La señora Dalloway

Análisis

La novela por sí misma se preocupa de numerosos temas. Prominentemente son ciertamente, el feminismo y la locura, en los personajes aparejados de Clarissa Dalloway y Septimus Warren Smith. Como un comentario en la sociedad entre guerras, el personaje de Clarissa remarca el rol de las mujeres como el proverbial "Angel en la Casa" y personifica la represión sexual y económica. Septimus, como el héroe de guerra traumatizado, opera como una afilada crítica del tratamiento de la locura y la depresión. Woolf azota al discurso médico a través del deterioro de Septimus y su suicidio final. Similitudes entre la condición de Septimus y las propias peleas de Woolf con la depresión maniaca (Ambos alucinan que las aves cantan en griego, y Woolf alguna vez intentó lanzarse por una ventana como Septimus finalmente hace) llevan a muchos a leer un aspecto fuertemente autobiográfico en el personaje de Septimus. En definitiva, la novela sirve como comentario en un amplio espectro de temas, desde el colonialismo (en Peter Walsh), el comercialismo y la medicina, hasta el feminismo, la bisexualidad (Sally Seton), y la política.

Adoptando el recurso del argumento usado por James Joyce en Ulises, la narrativa presente en La señora Dalloway está diseñada como la secuencia de un solo día de junio. La novela abre convencionalmente con la oración, 'La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores' (3). Este es el evento exterior, tomando prestada la terminología de Eric Auerbach en su ensayo sobre Woolf, 'The Brown Stocking' (publicado por primera vez en 1946) que la presenta como una escritora modernista, por excelencia, en que inmoviliza la historia que sigue. Lo que sigue, sin embargo, es una zambullida en el pasado de Clarissa Dalloway y dentro de sus memorias del aire abierto en Bourton donde pasó su adolescencia mucho antes de que se convirtiera en la señora Dalloway. Sus recuerdos de esos tiempos la llevan a pensar en Peter Walsh como era entonces: recuerda sus palabras ¿Reflexionando entre los vegetales?, o algo así, no puede ser exacta. Pero también piensa en él en el presente: 'Estaría de vuelta de la India uno de esos días, junio o julio, olvidó cuál' (2-3). Un párrafo después, está de vuelta en la calle, esperando que pase la furgoneta de Durtnall para poder cruzar la calle e ir a comprar las flores. Ya es de por sí aparente en esos párrafos inaugurales que el pasado está íntimamente involucrado con el presente. El pasado no es sólo el antecedente del presente, se convierte parte de él por virtud de la asociación de Clarissa de la frescura de la mañana de junio con Bourton y Peter. La fluidez del movimiento entre el pasado y el presente, lo cual suaviza y empaña las líneas de su oposición tradicional, es enfatizada por la igual vaguedad del recuerdo de Clarissa de las palabras de Peter en Bourton: '¿Reflexionando entre los vegetales?'--¿Qué era eso?--Prefiero hombres a las coliflores'--¿Qué era eso?' y su indecisión sobre el mes de su regreso de la India, 'junio o julio, olvidó cuál'.

En esta novela, todas las acciones (excepto los flashbacks) ocurren durante un solo día en el mes de junio. El recurso que Woolf maneja es el fluir de la consciencia el cual se basa en que cada escena es seguida de cerca a través de los pensamientos de un personaje particular. En varias ocasiones, una misma escena presenta diferentes puntos de vista haciendo que los monólogos interiores se intercalen, como ocurre cuando varios personajes se encuentran en la misma plaza (sin conocerse entre sí) reflexionando uno sobre el otro. A lo largo de toda la novela Woolf pasa del discurso directo al indirecto alternando la narración con descripciones y comentarios de un narrador omnisciente, agregando monólogos interiores, diferentes puntos de vista de al menos veinte personajes diferentes. Sin embargo, la novela se enfoca en Clarissa Dalloway y en Septimus.

Durante la fiesta de la señora Dalloway, ésta se entera del suicidio de Septimus, del que nunca había oído hablar. Al principio se horroriza de que dicho tema tenga lugar en ese momento pero luego, gradualmente, comienza a admirar el acto de este extraño, considerándolo como una muestra del esfuerzo para preservar la pureza de la felicidad. El plan original que Virginia Woolf tenía para esta novela era hacer que Clarissa se suicidase durante la fiesta.


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