Arráncame la vida

Sistema de personajes

Arráncame la vida es una novela de evolución, de crecimiento. Su personaje central, Catalina Guzmán, está inmersa en una concatenación de hechos que la llevan u obligan a despertar subjetivamente, y esto se hace evidente en muchas de las enunciaciones que la protagonista realiza a lo largo de la historia. Alrededor de Catalina, están personajes centrales que influyen altamente en las transformaciones y en su construcción como mujer, se explicarán uno a uno a continuación, en el orden que aparecen dentro de la historia:

  • Catalina Guzmán: mujer ingenua en un principio, pero curiosa; esta cualidad la lleva a un despertar en el que toma caracteres como la audacia, la sensatez, perspicacia, astucia, entre otros. Para descubrir a su esposo y revelar su realidad y así acabar con la idea falsa del amor y encontrar la manera de ser feliz de alguna manera en medio de su entorno machista. A continuación se citan algunos fragmentos en el texto que aluden a su manera de ser:

"Y de veras me atrapó un sapo. Tenía quince años y muchas ganas de que me pasaran cosas. Por eso acepté cuando Andrés me propuso que fuera con él unos días a Tecolutla."[9]​

"Entonces me propuse aprender. Por lo pronto me dediqué a estar flojita, tanto que a veces parecía lela. Andrés hablaba y hablaba mientras caminábamos por la playa; yo columpiaba los brazos, abría la boca como si se me cayera la mandíbula, metía y sacaba la barriga, apretaba y aflojaba las nalgas"[10]​

  • Marcos Guzmán: es el padre de Catalina y tiene gran influencia en la manera en la que ella concibe el mundo y las relaciones con los hombres. Don Marcos tiene complacencias y consentimientos con su hija, que para la época no corresponden con la educación que debía recibir una señorita, la de ser ama de casa. Tienen un lazo de amistad muy fuerte y es el confidente y alcahuete de su hija.

"Después me sentaba a oírlos y a dar opiniones con toda la contundencia que me facilitaban la cercanía de mi padre y mi absoluta ignorancia… Entonces mi papá hacía bromas sobre mis ojeras y yo me ponía a darle besos…"

"Me gustaba besar a mi papá y sentir que tenía ocho años, un agujero en el calcetín, zapatos rojos y un moño en cada trenza los domingos. Me gustaba pensar que era domingo y que aún era posible subirse en el burro que ese día no cargaba leche, caminar hasta el campo sembrado de alfalfa para quedar bien escondida y desde ahí gritar: «A que no me encuentras, papá.» Oír sus pasos cerca y su voz: «¿Dónde estará esta niña? ¿Dónde estará esta niña?», hasta fingir que se tropezaba conmigo, aquí está la niña, y tirarse cerca de mí, abrazarme las piernas y reírse."

  • General Andrés Ascencio: es militar, político, esposo y el mayor agresor de Catalina, es la idealización del amor y de hombre que ella conoció siendo aún una niña; sin embargo, es el encargado de su despertar. En la novela, se le describe como un hombre muy varonil de cabello negro y mirada profunda, y su apariencia es tan determinante que Catalina asegura su temor e intimidación cuando lo conoce, sin embargo le gusta por la curiosidad que despierta en ella. El maltrato por parte de Andrés hacia Catalina jamás es físico, pero sí psicológico, por la cultura en la que este crece; es el prototipo tradicional de macho mexicano, criado solo por su madre, quien le resalta un sinnúmero de cualidades y forma el carácter del típico hombre machista, con la concepción de que las mujeres no sirven para nada. Es precisamente esta concepción la que impulsa a Catalina a mostrarle sus alcances y lo inteligente que puede ser.

"Dijo su nombre y se sentó a conversar entre nosotros. Me gustó. Tenía las manos grandes y unos labios que apretados daban miedo y, riéndose, confianza. Como si tuviera dos bocas. El pelo después de un rato de hablar se le alborotaba y le caía sobre la frente con la misma insistencia con que él lo empujaba hacia atrás en un hábito de toda la vida. No era lo que se dice un hombre guapo. Tenía los ojos demasiado chicos y la nariz demasiado grande, pero yo nunca había visto unos ojos tan vivos y no conocía a nadie con su expresión de certidumbre."

"Andrés les contaba historias en las que siempre resultaba triunfante. No hubo batalla que él no ganara, ni muerto que no matara por haber traicionado a la Revolución o al Jefe Máximo o a quien se ofreciera."

"Nos empezaron a llegar rumores: Andrés Ascencio tenía muchas mujeres, una en Zacatlán y otra en Cholula, una en el barrio de La Luz y otras en México. Engañaba a las jovencitas, era un criminal, estaba loco, nos íbamos a arrepentir."

  • La gitana: este personaje solo interviene en la obra dos veces, pero es fundamental para el despertar de Catalina, puesto que le enseña uno de los placeres que, para ella, es de los más grandes e indispensables durante la novela; le enseña cómo funciona su cuerpo y lo que puede lograr y sentir a través de él.

"Una tarde fui a ver a la gitana que vivía por el barrio de La Luz y tenía fama de experta en amores. —Aquí tenemos una cosita —dijo metiéndose la mano entre las piernas. Con ésa se siente. Se llama el timbre y ha de tener otros nombres. Cuando estés con alguien, piensa que en ese lugar queda el centro de tu cuerpo, que de ahí vienen todas las cosas buenas, piensa que con eso piensas, oyes y miras; olvídate de que tienes cabeza y brazos, ponte toda ahí. Vas a ver si no sientes."

  • Pablo: es el primer amante de Catalina, con quien aprende a desprenderse de su marido y la manera de ser infiel y es con quien demuestra la necesidad que sentía por el placer sexual.
  • Carlos Vives: es el amor de la vida de Catalina, un personaje totalmente opuesto a su marido, Carlos Vives es artista, director de la sinfónica, se dedica a una de las cosas que más disfruta Catalina, la música, está a favor de los revolucionarios, es decir, en contra del partido conservador del general Ascencio y, fuera de esto, es un personaje que le dice la verdad en la cara a Catalina y la juzga como cómplice de su marido, a pesar de que a ella le molesta, le genera atracción. Fuera de esto, Carlos es amoroso con Catalina, detallista y divertido, le ofrece cosas que hasta el momento ella no había tenido la oportunidad de conocer con Andrés.

"Porque de todo lo que tuve y quise lo único que hubiera querido era a Carlos Vives a media tarde. Me volví infiel mucho antes de tocar a Carlos Vives. No tenía lugar para nada que no fuera él. Nunca quise así a Andrés, nunca pasé las horas tratando de recordar el exacto tamaño de sus manos ni deseando con todo el cuerpo siquiera verlo aparecer. Me daba vergüenza estar así por un hombre, ser tan infeliz y volverme dichosa sin que dependiera para nada de mí."


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