La Fiesta del Chivo

Personajes

Presente

Urania Cabral y su padre Agustín Cabral son presentados ambos tanto en tiempo presente como pasado. En el año 1996, Urania regresa a República Dominicana por primera vez desde que abandonó el país con 14 años. Ella es ahora una importante abogada radicada en Nueva York y que ha pasado los últimos 35 años tratando de olvidar traumas de su niñez, algo que busca con una fascinación académica de la cultura dominicana y de la historia durante la era trujillista. Urania está profundamente acomplejada por los eventos de su pasado, y se decidió a enfrentar a su padre Agustín con respecto a su participación en tales hechos. Urania visita a su padre, y lo encuentra débil por la edad y por un grave accidente, tanto que apenas puede notar su presencia y está incapacitado de responderle, dejándola hablar como si fuera un monólogo. Agustín escucha, sin poder hacer nada, a Urania rememorar su pasado como «Cerebrito Cabral», un importante miembro del círculo íntimo de Trujillo, y su caída en desgracia. Urania detalla el papel de Agustín en los eventos que llevaron a ella a ser violada por Trujillo, y su subsecuente trauma emocional y celibato.[13]​ El personaje de Agustín en el presente de la novela sirven como caja de resonancia para los recuerdos de Urania sobre la era de Trujillo y los eventos que rodearon la desgracia Agustín Cabral y el escape de ella. Sus únicas respuestas son mínimas y no vocales, a pesar del fervor acusativo de Urania y de la enormidad de los hechos durante la era de Trujillo.

Trujillismo

El dictador dominicano, figura central de La fiesta del chivo, Rafael Leónidas Trujillo.

Rafael Trujillo, conocido como el Chivo, el Jefe y el Benefactor, es un personaje con elementos ficticios pero basado en el verdadero dictador de República Dominicana entre 1930 y 1961, oficialmente como Presidente de la República sólo entre 1930 y 1936, y, nuevamente, de 1943 y 1952.[14]​ En La Fiesta del Chivo, Vargas Llosa imagina los pensamientos del dictador y cuenta las últimas horas de El Chivo desde su propia perspectiva.[15]​ Trujillo lucha contra el envejecimiento y problemas de incontinencia e impotencia de origen psicológico.[16]​ A través de eventos ficticios y un narrador en tercera persona, el lector se encuentra inmerso en el hombre que, durante sus «treinta y un años de crímenes políticos horribles»,[9]​ modernizó la infraestructura del país y sus fuerzas armadas, pero que sus ataques a enemigos en el extranjero (particularmente el intento de asesinato de Rómulo Betancourt, presidente de Venezuela) llevaron a la imposición de sanciones económicas contra la República Dominicana por parte de la Organización de Estados Americanos en la década de 1950.[17]​ El resultado fue una debacle económica que, junto con otros factores, llevaron a la CIA a apoyar el complot que acabó con la vida de Trujillo el 30 de mayo de 1961.[14]​

Trujillo tiene como figura y simpatizante a Johnny Abbes García, la cabeza del Servicio Inteligencia Militar (SIM), un hombre brutal al que se lo indica como responsable de «desapariciones, ... ejecuciones, ... súbitas caídas en desgracia».[18]​ Abbes y sus oficiales de inteligencia son conocidos por su crueldad, particularmente por el hábito de matar disidentes arrojándolos al mar para que sean devorados por los tiburones.[19]​ El coronel Abbes «...puede ser un demonio; pero al Jefe le sirve: todo lo malo se lo atribuye a él y Trujillo sólo lo bueno».[20]​ El hijo de Trujillo, Ramfis Trujillo, es un leal servidor de su padre. Luego de intentar fallidamente estudiar en Estados Unidos, Ramfis regresa al país para servir en el ejército. Es un reconocido mujeriego. Luego de la muerte de Trujillo, Ramfis se encarniza en buscar venganza, incluso llegando al extremo de torturar a su tío político, el general José Román, por su participación en el complot del asesino.

Joaquín Balaguer, el presidente títere de Trujillo, es uno de los simpatizantes del régimen, e inicialmente mostrado como un personaje inocuo sin poder real. Tras la muerte de Trujillo, la calma y serenidad de Balaguer dan un giro, y el general Román comenta sobre él que es un hombre insignificante, visto como un empleado, una figura puramente decorativa, que comienza a adquirir sorpresivamente autoridad.[21]​ Esta es la figura de Balaguer en los últimos capítulos del libro.

Conspiradores

La línea narrativa que concierne al asesinato primariamente sigue a los cuatro conspiradores que participaron directamente en la muerte de Trujillo. Antonio Imbert Barrera es uno de los cuatro conspiradores que sobreviven a las violentas represalias del asesinato. Imbert es un político que está desilusionado por la crueldad y decepción del régimen de Trujillo. Su primer plan para matar a Trujillo fue frustrado por el intento de fuerzas paramilitares cubanas de derrocar el régimen. Convencido de la dificultad de la tarea, Imbert debe unirse a los otros conspiradores de la muerte de Trujillo, como Antonio de la Maza, uno de los guardias personales de Trujillo. El hermano de Antonio es asesinado como parte de un montaje llevado a cabo por el gobierno y Antonio jura venganza contra Trujillo; Salvador Estrella Sadhalá, conocido como «Turco», es un devoto católico quien, indignado por los crímenes trujillistas ofensivos al catolicismo, promete atacar a Trujillo. La preocupación de Turco pasa a ser luego que el régimen no torture a su familia como respuesta al asesinato. Tanto Turco como su hermano inocente, son torturados durante un mes. Su padre permanece fiel al trujillismo y reprocha personalmente a Turco. A pesar de todo, Turco rehúsa suicidarse y no pierde la fe en Dios. Es posteriormente ejecutado por Ramfis y otros sujetos de importancia del gobierno. El amigo íntimo de Turco, Amado García Guerrero, conocido como Amadito, en un teniente del ejército que debe abandonar a su prometida como una prueba de lealtad hacia Trujillo, y luego es forzado a matar al hermano de su amada, en ese mismo sentido. El disgusto de Amadito consigo mismo y la desilusión con el régimen lo llevan a colaborar en la conspiración. Luego del asesinato, se esconde con de la Maza y muere durante un enfrentamiento. Posteriormente al asesinato, Amadito y Antonio de la Maza eligen enfrentarse a los miembros del SIM que los persiguen para arrestarlos, optando por morir combatiéndolos que ser capturados y luego torturados.


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