Tío Vania

Tío Vania Imágenes

La atmósfera de la hacienda

Son varios los personajes que, en repetidas ocasiones, se refieren a la atmósfera de la hacienda, y la describen en imágenes. Por ejemplo, Vania se expresa sobre "el calor que hace y este aire sofocante" (Acto I, Escena 3, p.38), mientras Teleguin ofrece una mirada más optimista, diciendo que "el tiempo es maravilloso, los pajarillos cantan" (Acto I, Escena 3, p.39). Elena parece estar de acuerdo: "La verdad es que el tiempo hoy está hermoso. No hace ningún calor" (Acto I, Escena 4, p.41), y también Astrov, que en su salida definitiva, hacia el final de la obra, describe la agradable atmósfera de la hacienda que está por dejar atrás: "¡Silencio, plumas que chirrían y un grillo cantando!.. ¡Calor..., un ambiente de intimidad!" (Acto IV, Escena III, p.65).

Astrov

A lo largo de la pieza, personajes como Elena y Sonia se expresan varias veces sobre las virtudes de Astrov. En una de estas ocasiones, Sonia lo hace recurriendo a imágenes sensoriales. Afirma que el doctor tiene una "voz sumamente dulce" e, instantes después, se repite y desarrolla, sentenciando que Astrov "tiene una voz vibrante y acariciadora" (Acto II, Escena 2 p.50).

La deforestación

En la última escena del primer acto, Astrov explica las consecuencias que la deforestación tiene en la naturaleza, acudiendo a imágenes sensoriales:

Los bosques rusos crujen bajo el hacha, perecen millones de árboles, se vacían las moradas de los animales y de los pájaros, los ríos pierden profundidad y se secan; desaparecen, para nunca volver, paisajes maravillosos, (...) las aves desaparecen, el clima pierde benignidad, y la tierra empobrece y se afea.

(Acto I, Escena 5, p.42)

El Cielo

En su monólogo final, Sonia sueña con cómo será su vida y la de Vania después de la muerte, cuando finalmente llegue la recompensa divina por sus sacrificios: "Oiremos a los ángeles, contemplaremos un cielo cuajado de diamantes", señala, utilizando imágenes sensoriales, para terminar diciendo que en ese cielo vivirán, finalmente, una vida "quieta, tierna, dulce como una caricia" (Acto IV, Escena 4, p.67).