Poemas de Nicanor Parra

Poemas de Nicanor Parra Resumen y Análisis Poemas sobre la literatura

Resumen

En esta sección analizaremos la producción poética de Nicanor Parra que tiene como tema central a la literatura, a partir de cinco poemas representativos.

La montaña rusa

En primera persona del singular, el yo lírico afirma que, durante medio siglo (primera mitad del siglo XX), la poesía fue “el paraíso del tonto solemne” (p. 93). Esto cambió cuando llegó él y se instaló con su “montaña rusa” (ídem). Finalmente, el yo lírico invita a los lectores a subirse, si así lo desean, aunque él no se responsabiliza si bajan echando sangre por la boca y la nariz.

Este poema se encuentra en el libro Versos de salón de 1962. Sus ocho versos están distribuidos en dos estrofas (una de cinco y otra de tres). Su métrica y su rima son libres.

Esperaba este premio

El yo lírico afirma que mientras más se piensa en los premios estos se perciben más lejanos y enigmáticos. Luego, sostiene que estos son para los “espíritus libres” (p. 459) y los amigos del jurado. Finalmente, dice: “Chanfle/ No contaban con mi astucia” (ídem).

Este poema se encuentra en el libro Discursos de sobremesa de 2006. Sus once versos están distribuidos en tres estrofas irregulares. Su métrica y su rima son libres.

Advertencia al lector

El yo lírico dice que el autor no se responsabiliza por las molestias que pueden ocasionar sus escritos. Luego afirma que, según los doctores de la ley, el libro (hace referencia a Poemas y antipoemas) no debería ser publicado, ya que en él no aparecen palabras como “arcoíris” o “dolor”. El yo lírico acepta que su poesía puede no llevar a ningún lado, pero se vanagloria de sus limitaciones. Finalmente, afirma que, así como los pájaros de Aristófanes enterraban en sus propias cabezas los cadáveres de sus padres, él entierra sus plumas en la cabeza de los lectores. Este poema se encuentra en Poemas y antipoemas de 1954. Consta de cuarenta y cinco versos distribuidos en seis estrofas irregulares. Su métrica y su rima son libres.

Quédate con tu Borges

El yo lírico afirma que Borges le ofrece al lector el recuerdo de una rosa amarilla, vista al anochecer, años antes de que naciera. Él, por el contrario, no le promete nada al lector: ni dinero ni sexo ni poesía. Un yogurt es lo máximo que podría ofrecer. Este poema fue publicado en la antología El último apaga la luz, en 2017. Tiene una sola estrofa de siete versos. Su métrica y su rima son libres.

Paisaje

El yo lírico describe una pierna humana que cuelga de la luna “como un árbol que crece para abajo” (p. 42). Este poema se encuentra en Poemas y antipoemas. Tiene una sola estrofa de cinco versos. Su métrica es libre y su rima, asonante.

Análisis

La literatura es un tema central en la obra de Nicanor Parra. Por un lado, una gran parte de sus poemas reflexionan directamente acerca de cuestiones literarias. Por el otro, su estilo antipoético, que le ha valido al poeta el mote de “antipoeta”, cuestiona, aun en poemas que no parecen centrarse en la literatura, los estándares literarios de su época.

Para comprender esto con claridad, es preciso hacer un breve raconto histórico. En 1937, Parra publica su primer poemario, Cancionero sin nombre. En este, aún no despliega el estilo que posteriormente lo definirá y le valdrá su fama. El Cancionero sin nombre está inspirado en el Romancero gitano de Federico García Lorca. Si bien ya se pueden prefigurar algunos elementos del estilo antipoético, el tono dominante es solemne y el abordaje carece de cualquier aspecto humorístico.

Diecisiete años después, en 1954, Parra publica su segundo poemario: Poemas y antipoemas. En esta obra, que según los críticos marcó un hito en la literatura hispanoamericana, sí aparece el estilo antipoético de Parra. Ahora bien, ¿en qué consiste dicho estilo? El poeta construye un yo lírico antiheroico, que se expresa a través del humor, la ironía y el sarcasmo. Las imágenes poéticas son simples (y hasta vulgares), el léxico es cotidiano, y los tópicos absolutamente mundanos. En suma: está exento de toda solemnidad.

Veamos, ahora sí, dos poemas de esta obra que ponen el foco en la literatura, aunque sea de maneras diferentes. En primer lugar, tomemos uno de los poemas más importantes del libro: “Advertencia al lector”. Según el poeta y crítico británico Nials Binns, este poema es fundamental no solo dentro de la obra, sino para la literatura universal. El mismo comienza de esta manera: “El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus escritos:/ Aunque le pese/ El lector tendrá que darse siempre por satisfecho” (p. 38). Además de desprenderse de la obligación de conmover a sus lectores, a través de estos versos iniciales Parra da por hecho que los poemas de la obra los molestarán, y deja en claro que no le importa. Pero además, el autor ironiza acerca del lugar pasivo que ocupa el lector, quien no puede hacer otra cosa más que darse por satisfecho con lo que le ofrezca el libro que tiene entre sus manos.

Es importante destacar que en la década de 1950, los poetas latinoamericanos más importantes eran Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro y César Vallejo (estos dos últimos, para entonces, ya habían fallecido). Si bien la poesía de estos cinco autores es muy diferente entre sí, la idea de que el lector debe ser conmovido era, sin dudas, algo compartido. Es decir que en ninguno de estos autores podrían aparecer versos tan irreverentes hacia el lector como los que hemos citado de Parra.

Dicha irreverencia crece aún más durante el desarrollo de “Advertencia al lector”:

Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arcoíris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor.
(…)
Sillas y mesas sí que figuran a granel,
¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos (p. 38).

Parra se burla de los críticos literarios a quienes denomina “doctores de la ley”. Cual si fueran jueces, estos críticos están, teóricamente, en contra de la publicación de Poemas y antipoemas porque este no incluye determinadas palabras solemnes. Así, se desliza la idea de que lo que le vale a la poesía de su época el mote de “poesía” es el simple uso de determinadas palabras.

Otro punto destacado que se ve con claridad en la cita previa es la autorreferencialidad. Durante toda su obra, Parra alude en sus poemas a sí mismo y a sus libros. De esta manera, apunta a quebrar la ilusión ficticia de la literatura: en lugar de una literatura que se postula inmanente, como una creación que existe por fuera del autor y del lector, Parra todo el tiempo parece decir: “Aquí estoy yo, el autor que escribe estas palabras. Ahí está usted, el lector que lee lo que yo escribo. Aquí están mis poemas. Son lo que son y no se puede hacer nada por cambiarlos”.

Luego, en el mismo poema, el yo lírico ataca otra cuestión fundamental de la literatura de su tiempo: la idea de la utilidad. Dice, con orgullo: “Mi poesía puede perfectamente no conducir a ninguna parte” (p. 38). Es decir, acepta que su poesía carece de utilidad y no tiene problema alguno con ello.

En la década de 1950, la idea predominante era que el arte debía tener algún tipo de utilidad. Mientras autores como Neruda planteaban una utilidad política, otros autores sostenían una utilidad estética, en la que los poemas debían servir para enaltecer el espíritu a través de su belleza. A Parra, una y otra cosa le traen sin cuidado. Él descree de dicha utilidad, así como descree de cualquier verdad solemne y del rol del lector. Su poesía es una propuesta caprichosa, que responde simplemente a la voluntad del autor de escribir lo que tiene ganas de escribir.

Además de abordar la literatura como tema central, en Poemas y antipoemas hay una importante cantidad de versos que discuten los estandartes literarios de la época desde el tono y la temática. Por ejemplo, esto dicen los versos que componen el breve poema “Paisaje”:

¡Veis esa pierna humana que cuelga de la luna
Como un árbol que crece para abajo
Esa pierna temible que flota en el vacío
Iluminada apenas por el rayo
De la luna y el aire del olvido! (p. 42).

En este poema no hay ninguna referencia directa a la literatura. Sin embargo, a través del sarcasmo, el yo lírico está criticando ciertos patrones dominantes en la literatura de su época. Este utiliza un tono solemne para describir algo absolutamente absurdo: una pierna humana que cuelga de la luna. De esta manera, se burla del uso de la solemnidad en la literatura, la despoja de sentido literario convirtiéndola en un chiste.

Poemas y antipoemas, como hemos dicho, tuvo una gran repercusión en el ambiente literario. Grandes autores como Pablo Neruda y Enrique Lihn elogiaron su originalidad. Por su parte, la poeta uruguaya Idea Vilariño afirmó que esta obra renovó el aire en la poesía sudamericana. Parra, lógicamente, se hizo eco de las repercusiones que causó su poemario. Se afirmó en el estilo antipoético y convirtió a su poesía en un tema central dentro de toda su obra. El poema “La montaña rusa”, publicado ocho años después, en 1962, dentro del poemario Versos de salón, así lo demuestra:

Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa (p. 93).

El símbolo de la montaña rusa es sumamente útil para describir la poesía de Parra; una poética que pretende sacudir al lector, despertarlo, divertirlo, sacarlo de la contemplación solemne de la vida. La solemnidad es, sin dudas, la característica literaria que Parra ataca con más ahínco. En “Quédate con tu Borges”, de hecho, el yo lírico dice:

Él te ofrece el recuerdo de una rosa amarilla
(…)
En cambio yo no te prometo nada
Ni dinero ni sexo ni poesía
Un yogurt es lo + que podría ofrecerte (p. 507).

Parra se distancia absurdamente de Borges, a quien postula como un símbolo de la solemnidad literaria. Además, como vemos en la cita, también se distancia de la literatura tradicional al hacer uso de signos como el “+”, en lugar de palabras. El antipoeta utiliza todos los recursos posibles para que sus poemas, precisamente, no parezcan poemas. Este recurso vuelve a aparecer en “Esperaba este premio”, poema incluido en Discursos de sobremesa, de 2006, que dice:

No
Los premios son
Como las Dulcineas del Toboso
Mientras + pensamos en ellas
+ lejanas
+ sordas
+ enigmáticas
Los premios son para los espíritus libres
Y para los amigos del jurado
Chanfle
No contaban con mi astucia (p. 459).

Además del uso de los signos, aquí vemos otra crítica de la poesía de Parra al campo literario. Una crítica que no alude a los textos en sí, sino al mercado literario. El autor afirma que los escritores que ganan premios son los amigos del jurado. Sin embargo, como él mismo ya ha ganado varios premios, se mofa de la crítica que acaba de esbozar citando al Chapulín Colorado, popular personaje televisivo mexicano que acuñó la frase “no contaban con mi astucia”. Ahora bien, ¿cuál fue la astucia de Parra? ¿Ser amigo de los jurados? Puede que sea eso, o puede que sea solo una broma más dentro de su poesía.

Para finalizar, es interesante destacar algo que aparece con claridad en este último poema y atraviesa toda la obra de Parra en general: las referencias culturales, tanto populares como elevadas. En “Esperaba este premio”, el yo lírico no solo alude al Chapulín Colorado, sino también hace alusión a Dulcinea, personaje de la novela Don Quijote de la Mancha.