Cartas a un joven poeta

Cartas a un joven poeta Elementos Literarios

Genero

Epistolar

Configuración y Contexto

Las cartas de Rilke están enviadas desde distintos lugares de Europa a principios del siglo XX.

Narrador y Punto de Vista

Todas las cartas están escritas por Rilke en primera persona. El prefacio está escrito por Franz Kappus.

Tono y Estado de Ánimo

El tono de las cartas es reflexivo. Rilke atraviesa distintos temas, profundizando en detalle sobre cada uno, y dando consejos.

Protagonista y Antagonista

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Conflicto Principal

Los conflictos son variados, aunque pueden resumirse en la dificultad para aprender a vivir en soledad y alcanzar la plenitud a partir de esta.

Climax

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Presagio

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Atenuación

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Alusiones

Rilke alude a las obras completas de Jans Peter Jacobsen y a las esculturas de Rodin como dos ejemplos de arte verdadero. También se refiere a las obras de Richard Dehmel y, aunque destaca algunos de sus aspectos, critica su inmadurez y la conecta con el tema del sexo. La Biblia también es nombrada como un libro fundamental que él lleva a todos lados.

Imágenes

Ver sección "Imágenes" en esta guía.

Paradoja

Según Rilke, para encontrar las respuestas a los problemas, no hay que buscarlas, sino que hay que relacionarse íntimamente con los problemas, y las respuestas aparecerán solas, en un momento inesperado. La paradoja es, por lo tanto, que la respuesta, en realidad, no se puede buscar, sino que el problema mismo la devela.

Paralelismo

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Metonimia y Sinecdoque

El ejemplo más importante de metonimia aparece en relación con la soledad y el amor. Para Rilke, las personas deben profundizar en su soledad antes de unirse. Por eso, su idea del amor está definida como "dos soledades que se unen". Así, a través de esta metonimia (que en lugar de afirmar que el amor consiste en que "dos personas que hayan profundizado en su soledad se unan", se refiere a dos soledades), le da mucha más importancia a, precisamente, la soledad, incluso por sobre las personas que la viven.

Personificación

"Aguas infinitamente vívidas vienen a la gran ciudad por los viejos acueductos, y danzan sobre las blancas fuentes de piedra" (p. 69). El agua tiene, en esta cita, la facultad humana de danzar. Por eso, es una personificación.