"Fiesta en el jardín" y otros cuentos

"Fiesta en el jardín" y otros cuentos Imágenes

La luz y la oscuridad

En varios cuentos de esta selección son importantes las imágenes de la luz, y su mención suele estar relacionada con una intención del narrador de reflejar en ese elemento el sentimiento de algún personaje. Por ejemplo, en "Una taza de té", la protagonista sale de un negocio y el narrador describe lo que ve: "las lámparas, encendidas hacía poco, daban una luz triste. También eran tristes las lámparas en las casas de enfrente. Quemaban débilmente como si echaran algo de menos” (p.546). En este caso, la tristeza o la angustia aparecen asociadas a la debilidad de la luz, a su baja intensidad. El símil que culmina la frase deja traslucir perfectamente el estado de ánimo de la protagonista: es ella la que echa algo de menos -una falta sustancial entre tanta abundancia material-, pero proyecta esa emoción fuera de sí y se la adjudica a las lámparas de las casas, volcando en la debilidad de sus llamas su propia fragilidad.

Algo similar sucede en "La señorita Brill", cuando el narrador describe la oscuridad del cuarto de la protagonista al final del relato. En este caso, también se trata de la exteriorización de una emoción, y la falta de luz del cuarto resulta la proyección del estado de ánimo de la protagonista. El narrador enfatiza en su soledad de la señorita Brill, que habita en una realidad dolorosa, y solo encuentra felicidad en la fantasía que enarbola los domingos en el parque. La absoluta falta de luz es una imagen que representa que ausencia de felicidad, que parece haber terminado para siempre, en la medida en que acaba de destruirse su delicada ilusión.

Los lujos

En la mayoría de los cuentos de Mansfield, los personajes principales forman parte de las clases altas. Muy probablemente, la elección de ese universo por parte de la autora responda a su propia familiaridad con él, criada en el seno de una familia de ese tipo en Nueva Zelanda. Los narradores de los cuentos no dejan de recurrir imágenes de abundancia, con flores, vestidos, sombreros, banquetes, regalos, pieles, que evocan constantemente la imaginería del lujo.

Estas imágenes aparecen, más que nada, en cuentos como "Fiesta en el Jardín", "La casa de muñecas" y "Una taza de té", y la belleza del lujo suele contrastar con emociones o sentimientos de menor gracia. Por ejemplo, Laura Sheridan, hija de una familia acomodada, siente compasión por la muerte de un hombre pobre hasta que la distrae "su agraciada figura juvenil reflejada en el espejo, el sombrero negro engalanado de doradas margaritas y una larga cinta de terciopelo negro" (p.383). La protagonista de "Una taza de té", por su parte, invita a tomar el té a una mujer mendiga, y frente a ella quiere mostrarse sencilla, haciéndola entrar "a su inmensa y maravillosa habitación. Las cortinas estaban corridas, y el fuego de la chimenea saltaba y se reflejaba en sus hermosos muebles de laca, en sus almohadones dorados y en las alfombras de un tenue amarillo y un pálido azul" (p.548). También el narrador de "El veneno" quiere confiar en que la mujer a quien adora lo corresponde en sentimiento, pero, al contrario, se siente como si lo hubiera "herido aquel fulgor de plata que temblaba encima del mantel blanco, en los vasos brillantes, en las fresias del jarrón" (p.836).

Las flores

En la mayoría de los relatos se hacen presentes abundantes descripciones de rosas, lirios, lilas, karakas, petunias; toda clase de flores. En muchos casos, estas están asociadas a la belleza que hace posible el lujo en aquellos personajes de clase alta. También aparecen asociados a la nostalgia propia de la belleza efímera.

En "Fiesta en el Jardín", por ejemplo, las imágenes de flores contribuyen a crear la atmósfera elegante del festejo de una familia pudiente:

Y uno tenía también la sensación de que las rosas habían comprendido que eran las únicas flores que realmente impresionan a la gente que acude a un garden party; las únicas flores que todo el mundo reconoce sin miedo a equivocarse. Cientos, sí, literalmente cientos de ellas, se habían abierto durante la noche: los verdes rosales se doblaban bajo su peso como si aquella noche hubieran sido visitados por los arcángeles. (p.371)

Las flores suelen aparecer en abundancia, siempre en conjuntos. Así lo hacen también, por ejemplo, en el peral florecido que admira la protagonista de "Felicidad": "Berta veía, a pesar de la distancia, que no tenía ni un capullo ni un sólo pétalo marchito. Más abajo, en los arriates, los tulipanes rojos y amarillos parecían apoyarse en la oscuridad" (p.205).