Hombres necios que acusáis

Hombres necios que acusáis Resumen y Análisis Resumen y Análisis

Resumen

"Hombres necios que acusáis" es un poema breve de Sor Juana Inés de la Cruz incluido en la sección "Redondillas" de su primer libro, Inundación Castálida, publicado en España en 1689. La aclaración inicial que se encuentra justo antes del poema propiamente dicho explica el tema general de los versos siguientes: se sostiene que los hombres tienen una actitud inconsecuente porque castigan a las mujeres por actitudes que ellos mismos provocan. De inmediato, las primeras dos estrofas acusan a los hombres de necios porque quieren tener sexo con las mujeres, pero al mismo tiempo las acusan de inmorales justamente por tener relaciones sexuales. La voz lírica se dirige, ya desde el primer verso, directamente a los hombres; el poema los interpela.

Luego se presenta la dinámica de las relaciones entre hombres y mujeres como una guerra. El poema enuncia que ellos las buscan de manera combativa y ellas les ofrecen resistencia. Ellos las solicitan, las pretenden, las buscan, les insisten, pero las que finalmente tienen sexo con ellos son acusadas de livianas, fáciles, inmorales. Por su parte, las que se niegan son tratadas de ingratas, crueles o maltratadoras. El poema exhibe que las mujeres son víctimas de esta dinámica; nunca pueden salir ganando.

A lo largo del poema el yo lírico compara a los hombres con niños; los tilda de caprichosos, necios, contradictorios, locos, infantiles, arrogantes y pecadores. A su vez, celebra a las mujeres que no aceptan tener relaciones sexuales pecaminosas. Por el contrario, cree que aquellas que ceden ante el deseo sexual de los hombres son pecadoras, pero en realidad son ellos los principales responsables de ese pecado. Tanto es así, que se afirma que las prostitutas no son tan culpables como sus clientes, ya que ellos deciden activamente pagar por pecar. En sintonía, los versos finales vuelven a dirigirse directamente a los hombres para exigirles que asuman una postura coherente: la poeta pretende que dejen de solicitar a las mujeres para poder esperar de ellas un comportamiento moralmente adecuado.

Análisis

Este poema no tiene un título propiamente dicho, sino que usamos la frase de su primer verso para identificarlo. "Hombres necios que acusáis" pertenece al subgénero lírico de las redondillas debido a sus aspectos formales. Su patrón métrico y rítmico se mantiene constante en todo el poema. Así, cada una de sus diecisiete estrofas está formada por cuatro versos de arte menor, en este caso octosilábicos. Por su parte, la rima es consonante, porque los fonemas finales de los versos rimados coinciden por completo después de la última vocal acentuada, y abrazada, es decir que respeta el patrón a-b-b-a:

Hombres necios que acusáis (a)

a la mujer sin razón (b)

sin ver que sois la ocasión (b)

de lo mismo que culpáis (a)

Como queda expresado desde el comiezo, el poema gira en torno a la inconsecuencia de los hombres con respecto a las expectativas que tienen de las mujeres. La sexualidad aparece relacionada con la violencia y las interacciones entre los dos sexos son presentadas como una guerra: los hombres buscan a las mujeres de manera combativa, y ellas les ofrecen resistencia. Pero en esa guerra las mujeres tienen desventaja, hagan lo que hagan, nunca pueden salir ganando ya que si logran mantener su resistencia serán acusadas de maltratar y rechazar a los hombres, pero si finalmente tienen sexo, serán acusadas de inmorales: "a una culpáis por crüel / y a otra por fácil culpáis" (vv. 35-36). Es decir que, como consecuencia de la hipocresía masculina, para las mujeres, subordinadas a su lógica, solo existen dos alternativas contrapuestas: se comportan como Thais, es decir, como amantes, o como Lucrecia, o sea, como esposas recatadas y fieles. Como se ha mencionado, ninguna de las posturas es suficientemente buena para los hombres, que las critican y las castigan hagan lo que hagan.

Es preciso recordar que en el siglo XVII la cultura virreinal en América es dominada por los hombres y por lo masculino: ellos son las autoridades civiles y religiosas, son los únicos que tienen verdadero acceso al poder y al conocimiento. Al mismo tiempo, la moral cristiana es dominante y por lo tanto la sexualidad está muy controlada y regulada. Al exponer los deseos más desatados de estos hombres que incitan sexualmente a las mujeres, la poeta da cuenta de su falsedad como católicos ya que no respetan principios básicos de la religión. "Hombres necios que acusáis" es un poema sumamente osado y valiente en este contexto. El hecho de que una mujer -y todavía más, una religiosa- publicara una crítica tan fuerte, tan directa y tan bien argumentada contra los hombres, es decir, contra las personas más poderosas de su época, es una demostración de talento, inteligencia y coraje excepcional.

En ese sentido, como destaca el crítico especialista Jaime Martínez (1997), este poema tiene un carácter moral fundamental ya que rechaza un elemento estructural del sistema dominante y busca promover una transformación. Esta redondilla es una acusación, una denuncia, y, al mismo tiempo, una argumentación. De hecho, la nota aclaratoria que antecede los versos de Sor Juana, probablemente redactada por sus editores, resume el tópico central del texto: "Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan" (1997). La frase dice que el poema "arguye", es decir, que argumenta y demuestra.

Esto se refleja en la estructura del texto. Las primeras dos estrofas pueden pensarse como el planteo de la hipótesis: los hombres son inconsecuentes, necios, hipócritas, porque se quejan de las actitudes de las mujeres que ellos mismos provocan, esto es, esperan que estén disponibles sexualmente pero después las acusan de fáciles e inmorales. Luego, esta hipótesis es defendida desde la tercera estrofa en adelante con ejemplos y variaciones de la misma acusación. Finalmente, la última estrofa funciona como una conclusión que confirma la hipótesis. Aquí, la voz lírica es tan consciente de que desarrolla una argumentación que enuncia, usando la primera persona por primera y única vez: "Bien con muchas armas fundo" (v. 65), o sea que ella misma reconoce que defiende su postura muy bien y con muchas herramientas.

En cuanto al desarrollo argumentativo, es importante señalar que el poema recurre a las estrategias de la repetición y la redundancia, tiene una estructura acumulativa. En realidad, el poema no presenta una narración ni una serie extensa de conceptos sino que expone su idea única y principal en los primeros versos y luego la reitera a lo largo de sus diecisiete estrofas, con diferentes ejemplos y haciendo uso de diversas figuras retóricas. Plantea una única idea central (la hipocresía de los hombres y su doble estándar con respecto a la sexualidad femenina), "y todo el resto de la composición no es más que un insistir en la misma idea poniendo diversos ejemplos que confirman lo expuesto en las dos primeras estrofas" (Martínez, 1997). En ese sentido, se destaca el uso reiterado de algunos recursos retóricos, como el paralelismo y el retruécano, que juegan con la repetición de palabras o de estructuras sintácticas. Ambos procedimientos, incluso, llegan a combinarse en los mismos versos, como en el caso de "la que cae de rogada, / o el que ruega de caído?" (vv. 51-52). De esa manera, la redundancia aparece en el plano del contenido y también en el plano de la forma. Estas repeticiones son usadas a propósito, de modo consciente y estratégico, para alimentar la argumentación y la acusación que propone el poema; son formas de afianzar la noción de que los hombres son hipócritas.

En la misma línea, es preciso iluminar que este texto pertenece a la producción satírico-burlesca de la autora. La sátira es una tradición literaria muy antigua. Se trata de textos que establecen una crítica social de carácter ético o moral. Generalmente causan gracia -hasta risa- a través de la ridiculización de algún elemento o sujeto de la sociedad. La poesía satírica en lengua castellana es muy abundante, pero el texto de Sor Juana se destaca porque ridiculiza a los hombres, es decir, a los sujetos más poderosos de su época. El hecho de que su autora sea una mujer, y todavía más, una monja, representa una transgresión que evidencia tanto su talento como su valentía y osadía. En efecto, hay una extensa tradición de sátiras antifeministas en la literatura de lengua española, por lo que "Hombres necios que acusáis" pertenece a la tradición satírica, pero también la innova, porque propone una burla original y atrevida. La burla es especialmente eficaz y está muy marcada en la cuarta estrofa, cuando compara a los hombres con niños y dice que tienen pensamientos de locos. El poema tiene un carácter moral porque expone, explica y denuncia la hipocresía de los hombres y demuestra que es una característica de la estructura social de su época y su cultura. También, en las estrofas finales, propone una transformación social: "Queredlas cual las hacéis, / o hacedlas cual las buscáis" (vv. 59-60). En suma, les indica a los hombres que dejen de provocar el comportamiento sexualmente pecaminoso en las mujeres, o que, de lo contrario, dejen de castigarlas por ello.

Es curioso observar la posición del yo lírico al interior del poema con relación a los hombres y las mujeres. Por un lado, no hay ninguna marca gramatical que permita identificar el género de esa voz lírica. Esta es una característica recurrente en la poesía sorjuanina. Tal como afirma Octavio Paz, uno de sus estudiosos más célebres, la poeta tiene una tendencia a "neutralizar o trascender su sexo" (1982). Su escritura tiene tanto rasgos masculinos como elementos femeninos, muchas veces evita los adjetivos y los pronombres y se presenta como neutral o andrógina. Lo mismo sostiene Rosa Perelmuter, quien identifica "que Sor Juana a veces se expresa en voz masculina, y que a veces escoge una femenina, pero que la voz narrativa que predomina en sus poemas no se marca genéricamente como una u otra cosa" (2004). Eso es exactamente lo que ocurre en "Hombres necios que acusáis". De hecho, el yo lírico se dirige a los hombres usando la segunda persona ("vosotros") y se refiere a las mujeres usando la tercera persona ("ellas"). De esa manera, no parece pertenecer a ninguno de los dos grupos.

Sin embargo, la denuncia en sí misma nos permite pensar que la voz lírica se identifica con las mujeres a las que defiende. Esto hace eco, a su vez, de la defensa de los derechos de las mujeres que la escritora lleva a cabo a lo largo de toda su vida y que expresa en diferentes textos literarios, sobre todo en cuanto a la igualdad de condiciones intelectuales de ambos sexos (dentro del esquema binario propio de la época). Se destaca así un verso que en una primera lectura rápida puede parecer insignificante: en la decimoprimera estrofa, el yo lírico deja filtrar su subjetividad con especial fuerza y enuncia "bien haya la que no os quiere" (v. 43). Se trata de una felicitación, una celebración de las mujeres que mantienen su decencia cristiana y se niegan a tener sexo con los hombres que las solicitan pecaminosamente. Del mismo modo, aunque cree que las mujeres también pecan cuando se disponibilizan sexualmente para los hombres ("aunque cualquiera mal haga", v. 54), el poema sostiene que son ellos los verdaderos responsables de ese pecado. Tanto es así, que se afirma que las prostitutas no son tan culpables como sus clientes, ya que ellos deciden activamente pagar por pecar, mientras que ellas son víctimas de la situación, lo hacen por necesidad o se ven forzadas, de acuerdo con este poema.

Como se ha mencionado, la desigualdad entre los hombres y las mujeres es muy pronunciada en el período en que vive y escribe la autora. Es por ello que la hipocresía masculina resulta particularmente peligrosa: los hombres son los sujetos más poderosos de la cultura de la época, entonces, su visión del mundo (y en este caso, su concepción de las mujeres y lo que esperan de ellas), afecta directamente a la sociedad en su conjunto. El poema denuncia que, dada la inconsecuencia de los hombres y su doble estándar sexual, la sociedad entera está condenada a funcionar de manera incorrecta, inmoral. Sin embargo, la poeta no solo denuncia esta situación injusta, sino que también propone una solución en las estrofas finales, una transformación social que se desprende del cambio que les ordena a los hombres. Usa verbos en modo imperativo y les indica que deben asumir una postura coherente: "Dejad de solicitar, / y después, con más razón, / acusaréis la afición / de la que os fuere a rogar" (vv. 61-64). Este sería un funcionamiento social acorde a los mandatos divinos, en oposición a la actitud hipócrita de los hombres, contraria a la voluntad de Dios, ya que reune "diablo, carne y mundo" (v. 68), es decir, lo diabólico y lo carnal, las tentaciones y pecados del ser humano. En sintonía con el pensamiento sorjuanino en general, este poema propone una concepción social dentro del marco de los valores cristianos.