Crimen y castigo

Crimen y castigo Ironía

Raskólnikov habla de sí mismo como si fuera un millonario y un dios omnipotente, pero sabe que no es capaz ni de ayudar a su familia (Ironía verbal)

Inmerso en sus pensamientos, Raskólnikov se refiere a sí mismo del siguiente modo: “Y tú, futuro millonario, Zeus que dispones de sus destinos, ¿de qué modo puedes protegerlas contra los Svidrigáilov y los Afanasi Ivánovich Vajruschin?” (p. 116). Este pasaje se produce mientras admite que es incapaz de proteger a su madre y a su hermana, quienes están haciendo sacrificios para cuidar de él con la esperanza de que más adelante prospere y pueda sostener económicamente a la familia. Lo cierto es que Raskólnikov sabe que está lejos de alcanzar ninguna estabilidad económica y, lo que es más, no sabe si está dispuesto a hacer lo necesario para estar en la posición de proveerlas. Por estos motivos, cuando se adjetiva como un ‘dios’ y un ‘futuro millonario’ no hace más que hablar con ironía.

En sus intentos por salvar a su amigo, Razumijin consigue lo contrario al rodearlo de las personas capaces de descubrir su crimen (Ironía situacional)

Razumijin es implacable en su deseo de ayudar a Raskólnikov: no lo deja ni un segundo solo, trae al médico Zosímov para que lo revise y lo invita a pasar tiempo con él y sus amigos. Irónicamente, la sociabilidad de Razumijin termina jugando en contra de su amigo cuando comienza a rodearlo de personajes inteligentes y perspicaces: cuando estos personajes empiecen a darse cuenta de algunos detalles de la vida de Raskólnikov, se acercarán peligrosamente a descifrar que es el culpable del crimen.

Frente a cualquier expectativa, Raskólnikov considera que terminar preso es una forma de alcanzar la libertad (Ironía situacional)

En varias ocasiones, Raskólnikov se siente oprimido por la carga psicológica de saberse sospechoso de un crimen. Esto lo lleva a adoptar una actitud paranoica y a estar siempre pendiente de los avances policiales sobre la investigación de los asesinatos que ha cometido. Solamente al final de la novela, Raskólnikov acepta auténticamente su culpa y su castigo. Sin embargo, lo que siente hasta entonces es una intensa necesidad psicológica y emocional de liberarse diciendo la verdad. Este deseo de ‘liberación’ adquiere un sentido irónico si tenemos en cuenta que lo va a conducir inevitablemente a la cárcel. Queda claro, en este punto, que Raskólnikov prefiere una libertad psicológica a una física.

Aunque Raskólnikov justifique el asesinato por los beneficios que se obtendrán con el robo, la excusa se volverá irónicamente absurda cuando deba deshacerse del botín (Ironía situacional)

Raskólnikov lleva a cabo su plan criminal basándose en las ideas que plasma en su artículo “Acerca del delito”. Él adscribe a las ideas postuladas por la corriente ética utilitarista, la cual postula que el ser humano debe actuar según el principio de la mayor felicidad que tiene una acción, en vistas al beneficio de la mayor cantidad de individuos. Para él, el asesinato de Aliona se justifica por su utilidad: el beneficio obtenido por su muerte vale más que la transgresión de la ley. Cabe mencionar que Raskólnikov queda fascinado luego de oír una conversación en la taberna, donde un estudiante que había empeñado algo con Aliona postula que asesinar a la vieja, robar su dinero y sus objetos de valor mejoraría la vida de muchas personas; por lo tanto, sería algo útil y bueno. Sin embargo, las cosas no salen según lo planeado e, irónicamente, aquello que parecía ser el móvil del crimen termina siendo la última preocupación de Raskólnikov, que incluso llega a considerar el tirar todo al agua. Al final, los objetos enterrados bajo una piedra en un lote vacío no terminan beneficiando a nadie, aunque sí destruyen la vida de muchos: Aliona, Lizaveta y el propio Raskólnikov.