Macbeth

Macbeth Resumen y Análisis del Acto tercero

Resumen

Acto tercero, Escena I

Solo en el palacio de Macbeth, Banquo expresa sus sospechas de que Macbeth haya matado a Duncan para cumplir las profecías de las brujas. Reflexiona que tal vez la visión de las brujas para su propio futuro también se hará realidad, pero saca ese pensamiento de su mente. Entran Macbeth y Lady Macbeth junto con Lennox y Ross. Macbeth anuncia que celebrará un banquete por la noche y que Banquo será honrado como invitado principal. Banquo dice que debe viajar por la tarde, pero que regresará para el banquete. Macbeth le dice que Malcolm y Donalbain no confesarán haber matado a su padre. Después de confirmar que Fleancio acompañará a Banquo en su viaje, Macbeth le desea a este un viaje seguro.

Ya solo, Macbeth convoca a los dos sicarios que ha contratado. Mientras los espera, expresa su mayor preocupación en ese momento: que la profecía de las brujas se haga también realidad para Banquo, convirtiendo a sus hijos en reyes. Es con el objetivo de poner fin a tales preocupaciones que Macbeth ha contratado a dos hombres para que asesinen a Banquo y a Fleancio. Los sicarios no son asesinos profesionales, sino hombres humildes que están dispuestos a trabajar como mercenarios. Macbeth ya ha culpado a Banquo por su pobreza y ahora les dice que, si bien Banquo es su propio enemigo tanto como el de ellos, amigos leales de Banquo le impiden matarlo él mismo. Macbeth procede a precisar los detalles del asesinato: deben atacarlo cuando regrese de su viaje, a cierta distancia del palacio, y matar también a Fleancio.

Acto tercero, Escena II

Sola en el escenario, Lady Macbeth expresa su infelicidad: su deseo de poder parece no tener fin y se siente insegura y ansiosa. Macbeth entra, aparentemente molesto, y le aconseja que deje de pensar en los crímenes que han cometido. Pero Macbeth también afirma que su trabajo no está terminado: todavía pasa cada día atravesado por el miedo, y cada noche envuelto en pesadillas. Envidia incluso a Duncan, que ahora duerme pacíficamente en su tumba. Lady Macbeth le advierte que simule estar alegre frente a sus invitados en la cena y trata de consolarlo recordándole que Banquo y Fleancio no son inmortales. Macbeth le responde diciéndole que esa noche "estará terminado todo" (59), pero no entra en detalles.

Acto tercero, Escena III

A los dos sicarios se une un tercero, que afirma que Macbeth también lo contrató. Se escuchan caballos acercándose y entran Banquo y Fleancio. Los asesinos atacan a Banquo pero Fleancio logra escapar. Los asesinos se van para reportarse con Macbeth.

Acto tercero, Escena IV

Ya en el banquete, llega un asesino y se reporta con Macbeth justo cuando comienzan a llegar los invitados a la cena. Le informa a Macbeth que Banquo está muerto, pero Fleancio ha escapado. Sobresaltado, Macbeth le agradece por lo que ha hecho y organiza otra reunión para el día siguiente. El asesino se va y Macbeth regresa a la fiesta.

Mirando a los invitados, Macbeth declara que el banquete sería perfecto si Banquo estuviera presente. En este punto, aparece el fantasma de Banquo y toma el asiento de Macbeth. Los invitados instan a Macbeth a sentarse y comer con ellos, pero él dice que la mesa está llena. Cuando Lennox señala el asiento vacío de Macbeth, Macbeth se sorprende al ver el fantasma de Banquo. Se dirige a este, negando el crimen. Los invitados, confundidos por su comportamiento, piensan que está enfermo. Lady Macbeth los tranquiliza, contándoles que ha tenido ataques similares desde la juventud y que pronto estará bien. Aparta a Macbeth e intenta calmarlo, afirmando que lo que ve "son sombras que finge el miedo" (62), como la daga que vio antes. Ignorándola, Macbeth le pide al fantasma que hable, pero este desaparece. Tras ser regañado por Lady Macbeth, Macbeth regresa con sus invitados y les dice que no tienen por qué preocuparse.

Justo cuando se reanuda la fiesta y Macbeth ofrece un brindis por Banquo, el fantasma vuelve a aparecer. Mientras Macbeth vuelve a estallar en un discurso dirigido al fantasma, Lady Macbeth intenta suavizar las cosas con los invitados. Luego de que el espectro desaparece, Macbeth se pregunta cómo hacen sus invitados para "contemplar tales apariciones sin que vuestro rostro palidezca" (63). Ross le pregunta de qué apariciones habla. Antes de que pueda responder, Lady Macbeth les pide a los invitados que se vayan. A solas con su esposa, Macbeth expresa sus profundas ansiedades y anuncia que volverá a consultar a las tres brujas.

Acto tercero, Escena V

En el páramo, las brujas se encuentran con Hécate, la reina de las brujas, que las regaña por entrometerse en los asuntos de Macbeth sin haberla consultado. Les anuncia que Macbeth las visitará al día siguiente y les ordena que organicen un espectáculo más dramático para él.

Acto tercero, Escena VI

Lennox y otro señor discuten sobre política. Lennox comenta sarcásticamente las recientes muertes de Duncan y Banquo. Sugiere que parece inverosímil que Malcolm y Donalbain sean tan inhumanos como para haber matado a su padre. Además, el asesinato de los guardaespaldas por parte de Macbeth parece haber sido muy conveniente, ya que probablemente habrían negado el regicidio. Lennox propone que si Malcolm, Donalbain y Fleancio hubieran caído en manos de Macbeth, probablemente también estarían muertos. Además, revela que, como Macduff no asistió a la fiesta de Macbeth, ha sido denunciado. El señor con quien Lennox habla comenta que Macduff se ha unido a Malcolm en la corte inglesa. Aparentemente, los dos hombres le han pedido a Suardo que lidere un ejército contra Macbeth. Lennox y el señor envían sus oraciones a Macduff y Malcolm.

Análisis

El tema de "ser un hombre" se repite cuando Macbeth se dirige a los sicarios. Cuando Macbeth les pregunta si tienen el coraje de matar a Banquo, estos responden "¡Oh rey! Somos hombres" (III, i, 57). Pero su respuesta no satisface a Macbeth, que les exige no ser, entre los hombres, "de los últimos y más abyectos" (57). Macbeth, por lo tanto, utiliza las mismas tácticas de persuasión que su esposa usó para convencerlo de matar a Duncan. Pero, ¿qué significa, exactamente, "ser un hombre"? Tanto Macbeth como su esposa parecen tener una idea clara de qué constituyen acciones propiamente masculinas. En el Acto primero, Lady Macbeth sugiere que la masculinidad es en gran parte una cuestión de crueldad: uno debe estar dispuesto a estallar los sesos contra la tierra del propio hijo (45).

Lady Macbeth no es el único personaje que valora la crueldad como un rasgo masculino. Duncan también evalúa la acción heroica en una escala bastante sangrienta. Cuando el escudero describe cómo Macbeth "le corta la cabeza [a Macdonald] y la clava en nuestras empalizadas" [I, ii, 34], Duncan responde con grandes elogios. Un "verdadero hombre" en Macbeth, entonces, es uno capaz de derramar abundante sangre sin remordimiento. El truco, por supuesto, es que el derramamiento de sangre debe estar justificado. Mientras que Macbeth no necesita ninguna razón para matar a Macdonald en la batalla, los dos sicarios requieren la justificación de que Banquo es un hombre malvado.

En cuanto a los términos del asesinato, Macbeth les advierte a los asesinos: "No dejéis indicio alguno del crimen" (III, i, 58). Macbeth necesita claridad, es decir, despejar de sospechas, pero también limpiarse mental y físicamente. El tema de las manchas y la limpieza está presente a lo largo de la obra. Desde el lamento de Macbeth acerca de que "no bastaría todo el océano para lavar la sangre de mis dedos" (II, ii, 49), pasando por sus indicaciones a los asesinos en este Acto, hasta el famoso discurso de "Lejos de mí esta horrible mancha! (V, i, 81) en el Acto quinto, los Macbeth están atormentados por la idea de que estar manchados para siempre. Incluso cuando Macbeth ha logrado que Banquo sea asesinado prudentemente lejos de su palacio, la sangre derramada aún regresa para perseguirlo. Cuando el asesino aparece para reportar que ha asesinado a Banquo con éxito, Macbeth observa: "Traes manchada la cara de sangre" (III, iv, 61). La sangre en sí misma sirve de señal y recordatorio de la culpabilidad de los Macbeth, enloqueciendo en última instancia a Lady Macbeth.

El asesinato de Banquo en sí hace uso de un tema común en las obras de Shakespeare: el contraste entre la luz y la oscuridad. Mientras los asesinos esperan a que Banquo y Fleancio se acerquen, uno de ellos observa que el sol se está poniendo. Esto no es una coincidencia: Banquo sirve como un luminoso contraste con la oscura noche que acompaña el ascenso al poder de Macbeth. Es un hombre que no permite que sus ambiciones eclipsen su conciencia. En el momento en que muere, por lo tanto, es apropiado que el último remanente de luz solar se desvanezca. Tal simbolismo se ve reforzado por el hecho de que Banquo y Fleancio se acercan a los asesinos llevando una antorcha. La luz de las antorchas es lo primero que ven los asesinos. Y una vez finalizado el hecho, el tercer asesino pregunta: "¿Por qué mataste la luz?" (III, iii, 60). En el mismo momento en que muere el bueno y amable Banquo, la luz se extingue.

Otro aspecto del asesinato de Banquo ha intrigado a generaciones de estudiosos: ¿quién es el tercer asesino? Algunos creen que es Lady Macbeth, quien expresó curiosidad por los planes de Macbeth en la escena II. Otros creen que es el propio Macbeth, que no podía confiar completamente en los asesinos. Los tres asesinos podrían incluso ser las tres brujas disfrazadas. En cualquier caso, la introducción de un tercer sicario redondea el número de asesinos para balancearlo con las tres brujas. Hay poder en el número tres: Macbeth se encuentra con tres brujas, comete tres asesinatos por separado y ve tres apariciones. El número tres se repite a lo largo de la obra, lo que se suma a su atmósfera misteriosa y mágica.

Finalmente, una de las escenas más convincentes de Macbeth tiene lugar en el banquete encantado por el fantasma de Banquo. Una vez más, los límites entre lo realista y lo sobrenatural se desdibujan cuando el fantasma de Banquo aparece dos veces, en ambos casos, en el momento exacto en que Macbeth lo menciona. Parece que la sombra de Banquo acompaña la idea de Banquo en la mente de Macbeth. El fantasma parece más una manifestación de una idea, un producto de la imaginación, que un fantasma "real". Lady Macbeth dice lo mismo cuando aparta a Macbeth: “¡Sombras que finge el miedo!" Es como aquel puñal que decías que te guiaba por el aire cuando mataste al rey Duncan" (III, iv, 62). Al igual que el puñal, el fantasma de Banquo parece ser una manifestación de la culpa de Macbeth. Incluso si la aparición es sobrenatural, el evento es muy real para Macbeth.