Balada de los dos abuelos

Balada de los dos abuelos Citas y Análisis

Sombras que solo yo veo

me escoltan mis dos abuelos.

Yo lírico, vv. 1-2

Estos dos versos conforman la estrofa que abre el poema y condensan muchos elementos significativos. En primer lugar, encontramos la primera persona del yo lírico, que de entrada se define como nieto de los dos hombres que describirá más adelante. Además, resulta interesante observar que estos dos abuelos "escoltan" al yo lírico, es decir, que lo acompañan y lo protegen. A su vez, estos hombres son "sombras" que el yo lírico evoca, puesto que es el único que puede verlas. En ese sentido, podemos considerar que se trata de espíritus, de presencias del pasado que, como fantasmas, de alguna manera siguen en el presente.

Cabe destacar que esta estrofa se repite hacia el final del poema (vv. 45-46), funcionando como un separador: toda la primera parte describe a los abuelos en términos opuestos, antitéticos, y la segunda los mezcla, los reúne, los abraza.

Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.

Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco.

Yo lírico, vv. 3-12

En estas dos estrofas son descritos los dos abuelos, presentándolos de manera antitética, opuesta. Ambos son guerreros, pero tienen atributos diferentes: el abuelo negro va descalzo, con el torso desnudo, y lleva una lanza de hueso, mientras que el abuelo blanco viste una armadura metálica y una gorguera. Además, el abuelo negro tiene el cuerpo "pétreo", es decir, duro, fuerte, y el abuelo blanco tiene la mirada "antártica" es decir fría, clara. Estas diferenciaciones son importantes para dar cuenta de que cada abuelo representa una cultura específica con elementos propios, que luego se mezclarán en el proceso de mestizaje.

África de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos…

Yo lírico, vv. 13-14

Nicolás Guillén es un pionero en la poesía de lengua española por darle relevancia literaria a las personas negras y a los elementos culturales africanos y afrodescendientes. En "Balada de los dos abuelos", denuncia la esclavización de personas negras en el continente americano a través de la figura del abuelo negro. Los dos primeros versos de la cuarta estrofa hacen referencia al origen de este hombre, África, aquí caracterizada por las selvas y el sonido de los gongos. El verso "y de gordos gongos sordos" exhibe una marcada aliteración, a través de la repetición de los sonidos /o/, /g/ y /s/. Así, el poeta pone el énfasis en la naturaleza tropical del continente africano y en su musicalidad, dos elementos recurrentes para presentarlo en las literaturas occidentales.

—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro).
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos…
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco).
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios…!
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!

Yo lírico, vv. 15-32

La cuarta estrofa explica las llegadas de ambos abuelos al continente americano. América es aludida en estos versos a través de referencias a la naturaleza, como los caimanes, los cocos, la abundancia del verde, las playas vírgenes, un sol y una luna imponentes. A su vez, se ubica el escenario del poema en la zona tropical, lo cual nos permite entender que Guillén se refiere, en particular, al contexto caribeño.

Por otra parte, se prolonga la contraposición de experiencias de sendos abuelos: el abuelo negro llega esclavizado y es violentado al punto de sentir que muere, mientras que el abuelo blanco llega como parte de las misiones colonizadoras que se proponen saquear las riquezas americanas, y lo que siente es cansancio. Es interesante observar que en este segmento leemos las voces de los propios abuelos, que exclaman "¡Me muero!" y "¡Me canso!", respectivamente, sustentando aquello que expresa el yo lírico y adjudicándole una cierta polifonía al poema.

¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!

Yo lírico, vv. 33-36

En esta cita se hace referencia a la magnitud del tráfico de personas que ha implicado el sistema esclavista conducido por los europeos después de la conquista de América. El yo lírico da cuenta, exclamando, de la enorme cantidad de embarcaciones dispuestas para atravesar el Atlántico, y de la enorme cantidad de personas africanas arrancadas de sus tierras y forzadas a trabajar en el continente americano. Los dos últimos versos de la cita resaltan la crueldad y la violencia de la explotación esclavista: las personas negras son obligadas a trabajar sin descanso en las plantaciones de caña de azúcar y son heridas con látigos por los negreros, es decir, los hombres blancos dedicados a la trata de personas negras. En estos versos, esa magnitud es expresada poéticamente mediante el uso de figuras retóricas. Encontramos aquí el paralelismo sintáctico (entre los versos 33 y 34, por un lado, y los versos 35 y 36, por el otro), la reduplicación al interior de un mismo verso (en el caso de los versos 33 y 34) y la anáfora, ya que se repite el pronombre exclamativo "qué" al comienzo y al interior de los cuatro versos.

Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.

Yo lírico, vv. 37-42

Esta cita expone la situación del abuelo negro como paradigma de las personas africanas esclavizadas en América. Los primeros dos versos lo describen a través de una metáfora: el abuelo negro es una piedra, pues está endurecido y fortalecido por los sufrimientos que se le imponen; sus venas están abiertas y sangran porque los blancos violentan su cuerpo, y sus ojos entreabiertos lloran porque la violencia racista también es psicológica y emocional. En los otros cuatro versos se delinea un poco más su entorno específico: el ingenio, es decir, la instalación industrial donde se procesa la caña de azúcar. También aparece el esclavizador blanco, presentado a través de una metonimia: es esa voz fuerte que destruye el silencio y la calma para darles órdenes y maltratar a las personas esclavizadas.

Don Federico me grita

y Taita Facundo calla (...)

Yo lírico, vv. 47-48

Esta cita es la última que establece una contraposición entre los dos abuelos antes de que el poema los funda en un abrazo. La antítesis entre el abuelo blanco que grita y el abuelo negro que se queda callado denuncia otra forma de la violencia racista y colonial: los blancos imponen sus voces, sus puntos de vista y sus narraciones, mientras que las personas negras son silenciadas e invisibilizadas.

Yo los junto.

Yo lírico, v. 51

El yo lírico vuelve a presentarse en primera persona y afirma que es él quien funde en un abrazo al abuelo blanco y el abuelo negro. Lo blanco y lo negro se mezclan en su identidad, en su cuerpo, en su historia, en su cultura. Es fundamental en este punto recordar que este poema no reconstruye las figuras de los antepasados reales de Nicolás Guillén, sino que se trata de una creación ficcional para explicar el mestizaje como característica de lo cubano.

Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan:
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño (...)

Yo lírico, vv. 54-60

Tras haber expuesto con detenimiento las profundas diferencias entre el abuelo blanco y el abuelo negro, estos versos de la estrofa final los igualan. Esto puede verse con nitidez en la reduplicación de "los dos del mismo tamaño" en tres versos diferentes. Al ser igualados, los dos abuelos pueden abrazarse y fundirse para crear la identidad cultural mestiza cubana, en particular, y antillana y latinoamericana en general. Este gesto es una de las apuestas originales de Guillén, quien procura darle a la presencia negra la importancia que merece en las culturas caribeñas de lengua española, pero también apuesta por una solución pacífica de los conflictos raciales: en vez de enojarse o de descalificar al abuelo blanco, ligado directamente a las violencias de la colonización y la esclavización, se propone una armonía, un abrazo pacífico entre ambos abuelos.

(...) gritan, sueñan, lloran, cantan.

Sueñan, lloran. Cantan.

Lloran, cantan.

¡Cantan!

Yo lírico, vv. 61-64

Estos son los versos que dan cierre al poema. El yo lírico enumera cuatro verbos de acción que, a su vez, denotan un gran componente afectivo y emocional: los abuelos gritan y lloran, expresando sus pesares, enojos y sufrimientos, pero también sueñan y cantan, explorando sus deseos y alegrías.

El efecto emocional y rítmico del final del poema está potenciado por el uso de ciertos recursos retóricos, ya que esta secuencia de versos se repite, con variaciones y eliminando un eslabón de la cadena por vez. En primer lugar, observamos el uso del asíndeton, puesto que no se presenta la conjunción copulativa 'y' antes del último elemento a enumerar. Gracias a ello, las cuatro acciones parecen suceder en simultáneo, de manera dinámica. En segundo lugar, podemos pensar que aquí hay una gradación, es decir, un ordenamiento repetido de estos verbos para encadenarlos, destacándolos según su importancia. Esto último se ve sustentado por el hecho de que cada repetición elimina un verbo: "gritan" aparece una sola vez; "sueñan", dos veces; "lloran", tres veces, y "cantan", cuatro veces. De esa manera, "cantan" aparece en posición evidenciada al final de cada uno de estos versos, conformando una epífora y destacando esta acción como la más destacada del poema. Esto se relaciona directamente con la importancia que Nicolás Guillén atribuye a la música en la cultura cubana.