Cartas a un joven poeta

Cartas a un joven poeta Metáforas y Símiles

"... trate de amar los problemas mismos como a cerrados aposentos y como a libros escritos en un idioma muy extraño" (p. 55). (Símil)

Rilke le propone a Kappus que no busque desesperadamente las respuestas a sus problemas, sino que aprenda a amarlos. La idea fundamental es que teniéndolos presentes en su intimidad, en un momento, sin darse cuenta, aparecerá la respuesta para ellos.

Amar un aposento cerrado no consiste en intentar entrar constantemente, sino en aceptar que está cerrado, pero no olvidarlo; tenerlo presente siempre. La idea es que, en un momento, cuando la madurez lo permita, la puerta de ese aposento se abrirá sola, descubriendo la respuesta. En el mismo sentido, la idea no es intentar traducir ese idioma extraño sino leerlo una y otra vez, aún sin comprenderlo. Nuevamente, en un momento inesperado, el idioma se volverá fácilmente comprensible y se podrá acceder a la respuesta del problema.

"El goce corporal es un episodio sensual no diferente del mero mirar o de la mera sensación con que un fruto hermoso llena la lengua" (p. 56). (Símil)

En esta cita también hay un doble símil: el goce corporal es comparado con el acto de mirar y también con la sensación que genera un fruto en la lengua.

Es importante aclarar que cuando Rilke se refiere a “goce corporal” está hablando del encuentro sexual entre dos personas. Su idea fundamental al respecto es que se trata de una experiencia grande, infinita, que se debe disfrutar. Ahora bien, así como para mirar de verdad hay que prestar atención a aquello que se está mirando, o para disfrutar un fruto hay que sentir verdaderamente su sabor (no comerlo sin prestar atención, por gula), del mismo modo, el goce corporal debe ser vivido, para Rilke, con profundidad, con verdadera intimidad entre los cuerpos, y no para obtener un placer meramente superficial. Por eso mismo, según él, el hombre generalmente arruina la experiencia del sexo al abusar de él como si fuera una mera distracción.

"Y también en el hombre hay maternidad..." (p. 59). (Metáfora)

Esta metáfora aparece en relación a la creación artística. Rilke afirma que así como la mujer puede parir a un ser humano, el hombre puede engendrar su obra de arte como si fuera su madre.

La creación artística es, para Rilke, tanto física como espiritual. Así como la madre da a luz y alimenta a sus hijos (a través de lo físico), el artista, sea cual sea su rama del arte, a través de lo físico, escribe, esculpe o pinta su obra. Así como la madre cuida espiritualmente a su hijo, dándole amor y contención, para que viva con felicidad, el artista pone su espíritu en la creación de su obra para que esta sea verdadera y pueda entrar en contacto con la intimidad de los hombres. Por todo esto, Rilke afirma que en los hombres también hay maternidad.

"... es de aquellas que uno relee cuando las encuentra entre otras cartas, y lo reconocí a usted en ella como desde muy cerca" (p. 54). (Símil)

Este símil surge en el contexto de una disculpa que Rilke le ofrece a Kappus por haberse demorado en la respuesta de una de sus cartas. Afirma que no se olvidó de responderla, sino que al haber estado inmerso en la vida frenética de París, no tuvo oportunidad de leerla con tranquilidad.

Según Rilke, esta carta de Kappus, al ser leída en la paz de las llanuras (escribe desde Worpswede), le hizo sentir como si Kappus estuviera muy cerca. El símil “como desde muy cerca” afirma que, dada la intimidad verdadera con la que está escrita la carta y el entorno en que es leída, Rilke siente las palabras como si Kappus estuviera junto a él.

Esto se opone a lo que le sucedía en París, donde, dado el estruendo de la ciudad, que no lo dejaba entrar en contacto con lo íntimo, no podía sentir la intimidad de esas palabras. Es decir, es como si, en París, Rilke estuviera muy lejos de ellas, y escuchara las palabras de Kappus como desde muy lejos.

"Pero tal vez sean éstas, precisamente, las horas en que crece la soledad; pues su crecimiento es doloroso como el crecimiento de los niños" (p. 75). (Símil)

Aquí la comparación es entre el dolor que genera la soledad al sentirse cada vez más grande, con el dolor que genera el crecimiento de la estructura ósea y muscular en el cuerpo de los niños. Se trata de un símil muy preciso, ya que apunta a la necesidad: el dolor de la soledad no es comparado con el dolor de un golpe innecesario, casual, sino con ese dolor que, en definitiva, le permitirá al niño ser un hombre, desarrollarse, tener fuerza.

De ese mismo modo, el crecimiento de la soledad es doloroso, pero le permite a la persona crecer espiritualmente y poder entrar en contacto íntimo y verdadero con aquello que lo rodea y con las otras personas.