Los pazos de Ulloa

Temas

El caciquismo

Tras la Revolución de 1868, Isabel II fue obligada a deponer la corona tras la presión de los grupos anti-monárquicos; la profunda inestabilidad política derivada de estos hechos daría espacio a la creación de un plebiscito y a la convocatoria de elecciones generales, donde el caciquismo (única forma en que el poder se extendía a las zonas rurales) cobraría el mayor protagonismo, filtrándose, inclusive, a la literatura.[3]​ Los Pazos de Ulloa explora los porqués del caciquismo y sus consecuencias entre los paisanos de menor rango.[4]​

La vida rural

La oposición entre entorno rural/urbano se refleja en la novela a través de las dos mujeres de Pedro. Sabel, la amante de Pedro e hija de Primitivo, es descrita como "la reina de aquella pequeña corte" que refleja su propio poder en la aldea. Aunque Sabel es una mujer, ella trabaja dentro de los límites de su sexo para controlar todo lo que puede. Usa su sensualidad para ganar control en la aldea. Por ejemplo, después del casamiento de Pedro con Nucha, ella todavía sigue teniendo relaciones con él como medio para mantener su posición. Este control muestra el papel más dominante que tiene Sabel en comparación con las otras mujeres en la novela. Nucha es lo opuesto a Sabel en su papel; es una mujer típica de esta época: es la pintura de inocencia; Julián recomienda a Nucha como esposa de Pedro porque ella es la mejor de las hermanas desde el punto de vista religioso. Julián dice que ella es "el tipo ideal de la bíblica esposa".[5]​ En el entorno corrupto e inmoral de la aldea, Nucha se marchita hasta perder la vida: es el triunfo de la Naturaleza sobre la Religión.

Las clases sociales

Son conocidas las ideas de Emilia Pardo Bazán con respecto a la clase social a la que pertenece y al desprecio que manifiesta hacia las clases inferiores. Julián se hace eco de estas opiniones en algunos episodios de Los Pazos de Ulloa; así, cuando increpa al marqués por mantener relaciones con una simple criada (cap. VIII), no censurando tanto el hecho pecaminoso, como la clase de la persona con quien se lleva a cabo; por eso le aconseja ir a Santiago donde hay «tantas señoritas buenas y honradas» y podrá casarse «con persona de su esfera».[6]​ 22

El determinismo

Lo fundamental del naturalismo de Pardo Bazán es precisamente la no aceptación del determinismo filosófico, que es precisamente lo que da su razón de ser al naturalismo. Al determinismo naturalista opone Pardo Bazán el realismo, concebido como eclecticismo, tan caro a ella:

Si es real cuanto tiene existencia verdadera y efectiva, el realismo en el arte nos ofrece una teoría más ancha, completa y perfecta que el naturalismo. Comprende y abarca lo natural y lo espiritual, el cuerpo y el alma, y concilia y reduce a unidad de oposición del naturalismo y del idealismo racional. En el realismo cabe todo, menos las exageraciones y desvaríos de dos escuelas extremas y por precisa consecuencia, exclusivistas.[7]​

El resto es mera repetición: se rechaza la pornografía, se acepta el elemento científico (no determinista), aprueba el lenguaje bajo, popular, y la presencia de escenas violentas, incluso escabrosas, pero solo hasta ciertos límites, respetando el decoro lingüístico, admite el método experimental, etc.


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