Cartas a un joven poeta

Cartas a un joven poeta Resumen y Análisis Prefacio, Cartas I-II

Prefacio

Resumen

El prefacio de la obra está escrito en 1929 por Franz Xavier Kappus, quien rememora una escena vivida por él en 1902 cuando estudiaba en la academia militar. En dicho recuerdo, él está leyendo un libro de poemas de Rilke cuando aparece Horacek, el capellán de la academia, y le dice: “Así que el alumno René Rilke ha llegado a ser poeta” (p. 15). Tras esta afirmación, Horacek le cuenta a Kappus detalles acerca de cómo era Rilke cuando estudiaba en la academia militar.

Luego de terminado el relato de Horacek, Kappus queda fascinado por la figura de Rilke y decide enviarle sus ensayos poéticos. En ese entonces, Kappus no tiene aún veinte años, la carrera militar le desagrada y tiene la esperanza de que Rilke lo comprenda y lo oriente acerca de su porvenir como artista.

Tras varias semanas, llega la primera respuesta de Rilke. Así, Kappus, el joven poeta, y Rilke comienzan su intercambio de correspondencia. Es el mismo Kappus quien, en 1929, más de veinticinco años después de haber iniciado el intercambio epistolar, y a más de veinte de haberlo terminado (la última carta es de 1908), decide reunir las diez cartas que recibió de Rilke y conformar el libro Cartas a un joven poeta.

Análisis

El prefacio es la única parte de la obra que no es narrada por Rainer Rilke sino por Franz Kappus. Este es un estudiante de la academia militar que quiere ser poeta y, para ello, le envía cartas a Rilke pidiéndole opiniones sobre sus versos, sobre cómo debe ser la vida del artista y diversas cuestiones que se verán en el análisis de las diferentes cartas. El prefacio está fechado en 1929, momento en el que Kappus, más de veinte años después de finalizada la correspondencia con Rilke, decide reunir las diez cartas que este le envió y conformar con ellas el libro Cartas a un joven poeta. Las cartas de Kappus no forman parte de la obra. Por lo tanto, más allá de que no esté escrito por Rilke, el prefacio es fundamental para comprender algunas de las inquietudes de Kappus y, por lo tanto, el marco general en el que se inscriben las respuestas de Rilke.

Lo primero que merece ser destacado del prefacio es el retrato que le realiza Horacek a Kappus sobre Rilke: se trata de un joven callado, serio, inteligente, “que gustaba apartarse y soportaba con paciencia las obligaciones de la vida del internado” (p. 17). En ese breve retrato ya puede verse la importancia que tienen para Rilke la soledad y la aceptación de las imposiciones de la vida cotidiana, dos temas que retoma en varias de las cartas que le envía a Kappus, considerándolos fundamentales para la formación del artista.

Otro fragmento clave del prefacio, que nos permite comprender el contexto en el que se inscriben algunas respuestas de Rilke, es este en el que Kappus afirma estar desinteresado por la carrera militar: “Hacia los 20 años, y ante el umbral de una profesión que sentía diametralmente opuesta a mis inclinaciones…” (p. 17). Rilke, a partir de este desinterés, le dará varios consejos a Kappus acerca de cómo sobrellevarlo e incluso cómo sacarle provecho desde el punto de vista artístico.

Para finalizar, hay que recalar en el último párrafo del prefacio, donde Kappus afirma que las cartas de Rilke son “importantes para el conocimiento del mundo en que Rilke vivió y creó, e importantes para muchos de hoy y mañana que se forman y devienen” (p. 18). Aquí aparece claro el motivo por el cual Kappus compila las cartas y arma el libro: para comprender el mundo de Rilke y, a través de sus palabras, ayudar a aquellos que quieren ser artistas como él. Las cartas del poeta alemán no son, entonces, solamente cartas personales con consejos para Kappus, sino una especie de guía o manual para la formación artística.

Carta I

Resumen

La “Carta I” es escrita por Rilke en París el 17 de febrero de 1903. Lo primero que deja en claro es que él no puede analizar los versos que recibió de Kappus: siente que le es ajeno el trabajo de crítico literario, al que considera ineficaz para comprender verdaderamente lo que expresa una obra artística. Según él, las obras de arte son objetos misteriosos, con una vida más perdurable que la de las personas, y la crítica literaria y su lenguaje no tienen la capacidad para develar ese misterio único que conllevan.

Tras reflexionar sobre el tema de la crítica, ofrece apenas una breve opinión sobre algunos de los poemas que le envió Kappus: según Rilke, su obra aún no tiene vida propia, aunque hay unos “brotes”.

A continuación, Rilke le aconseja al joven poeta que no mande sus versos a otros poetas ni revistas literarias esperando sus opiniones, ni que los compare con otros poemas, ya que eso no es productivo: “Nadie le puede aconsejar ni ayudar; nadie” (p. 24). Lo que debe hacer, entonces, es preguntarse en su intimidad si verdaderamente debe escribir, si podría sobrevivir sin hacerlo. Si se da cuenta de que no podría, entonces debe “expresar como un primer hombre lo que ve y experimenta, lo que ama y pierde” (p. 25).

Luego, Rilke reflexiona sobre la vida cotidiana en relación al arte. Le dice a Kappus: “Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe; cúlpese usted” (p. 25). Su idea es que la vida cotidiana nunca puede carecer de fuerza artística, sino que, en tal caso, es el artista el que no tiene la capacidad de encontrarla. Afirma que, incluso si viviera en una cárcel, el artista podría encontrar riqueza en su vida recordando su infancia, a la que Rilke llama “riqueza preciosa” y “arca de los recuerdos” (p. 26). De esa búsqueda interior en los recuerdos infantiles, sí o sí, deberían nacer versos propios. Al ser verdaderamente propios, el poeta no tendría dudas sobre su calidad ni querría preguntarle a nadie si son buenos o no, ya que vería en ellos su propia vida: “Pues el creador tiene que ser un mundo para sí, y hallar todo en sí y en la naturaleza” (p. 27).

Otro consejo que le da a Kappus en relación a su formación como artista es no escribir sobre el amor ni sobre los grandes temas. Según Rilke, se necesita una fuerza y una madurez muy grandes para realizar una obra destacable en relación a esos temas, ya que existen demasiadas obras al respecto. Le propone, nuevamente, volcar su trabajo hacia lo personal, lo interior: sus tristezas, sus anhelos, sus pensamientos, su fe. Además, le indica que, sea lo que sea que escriba, debe escribirlo con sinceridad, y a través de las cosas que lo rodean, de las imágenes de sus sueños y de sus recuerdos.

Finalmente, le pide que mande sus afectos a Horacek y se despide cordialmente.

Análisis

El tema fundamental de esta primera carta es la formación del artista. Como se ha visto, en el prefacio Kappus afirma que el motivo por el cual le escribe a Rilke es saber si sus poemas son buenos y cómo puede mejorarlos. Se entiende lógicamente que, entonces, en esta primera respuesta, el gran poeta alemán se dedique, sobre todo, a darle consejos acerca de lo que debe hacer para formarse como artista.

Sin embargo, entre esos consejos Rilke no aborda directamente la calidad de los poemas de Kappus. Es decir, no lo aconseja acerca de cómo mejorar la forma o el estilo. Para Rilke, la formación del artista no tiene que ver con aprender determinados recursos estilísticos de la literatura, con buscar opiniones expertas, sino con un modo de vivir la vida. Por eso, ya desde esta primera carta el tema de la formación del artista se conecta con otros grandes temas, como la infancia o la vida cotidiana. Y es que la concepción del arte que tiene Rilke, y que intenta transmitir a Kappus, es que las obras surgen desde el interior del ser. Solamente puede ser un verdadero artista aquel que conecta espiritualmente con todo aquello que lo rodea: las cosas, la naturaleza, las personas.

Esta concepción rilkeana del arte puede enmarcarse dentro del romanticismo alemán. Aunque esta corriente artística es previa a Rilke (nace a finales del siglo XVIII y dura hasta mediados del siglo XIX), distintas características del autor nos permiten enmarcarlo dentro de la misma. Una de las más importantes es, precisamente, que para el Romanticismo siempre es más importante el sentimiento que la racionalidad y la técnica. Estas dos últimas son características que destaca el Idealismo y a las que el Romanticismo se opone. Por eso, para Rilke, un romántico tardío, la única obra de arte que puede ser buena es aquella que brota de un impulso, de un sentimiento y una necesidad íntima, y no desde la razón.

Al no poder buscar la verdad del arte o la inspiración en lo exterior (es decir, en otras obras, en las opiniones de los críticos sobre lo que debe ser el arte, en aprendizajes técnicos), para Rilke el artista debe mantener una relación íntima y estrecha con su vida cotidiana; conectarse profundamente con ella y que de esa relación surja el arte. Y si la vida cotidiana es pobre, entonces deberá recurrir a los recuerdos de su infancia. Según Rilke, para un verdadero espíritu creador todo puede convertirse en arte.

En síntesis, las diferentes ideas que plantea en esta primera carta Rilke a Kappus ponen el foco en que el joven poeta deberá encontrar su originalidad en sí mismo, en lo que tiene adentro; formar su interioridad, su espiritualidad para tener mayor capacidad artística. Es fundamental que se aleje de los grandes temas de la literatura que, al estar tan trabajados, le dificultarán no caer en la imitación, así como también debe alejarse de las opiniones del resto, no contaminar su esencia, dejar que brote lo que habita en el fondo de su ser.

Carta II

Resumen

La “Carta II” es escrita dos meses después de la primera desde Viareggio, cerca de Pisa, Italia. Rilke cuenta que estuvo con gripe, inhabilitado para realizar cualquier cosa. Para intentar reponerse, viajó hacia Viareggio y se instaló a orillas del mar. Sin embargo, aún no está restablecido del todo. Por estos motivos, tardó en responder la correspondencia de Kappus. Tras estas disculpas, Rilke afirma que “en las cosas más profundas y más importantes estamos indeciblemente solos” (p. 32).

Luego le dice a Kappus que recibir sus cartas siempre le causará alegría, y le pide que sea compasivo con sus respuestas, ya que, posiblemente, muchas veces lo dejen sin nada. Según Rilke, las verdaderas respuestas solo se pueden encontrar en la soledad.

En esta carta, Rilke reflexiona sobre dos cuestiones: en primer lugar, la ironía. Le aconseja a Kappus que no se deje dominar por ella cuando no puede producir, y que la use como una herramienta más para comprender la vida. Si se usa puramente, también la ironía puede ser pura.

El otro asunto que toca en esta carta es el de las influencias artísticas. Rilke solo lleva dos libros con él: la Biblia y la obra del poeta danés Jens Peter Jacobsen. Le aconseja a Kappus que lea a este último, que permanezca y viva en sus libros hasta aprender todo lo que considera que puede aprender. Según Rilke, esta lectura será fundamental en su formación como artista y también en su vida. Para concluir, agrega que si tuviera que nombrar a quienes lo influenciaron, podría solamente decir dos nombres: el de Jens Peter Jacobsen y el de Auguste Rodin (ver sección 'La influencia de Auguste Rodin en la obra de Rainer Rilke' en esta misma guía).

Análisis

En esta segunda carta, aparece brevemente un tema que será fundamental en toda la obra, y que Rilke irá ampliando con el paso de las cartas: la soledad. Teniendo en cuenta que el joven artista deberá encontrar la verdad de su arte en su interior, es lógico que deba formar su espíritu en plena soledad. Esa formación espiritual y solitaria no solo le servirá para llevar a cabo su arte, sino también para vivir de manera sincera, en profundo contacto con lo que lo rodea.

Ahora bien, aunque Rilke aún en esta segunda carta no profundice acerca de qué quiere decir vivir sin sinceridad o con falsedad, aquí da un primer indicio de cómo la falsedad puede verse en el arte. Nombra entonces un recurso muy específico: la ironía. ¿Por qué menciona este recurso en particular? La esencia de la ironía está en no expresar directamente una idea o un sentimiento, sino en abordarlo con distancia, buscando el humor que hay en ella, o la contradicción. Lo que Rilke ve, entonces, en la ironía es un escape fácil que puede tomar el joven artista para ser efectivo en su escritura (es decir, generar un efecto inmediato en el lector), pero sin profundizar en la verdad. Es decir, la ironía, mal utilizada, puede ser un engaño.

En esta misma línea de encontrar verdad en el arte, aparece la recomendación de que lea a Jens Peter Jacobsen. Las obras de este autor danés, fundador del naturalismo de dicho país, se destacan por abordar de manera realista la vida cotidiana de sus personajes. En ese realismo directo (que fue criticado por sus contemporáneos daneses por ser “simplista”), Rilke encuentra sinceridad, verdad. Por eso, le pide a Kappus que habite sus libros. Es decir, que los lea con profundidad hasta sentir que vive en ellos, que comprende realmente la verdad de esos personajes.