La vida de Lazarillo de Tormes

La vida de Lazarillo de Tormes Metáforas y Símiles

"No había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno" (Tratado Primero, p. 30) (Símil)

Esta comparación le sirve a Lázaro para mostrar cuánto gusto ha tomado por el vino. La comparación es cómica porque exagera el modo en que Lázaro sorbe el vino con la paja.

"A costa ajena comía como lobo." (Tratado Segundo, p. 43) (Símil)

Esta comparación subraya la hipocresía del clérigo en el Tratado Segundo. Para ocultar su mezquindad le dice a Lázaro que los sacerdotes deben beber y comer poco, pero cuando asiste a los velatorios come con voracidad.

"Abro mi paraíso panal" (Tratado Segundo, p.45) (Metáfora)

Lázaro pasa peores necesidades con el segundo amo que con el primero. Por eso, cuando consigue la llave del arcaz donde el clérigo guarda el pan, utiliza esta metáfora hiperbólica para describir lo que encuentra ahí. El baúl con los bodigos es una salvación para él; por eso utiliza la imagen del paraíso. De todos modos, es curioso que utilice una imagen religiosa asociada a una serie de situaciones irreverentes que lo han llevado a abrir el arca. Primero, los panes son ofrendas que los fieles hacen a la iglesia. Segundo, ha debido mentir para conseguir la llave del calderero. En tercer lugar, lo que hace Lázaro es robar el pan de su amo. La serie de actos cuestionables en los que han incurrido tanto amo como mozo contrastan con la metáfora del paraíso utilizada aquí.

"Me era luz el hambre" (Tratado Segundo, p.48) (Metáfora)

Esta metáfora establece una comparación entre el hambre y la guía o inspiración. El hambre agudiza el ingenio o astucia para encontrar soluciones y no morir a causa de ella. A lo largo de la obra, el hambre sirve de motor vital para Lazarillo. A medida que las dificultades aumentan, el protagonista va a desarrollar nuevas trampas para sobrevivir.

“¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y obscura, a la casa donde nunca comen ni bebe!” (Tratado Tercero, p. 69) (Metáfora)

Esta metáfora aparece en el Tratado Tercero cuando Lázaro intenta llegar a la plaza para comprar comida. En el camino se cruza con una corte fúnebre y la mujer del muerto llora y pronuncia estas palabras. La mujer se pregunta dónde llevan a su marido y utiliza esta metáfora para referirse a la muerte y a la sepultura. Lázaro interpreta incorrectamente sus palabras, porque la casa del escudero también es oscura y en ella no se come ni se bebe. Esa confusión, que surge de la interpretación literal de la metáfora, da comicidad el episodio.