del dueño del Gran Hotel. Yoni vive en un departamento contiguo al de su hermana, la moderna Teresa, de quien se comenta que es lesbiana y que está separada de su marido, quien vive con una actriz y le manda dinero.

En el estudio de Yoni, Pablo escucha algo sobre Elvira: se entera de que pinta y de que es conocida por su falta de prejuicios. Él ansía volver a verla pronto.

Una tarde en la que pasea por el río algo borracho, encuentra a Elvira tumbada al sol sobre una cuesta. Se recuesta a su lado y ella le hace varias preguntas, hasta que, de repente, comienza a llorar. Elvira le cuenta que está deprimida y que le gustaría irse lejos: escapar. Luego, le recita un poema de Juan Ramón Jiménez y comienza a filosofar hasta que recuerda la carta y se llama ridícula a sí misma por haberla escrito. En un momento, sus rostros se acercan y están a punto de besarse, pero ella dice que ya es tarde y debe irse.

Al otro día, Pablo la telefonea para disculparse por su insolencia y la visita en su casa. Allí, se besan apasionadamente, hasta que la visita de una amiga de ella interrumpe el momento. Ella le pide que se marche, que se olvide de todo y que no cuente lo sucedido.

Casualmente, esa tarde Pablo encuentra a Emilio en la calle y este le confiesa que está animado preparando las oposiciones a Notarías, que está de novio con Elvira y que van a casarse. También le sugiere que visite a la familia de Teo, dado que la madre lo recuerda. Acto seguido, Pablo se vuelve a la pensión: al otro día comienza su trabajo como profesor en el Instituto.

Análisis

Elvira, después de haber visto solo una vez a Pablo, le envía una carta en la que declara su devoción hacia él, su carácter impulsivo y su intuición en todos los aspectos de su vida, también en su obra, dando cuenta de su carácter artístico. Rompe, con esta acción, con lo esperado para una señorita española de aquel momento, porque toma la iniciativa y, además, porque se presenta como una artista, carácter creador reservado para los hombres. Decide escribir, al parecer, porque sabe que haberlo conocido constituye un momento trascendental para su vida, una oportunidad de cambio: "le había dejado la sensación de algo extraño y alucinante presentido muchas veces, de algo que no se podía repetir, un momento que valía por muchos días iguales de hastío y desesperación" (94). Esta confesión es el preludio y la contracara de lo que se desencadena con Elvira en los capítulos siguientes.

En el noveno, la visitan las amigas y, cuando se levanta a cerrar las persianas, el breve contacto con el exterior, que simboliza ese límite de la ventana, le recuerda "que estaría por lo menos año y medio sin ir al cine [...] Eran plazos consabidos, marcados automáticamente con anticipación y exactitud, como si se tratase del vencimiento de una letra" (114). Elvira está hastiada de la tradición que la coloca en ese encierro convencional y cercena su libertad.

En el décimo capítulo, Emilio encuentra a Elvira cuando esta está experimentando un momento reflexivo consigo misma, rememorando su infancia, el paraíso perdido donde las normas sociales que separan a las mujeres de los hombres todavía no son tan rígidas y donde correr por las calles sin las preocupaciones del mundo adulto son una realidad. Al verlo, ella se sincera: "Me aburro, ¡si vieras cómo me aburro!" (124); y ante las preguntas de él, confiesa: "No es vivir, vivir así" (124). Elvira es un personaje que está profundamente atormentado y eso, en parte, se debe a su diferencia con respecto al resto de las mujeres. Ella es una de las que alcanza a comprender que no es justo el rol que les toca. Sin embargo y pese a sus arranques impulsivos, finalmente, no se anima a atravesar los límites que imponen las normas sociales y, por eso, fracasa. Ella, que es una artista, no consigue la originalidad ni la valentía necesaria para ejecutar su obra más importante: el destino de su propia vida. Por eso, en este momento en el que se encuentra con Emilio, cede ante la tradición y traiciona sus convicciones al comprometerse con Emilio y así, perpetuar el sistema patriarcal al que se opone ideológicamente.

En el capítulo once, vuelve a tener una oportunidad para convertirse en la heroína triunfal de la novela. Se encuentra sola tomando sol a la orilla del río con su libro de poemas de Juan Ramón Jiménez cuando llega Pablo. Ella se sincera con él, le dice que quiere escapar de todo y le lee un poema que describe su sentir: menciona las raíces plantadas hondas en la tierra, como metáfora de su ser atado a la tradición social, y las alas altas en el cielo, como sus aspiraciones dispuestas a huir de los convencionalismos. Pero él no parece entenderla porque las realidades y mandatos que ambos atraviesan son diferentes: las convicciones de él coinciden con sus actos. Y esto es lo que hace que la comunicación entre los dos falle y que él sienta que lo de ella es performático: le parece artificial porque no comprende otro modo de ser más que el que la voluntad propia dicte. Es por esto que él, a pesar de sentirse profundamente atraído por ella, no responde la carta cuando llega y tampoco sabe qué decir ante las preguntas de Elvira. Esto complica la comunicación entre los dos.

Al día siguiente, al visitarla en la casa, Pablo le dice, de forma directa, lo que cree sobre ella y cuál es su problema. Una de las frases alegóricas que utiliza para explicar su situación es la siguiente: "Yo le dije que no se debe ser aficionado en ninguna cosa, que si no le parecía la pintura una cosa importante, que no cogiera nunca un pincel" (142). Le da a entender que es, en su vida, como en su arte: no se arriesga a seguir sus ideales por completo. Y, atraído por sus encantos, la besa apasionadamente, con un beso muy diferente al torpe e inexperto que Emilio le da unos capítulos atrás. Sin embargo, el beso y sus palabras no alcanzan para que Elvira logre escapar de su realidad como tanto anhela. Un ruido del exterior la pone alerta y la llegada de una amiga le recuerdan los mandatos: "Dirás que soy una fresca. Yo no quería que pasara lo que ha pasado" (144). Ella, en este momento, se convierte en la heroína frustrada de la novela que, por no atreverse a dar el paso necesario para salir de la zona de las convenciones y conseguir la libertad, se dispone a vivir una vida signada por la infelicidad y la frustración. Él, en este preciso momento, sale de la casa y decide que es mejor no volver a verla más.

La carta de Elvira no es la única correspondencia que da cuenta de la incomunicación en estos capítulos. Julia, el día de su cumpleaños, en lugar de recibir saludos de su novio, escribe ella una carta para él en la que le reclama e insiste: "...Miguel, ¿por qué no me escribe? [...] Pero Miguel, sobre todo escríbeme. ¿Qué quieres que explique en casa cuando me preguntan? [...] ¿Será posible que no te acuerdes de que es mi cumpleaños?" (109-110). El joven se ha ido enojado tras su última visita y las esperanzas de la familia de Julia, expuestas en Mercedes, son que la relación entre ellos haya terminado. Por eso se enoja la hermana mayor cuando Julia despacha la carta: porque insiste con continuar la relación.

Diferente a Elvira, a Julia y a todo el resto de personajes femeninos que aparecen en la novela es Rosa, la cantante del Casino y amiga de Pablo. Rosa no sigue ninguna de las convenciones sociales impuestas y, dada su profesión, poco le importan las apariencias que debe guardar. Pablo no solo la respeta en todo momento sino que, además, la defiende frente a la actitud censora y represiva de los que solo la aceptan en el Casino como objeto de diversión, dado que escuchan su show, pero la excluyen cuando se le presenta la posibilidad de compartir los mismos espacios y funcionar como una igual. En ese momento, recuerdan la diferencia: "Oye, no, esas bromas no. Gente de esa no queremos" (105). Incluso Emilio, cuando intenta interceder a su favor, muestra la manera en la que, para ellos, Rosa no es más que un fetiche: "¿Por qué no, mujer? —intervino Emilio—. Es una chica muy simpática y nos puede divertir mucho..." (105).

Por último, en estos capítulos, hay un ejemplo concreto de cómo se transmite, a través de la propaganda oficial, la ideología nacionalista del régimen y un ejemplo concreto de cómo las novedades de una burguesía más cosmopolita van incorporándose en la vida de una capital de provincia y la van modernizando. El primer ejemplo es el del NODO en el cine. Las jóvenes asisten a una función y se menciona que llegan temprano para no perderse el nodo, un programa de noticias oficial cuyo nombre es un acrónimo de "noticiarios y documentales". Se trata de un órgano difusor de la ideología franquista, encargado de preservar la moral y, por ejemplo, mostrar, entre otras cosas, cómo es la mujer ideal del régimen: obediente, madre, esposa, ama de casa.

Por otro lado, en el Gran Hotel, los jóvenes asisten a las modernas fiestas de Yoni, un adolescente que ha vivido en Nueva York y que derrocha el dinero de su padre rico en fiestas y bebidas para sus invitados, a los que, además, los forma musicalmente con sus discos de intérpretes franceses. Su hermana, Teresa, no es, precisamente, un modelo de mujer del tipo de las que se postulan como ideales en el NODO: está separada, se dice de ella que es lesbiana, recibe dinero de su ex marido, vive de fiesta con sus amigas.