El conde de Montecristo

El conde de Montecristo Símbolos, Alegoría y Motivos

El protagonista con sed de venganza (Motivo)

Desde Hamlet hasta “Emma Zunz”, de Borges, pasando por obras audiovisuales como Kill Bill (por citar alguna contemporánea), un motivo común en la novela de acción o de aventuras —y en la cultura occidental en general— es el del personaje que busca vengarse de aquellos que lo han traicionado o le han hecho el mal de alguna manera. En este sentido, El conde de Montecristo es una novela paradigmática, puesto que su influencia ha marcado profundamente a la cultura occidental y ha servido de inspiración para cientos de historias de venganza.

Traicionado por sus allegados, Edmundo Dantès pasa catorce años prisionero hasta que logra escapar del castillo de If. Con su nueva libertad y fortuna, se dispone a ejecutar la promesa que repitió una y otra vez durante su encierro: encontrar a cada uno de los traidores y arruinarles la vida de la misma forma que ellos arruinaron la suya. Así, la mayor parte de la acción de la novela se dirige hacia la concreción de esta venganza.

El prisionero prófugo (Motivo)

Este es otro de los motivos más recurrentes en las novelas de acción y aventuras de la cultura occidental. Tanto en novelas como en películas y series de televisión, el prisionero que escapa de la prisión constituye un esquema de acción muy popular.

Edmundo Dantès es encerrado en el castillo de If tras haber sido traicionado por sus allegados. Allí, cuando está a punto de suicidarse, se encuentra con el abate Faria, un recluso que está intentando escapar. Junto a este sabio y proactivo sacerdote, Edmundo pone en marcha un plan de fuga: su idea es cavar un túnel que lo lleve al exterior de la zona amurallada de la prisión, matar al guardia si es necesario y arrojarse al agua. Sin embargo, dicho plan se frustra cuando el abate sufre una parálisis que le impide seguir cavando. Finalmente, Edmundo aprovecha la muerte de su amigo para intercambiar el cadáver por su propio cuerpo y ser arrojado al mar como un despojo. Así, el prisionero logra escapar de su prisión.

La muerte y la resurrección (Motivo)

Desde la resurrección de Cristo hasta la visita de Eneas a los infiernos o el encuentro de Ebenezer Scrooge con su propio fantasma antes de convertirse en una mejor persona, el hombre que muere para renacer a una nueva vida es un motivo muy común en la literatura Occidental y, especialmente, en la formación de los héroes.

En el caso de nuestra novela, Edmundo Dantès es encerrado en el castillo de If. Allí, totalmente desesperado, decide dejarse morir de hambre. Sin embargo, el abate Faria lo salva y le devuelve las esperanzas. Tras catorce años de encierro, Edmundo consigue escapar de una forma que mucho se asemeja a la muerte: suplanta el cadáver del abate y es arrojado al mar en lugar del muerto. Esta muerte ritual le permite a Edmundo renacer a una nueva vida, en la que se convierte en el conde de Montecristo, un ser cuyos poderes exceden los de cualquier ser humano y lo convierten en el agente de la Providencia.

La isla que oculta un tesoro (Motivo)

La isla que oculta un tesoro es un motivo muy popular de las novelas de aventura, al punto que una de las más famosas del género se titula La isla del tesoro, convirtiéndose en un clásico que ha marcado a muchas generaciones de lectores.

En general, la acción que dispara este motivo implica la búsqueda del tesoro como uno de los núcleos argumentales más importantes del relato. En El conde de Montecristo, Edmundo se entera de la existencia del tesoro del Cardenal Spada gracias al abate Faria, un prisionero con el que comparte su celda en el castillo de If. Motivado por sus deseos de venganza, comprende que si logra salir de la prisión, dichas riquezas podrán ayudarlo a cumplir sus objetivos. Así, cuando finalmente Edmundo logra escapar, busca el tesoro en la isla de Montecristo y se convierte en una de las personas más ricas de Europa. Tan relevante es este hecho en su nueva vida, que Edmundo pasa a llamarse conde de Montecristo gracias al hallazgo.

El elixir (Motivo)

Las pociones y los elixires constituyen un leitmotiv muy presente a lo largo de todo el texto. Desde el elixir que utiliza el abate Faria para tratar su apoplejía hasta el que emplea el conde para reanimar a Eduardo o los venenos que usa la señora de Villefort para matar a los familiares de su marido, el empleo de elixires y pociones de todo tipo constituyen una presencia constante en la novela.

Muchas veces, estos elixires casi mágicos tienen, al mismo tiempo, la capacidad de tratar enfermedades o de matar al bebedor. Por ejemplo, el señor Noirtier trata su parálisis consumiendo pequeñas dosis del mismo veneno que la señora Villefort utiliza para matar a los marqueses de Saint-Merán. De la misma forma, Noirtier administra a su nieta pequeñas dosis del mismo veneno que consume él, con el fin de hacerla resistente. Esto llega a salvar la vida de Valentina, quien es envenenada por su madrastra. Finalmente, el conde también utiliza un elixir que sume a Valentina en un estado similar a la muerte y, gracias a ello, salva a la joven de su familia y le otorga una nueva vida junto a Maximiliano.