Luces de bohemia

Luces de bohemia Símbolos, Alegoría y Motivos

La hora crepuscular (Símbolo)

Es el momento del día en que se inicia la obra. Esta hora alude simbólicamente a una fase declinante que precede y anuncia el final de algo. En este caso, alude a la vida de Max Estrella, que está llegando a su final, y sirve como anuncio de su muerte.

La serpiente (Símbolo)

La serpiente, en occidente, sobre todo para el cristianismo, es un símbolo del mal. En la Escena Segunda de la obra, Max Estrella y Don Latino se presentan en la tienda de Zaratustra para intentar deshacer el trato de la venta de unos libros, puesto que el comerciante ha dado por ellos una escasa suma de dinero. La acotación presenta a Zaratustra vistiendo una bufanda "verde serpiente" (p.245), con lo cual se le atribuye simbólicamente maldad al personaje. En este caso, puede referirse a que sus tratos son injustos, o a su astucia para beneficiarse con ellos.

Las sombras y la oscuridad (Símbolos)

La oscuridad y las sombras descritas en las acotaciones de los diversos escenarios de esta obra funcionan como un símbolo de la miseria que prevalece en la sociedad española de la época. Generalmente, las acotaciones muestran lugares sombríos o en penumbras. Por ejemplo, se describe la taberna de Pica Lagartos como un "Zaguán obscuro con mesas y banquillos", y se presenta a Máximo Estrella y Don Latino como "sombras en las sombras de un rincón" (p.250). Como observamos en esta cita, en algunas ocasiones los personajes también se describen como sombras. En este caso, las sombras representan simbólicamente una forma de vida bohemia que está en decadencia, y de la cual estos personajes son representantes.

El suicidio (Motivo)

El suicidio es un motivo que se repite a lo largo de la obra. En el diálogo que abre la Escena Primera, Max Estrella lo propone como solución a las miserias económicas que padecen él y su familia: "Podemos suicidarnos colectivamente" (p.241). Esto también puede ser visto como un presagio de lo que pasará al final de la obra. En la Escena Undécima, Max acusa a Don Latino de canalla y le dice: "Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo" (p.290). Lo que le propone es suicidarse en un viaducto, en donde era relativamente frecuente que fueran los suicidas en Madrid. Por último, al final de la obra, después de la muerte de Max, el periódico informa que dos mujeres han muerto asfixiadas por el tufo de un brasero. Esta era una forma de suicidio que planteaba Max en la Escena Primera : "Con cuatro perras de carbón, podíamos hacer el viaje eterno" (p.241) (se refiere al humo del carbón de un brasero). De las mujeres no se dice el nombre, pero se sugiere que son la esposa y la hija de Max Estrella.

El décimo de lotería (Motivo y Símbolo)

El décimo de lotería es un elemento presente en varios momentos de la obra. Se convierte en un motivo importante, ya que desencadena una serie de acontecimientos. En primer lugar, en la Escena Tercera, Max se ve obligado a empeñar su capa para poder comprarlo. Dado que, cuando intenta hacerlo, Enriqueta La Pisa Bien (la portadora del décimo) ya se ha ido de la taberna donde se encontraban, Max y Don Latino caminan en su búsqueda. La encuentran en la puerta de La Buñolería y Max compra el décimo. Varias veces La Pisa Bien vaticina que el número saldrá ganador porque es capicúa. En la Escena Duodécima, Don Latino se lleva la cartera de Max, donde tiene el décimo de la lotería, cuando el poeta está agonizando. En la Escena Última se descubre que el número ha resultado ganador, porque Don Latino se presenta en la Taberna de Pica Lagartos con mucho dinero.

El décimo funciona también como un símbolo de la veleidosa fortuna, que favorece a unos u otros azarosamente. Para muchos personajes en esta obra representa la posibilidad de cambiar su suerte y salir de la miseria en que viven.