El extranjero

El extranjero Resumen y Análisis Parte 1, Capítulo 5

Resumen:

Meursault recibe un llamado de Raimundo en la oficina y los invita a él y a María a pasar un día en la playa, en la cabaña de un amigo suyo. Luego, Raimundo le dice que lo sigue un grupo de árabes entre los que se encuentra el hermano de su ex-amante y le pide que, si los ve por el barrio, le avise.

Tiempo después, el patrón lo llama para hacerlo partícipe de un proyecto que está gestando: abrir una rama de la oficina en el exterior, en París, y quiere plantearle la posibilidad de un puesto de trabajo allí. Meursault le contesta que, en verdad, su vida en Argel no le disgusta del todo, y que vivir en París le es indiferente. El patrón le pregunta entonces si no le gustaría un cambio de vida, pero Meursault responde que nunca se cambia de vida o que, en todo caso, todas las vidas valen igual.

Al salir del trabajo se reúne con María, quien le propone casamiento. Meursault le responde que le es indiferente, pero que pueden casarse si eso es lo que ella desea. Esto turba a María, quien vuelve a preguntarle si la ama, a lo que Meursault responde que eso no significa nada. Finalmente, María le dice que sí, que quiere casarse, y el protagonista asiente. Meursault le cuenta entonces sobre su posible trabajo en París, y María le pregunta cómo es la ciudad, ya que le gustaría conocerla. El protagonista la describe como sucia, con patios oscuros y gente de piel blanca.

Durante la noche en su casa, lo visita el viejo Salamano, que no ha podido encontrar a su perro. En la perrera le han dicho que quizás lo ha aplastado un camión. Como Meursault no tiene sueño, charla con su vecino, y este entonces le cuenta su vida: se casó tarde, no fue feliz, de joven le interesó el teatro, pero finalmente entró a trabajar en los ferrocarriles, y no se arrepiente. Cuando murió su esposa, un colega le consiguió un perro, y él lo crió hasta envejecer juntos.

Al retirarse, Salamano extiende la mano y el protagonista se la estrecha por primera vez. Luego de este gesto, se retira a su apartamento.

Análisis:

El primer nudo que presenta el capítulo es la posibilidad que se le presenta al personaje de un ascenso laboral que le permitiría mudarse a París. Frente a esta propuesta, Meursault se muestra indiferente y se lo manifiesta a su jefe:

«Usted es joven y me parece que es una vida que debe de gustarle.» Dije que sí, pero que en el fondo me era indiferente. Me preguntó entonces si no me interesaba un cambio de vida. Respondí que nunca se cambia de vida, que en todo caso todas valían igual y que la mía aquí no me disgustaba en absoluto (p. 56)

Como sentencia irrevocable, el “nunca se cambia de vida” es, justamente, la postura del hombre absurdo frente a la vida: cuando se considera que no existe ninguna justificación para el mundo, el hombre queda solo y sin un sistema moral que lo centre y lo contenga. Al no existir un sistema moral que organice las acciones del hombre, que dé un esquema de valores para considerar fundamentalmente qué es que está bien y qué está mal, todas las experiencias humanas se igualan y pierden su valor intrínseco.

Así, toda acción y toda institución creada por el hombre se relativiza y, como no hay un sistema que las explique y valorice, terminan por ser injustificadas. Frente ellas, el hombre absurdo solo puede mostrar indiferencia. Esto es lo mismo que sucede con el segundo nudo de importancia del capítulo: la propuesta de matrimonio de María:

Entonces quiso saber si la amaba. Contesté como ya lo había hecho otra vez: que no significaba nada, pero que sin duda no la amaba. «¿Por qué, entonces, casarte conmigo?», dijo. Le expliqué que no tenía ninguna importancia y que si lo deseaba podíamos casarnos. Por otra parte era ella quien lo pedía y yo me contentaba con decir que sí. Observó entonces que el matrimonio era una cosa grave. Respondí: «No.» (p. 56)

Meursault no le otorga importancia a la institución del casamiento, como tampoco le otorga ningún sentido a vivir en una ciudad o en otra. En el fondo, es el puro existir lo que le compete; el resto de estructuras sociales no son sino contingencias de la vida, elementos que no tienen ninguna explicación o justificación superior.

El tercer nudo de este capítulo es de un tono totalmente diferente: se trata de la conmovedora escena del anciano que no logra encontrar a su perro y, movido por la pena, le cuenta su vida a Meursault. Si bien el protagonista no se emociona con la narración de Salamano, podemos ver en él una cierta empatía hacia el anciano, al escucharlo y proponerle conversación. Así, afloran poco a poco algunos sentimientos que nos hablan de la complejidad psicológica que se esconde detrás de la indiferencia del narrador. Esta ruptura clave entre los momentos de pura indiferencia y otros donde afloran emociones seguirán interesándonos en los capítulos posteriores.