Balada de los dos abuelos

Recepción crítica

En términos generales, la lectura crítica de los textos del escritor cubano se centra en dos polos fundamentales: el primero es el que se refiere a su conquista indiscutible de modalidades de expresión que reflejan lo afrocubano y, en sentido más general, lo popular cubano. El segundo se atiene al profundo carácter sociopolíticamente comprometido de su obra.[10]​

La crítica a la obra guilleniana en el período de 1930 hasta 1958 estuvo marcada por análisis de distinta índole que iban relacionándose con los diversos caminos que tomaban las producciones poéticas del escritor. Los trabajos de María Luisa Antuña y Josefina García Carranza valoraban los estrechos vínculos del poeta con el son, el ritmo y la concepción incipiente de una poesía «negra» o «afrocubana», así como el parentesco estético entre el poeta y otros escritores cubanos y extranjeros como Emilio Ballagas y Jacques Roumain. Durante los años 40 los análisis resultaron recurrentes en lo referido a los posibles enlaces entre el poeta y el son, la preocupación por reflejar los dilemas raciales y sociales del cubano, la presencia de la cultura «afro» para conformar la nación cubana, la relación entre el poeta y el continente latinoamericano, y la insistencia en lo marginal. Un elemento que llama la atención en esta etapa es el inicio de una crítica que reconoce a Guillén como un poeta militante. La raíz cubana y española de la obra de Guillén, el elemento «afro» en su poética, los vínculos entre su figura y España, el poeta como representante de una labor artística realizada especialmente en representación del pueblo, y su militancia política son algunos de los temas trabajados por la crítica cubana y extranjera en los años 50.[11]​

Los años sesenta y setenta, tiempos de crisis de los valores tradicionales y gran efervescencia política y social mundial, corresponden a un punto culminante en la crítica de Guillén, quien fue reeditado, antologado, traducido y comentado a la luz de nuevas categorías críticas como «raza», «clase», «identidad», «nación», entre otras. Se incluyó a Guillén dentro del canon de la literatura cubana y se reconoció su papel activo en la construcción de una nación independiente.[12]​

Después de la década de los 90, en la cual apenas se estudió la obra del autor, el siglo XXI retomó la figura de Guillén y celebró el centenario de su natalicio. Los temas que desarrolla la crítica de este periodo son casi los mismos del siglo pasado, pero con perspectivas teóricas como la lingüística y los estudios culturales. Además aparecieron algunos estudios sobre el trabajo periodístico del camagüeyano.[11]​ Algunos de los críticos antillanos que se ocupan de la obra del autor son Nancy Morejón, Keith Ellis y Alfred Melón, por otro lado, en Norteamérica, cabe mencionar a Marta Cobb, Lorna Williams y Vera Kutzinsky.[12]​


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